Juan Fernández Cerón
Es el momento de acabar con el verbalismo, con nuestras incompetencias, frente a la realidad que nos obliga a tomar una actitud creativa y de fuerte proceso de nuestra imaginación, con reflexión, acción de cada uno de nosotros sobre mi mundo y el mundo para transformarlos.
Esta experiencia la logre con estudiantes, padres de familia, comunidad y futuros maestros. Leyendo y reflexionando la compleja realidad de nuestras vidas, tanto personal como social. Este trabajo fue el punto de partida de una inmensa y fuerte experiencia de la labor pedagógica que sembró y desarrollo transformaciones familiares, comunitarias y calidad de aprendizaje. Es una experiencia amplia que se asumió con paciencia y constancia, de la práctica experiencial integrada, perseguida por supuesto, por quienes tildan todo cambio como subversivo, de práctica y praxis pedagógica
Como buen cristiano, hablo siempre de libertad, justicia, igualdad, amor, respeto, confianza, dignidad, compromiso, voluntad, responsabilidad, tolerancia, capacidad reflexiva, curiosidad, verdad, creo en estas palabras porque ellas actúan en la realidad de quien las comunica. Dia-logos que, en lugar de ser alienantes, son el germen de la transformación, trabajo de la pedagogía, real, auténtica, universal del ser humano y la sociedad, razón de toda formación como acto de amor, de esfuerzo, de autonomía, hacia la real realidad, para transformarla en unión social y con espíritu verdaderamente cristiano, humano.
El analfabetismo, con título y sin título y la ignorancia, es una hierba maligna, enfermedad y virus pandémico por su contagio, que hay que combatir y erradicar desde sus raíces.
El hombre-mundo como problema, exige constantemente una reflexión crítica, libre, transformadora y sobre todo una actitud que no se detenga en el verbalismo, en las reunionitis, sino en el actuar con libertad, conciencia y respeto, donde los frutos de cambio se masifiquen realmente en bien de todos, es lo fundamental.
Tomar conciencia real de estos actos es un sacrificio, pero necesario, tal como los expone el norteamericano Thomas G. Sanders, acerca de la concienciación.
Concienciación es el “Despertar de la conciencia” un cambio de mentalidad que implica comprender realista y correctamente la ubicación de uno en la naturaleza y en la sociedad; la capacidad de analizar críticamente sus causas y consecuencias y establecer comparaciones con otras situaciones y posibilidades; y una acción eficaz y transformadora”. Psicológicamente, el proceso encierra la conciencia de dignidad de uno; una praxis de la libertad. Si bien el proceso de concienciación deriva de un dialogo interpersonal, mediante el cual uno descubre el sentido de lo humano al establecer una comunicación a través de encuentros con otros seres humanos, una de sus consecuencias casi inevitables es la participación política y la formación de grupos de interés y presión.
El centro fundamental es que quien trata de concienciar al otro, lo logra si él está concienciado, no únicamente diciendo soy consciente de ello o aquello. Para lograrlo hay que compartir experiencialmente nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestro sufrimiento, vivir las necesidades de la gran mayoría de nuestras gentes desprotegidas y luchar constantemente para erradicar las injusticias, el hambre, la mentira, la infraconciencia, la guerra, de lo contrario no es concienciado ni concienciador.
Es el momento de acabar con el activismo y verbalismo, para que renazca la pedagogía social del buen vivir, muy necesario por la degeneración de la calidad de vida que sufrimos bajo el dominio de un poder corrupto, de la degeneración de nuestras costumbres, donde el ser humano es tratado como un objeto; por una pedagogía integral social, y así poder ver una nueva sociedad, un nuevo ciudadano, con procesos de cambio, de transformación total.
Un pensar pedagógico consciente, libre, destapa el camino natural que engendra el germen transformador del buen sentido de ser consciente y crítico de orden social, económico, político, religioso, donde nadie sea analfabeto, ignorante, iletrado, inculto, pelele, para superar la tradición social de vivir por vivir.
Salir de la inconciencia, es salir de la conciencia oprimida, interesada a la conciencia crítica, política, económica, social, personal, como resultado de la toma de conciencia reflexiva creativa de cada ser humano que se va a irradiar a los demás para destruir la opresión de quienes quieren imponer sus intereses personales.
Esto es saber pensar, el verdadero diá-logos, de encuentro con necesidades concretas y llegar a integrarse a la realidad tomando conciencia de sus derechos y deberes como excelente ciudadano y ser humano.
Una sociedad inteligente, es un trabajo retador que debe actuar con mucha paciencia e inteligencia, con esfuerzo, intenciones, metas, obstáculos, para apoyar el proceso de concientización, haciendo de la bondad y la dignidad, un verdadero modelo de vida, desechando los odios, la envidia, la mentira, el engaño, el egoísmo. Es fácil decirlo, pero llevarlo a la realidad es un poco complicado, porque ser responsable de uno mismo y de otro ser humano, es un trabajo arduo y todo un reto por sus consecuencias, no solo personales sino en las de su contexto.
Ser receptivos con la presencia de todos y con todos, es necesario para acercarnos fraternalmente. Si queremos ciudadanos buenos, debemos ser sus referentes de dialogo saludable, transparente, sincero, leal, grato, ser agradecidos, capaces de resolver problemas, facultad que nos da autonomía, responsabilidad, voluntad, compromiso.
El fomento de la autocrítica, la auto-reflexión, la autoevaluación, nos forman a comprender y actuar mirando las causas y no solo las consecuencias de los errores, se llega a descubrir que por grande que sea el error, aceptando y aclarando su causa, nos lleva a no repetirlo. Son ellas las que nos impulsan a sacarlos de nuestro intelecto y de nuestra conciencia, para enfrentar las dudas y no desecharlos, sino corregirlos, cambiarlos, darles importancia en otros procesos, y dejen ser errores de ignorancia, inflexibles, rígidos, sino de legitimas razones intelectuales.
Me pregunto dice E. Morín “Si las angustias, el malestar y las desdichas, que tanto están aumentando en nuestra época no son responsables de las fobias y ceguera de rechazo y odio:”
La libertad real y completa no puede existir sin la libertad de pensar, expresar, decir y, por ende, sin la libertad de conocer bajo el derecho básico del acceso a toda información. La ignorancia nos junta y condena.
El proceso más certero para ser y conseguir la libertad es la innovación, la creatividad propia para demostrar y exigir a todo poder político, económico, para que den a la sociedad humana la oportunidad de permitir el porqué del conocimiento para entender y participar en mi mundo y el mundo, esto es lograr un pensar crítico personal, que exige disciplina, autonomía, autoevaluación, auto-reflexión, y el intelectual que lleve al desarrollo del asombro, como alimento de las ideas y opiniones; confianza, para analizar a los otros; la verdad, para ser implacable con nuestras propias ideas; el análisis, para que el ser filósofo de la vida, sea todo un pensar crítico y adquirir la libertad, para enfrentar y tener derechos y deberes, son elementos integrales, creativos de todo ser social, que piense críticamente, para conocer, vivir y luchar en una sociedad, erradicando la alienación, la dictadura disfrazada de democracia, fundar creativamente la verdadera democracia participativa, escuchando opiniones diversas como participante de un real dia-logos que lleve a la acción su razonabilidad.