Un mundo en disputa: de la unipolaridad a la multipolaridad

5 octubre 2022 7:17 pm

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Jhon Jairo Hernández Montilla

La libertad de expresión es una de las banderas más importantes que tiene occidente frente al mundo, no es casual, que uno de los iconos más importantes de los Estados Unidos, ¡el último gran imperio de occidente¡, este tiene la ciudad de New York como emblema a través del cine, donde aparece la estatua de la libertad, que es una representación de la diosa romana Libertas, escultura que constituye la representación simbólica de lo que es el sueño americano.

Lo que hoy es el país de las barras y las estrellas, antes fue una colonia británica y que producto de una guerra de independencia que tuvo lugar entre entre 1775 y 1781, la cual dio como resultado la victoria a las 13 colonias, y bajo el liderazgo de los padres fundadores, la joven nación estadunidense, empezó el camino para convertirse con el paso de los siglos en un gigante industrial.

El punto de inflexión que marco el destino de los EE, UU, fue participar en el bando ganador de la segunda guerra mundial, lo que implicó un boom económico que genero un tremendo crecimiento económico, se desarrolló la industria a gran escala, y se tuvo una época de bonanza y riqueza, esto debido a que mientras Europa había quedado destruida, la nación estadunidense se preparaba para liderar el plan Marshall, proyecto económico con que prometía reconstruir Europa, y fueron estos factores los que volvieron a los Estados Unidos en la potencia mundial hegemónica en los años de la post guerra.  

Desde la promulgación de la doctrina Monroe, durante la presidencia James Monroe se planteaba “américa era para los americanos”, una noción imperial que asume el continente latinoamericano como una zona de influencia propia de los EE, UU, por lo tanto, los gobiernos que asuman el poder en los distintos países de América Latina, deben proteger los intereses económicos y militares de la potencia del norte, para ello deben dejar de lado los intereses nacionales.

Esta dominación no solo se dio por la vía política, sino se llegó a usar el terror como medio de control social, durante las décadas de los 50,60 y 70, se instalaron brutales dictaduras militares en el Cono Sur, una de las más brutales fue la que se impuso en Chile, bajo el mando del general Augusto Pinochet;  El cual llega al poder después de un sangriento golpe militar en contra del presidente constitucional Salvador Allende, el cual es derrocado el 11 de septiembre de 1971 por orden de la CIA,  y una vez asume el gobierno militar, se envían a los Chicago Boys discípulos del padre del neoliberalismo “Milton Friedman”, y es de esa forma como se instala  en Chile un proyecto económico denominado “el ladrillo”, el cual inicia con privatizaciones de las empresas públicas, privatización de la explotación del cobre, y los derechos se convierten en servicios, había nacido el modelo neoliberal y no por las vías democráticas, sino por medio de una dictadura brutal y sanguinaria.

Es importante decir entonces que el modelo neoliberal que se impuso durante los años 90 en el mundo, tuvo como origen una dictadura militar, este modelo no nace en un gobierno democrático, lo que la teórica Naomi Klein denomina como “La doctrina del shock”, que consiste básicamente es hacer reformas económicas que reducen el estado al mínimo y le dan todas las garantías al mercado, y esto por medio del terror y de imponer el miedo en la población por medio de la bayoneta.

El neoliberalismo de Friedman acabo con el estado de bienestar que permitió a Europa no ser absorbidos por la Unión Soviética, fue desmantelado por completo en esos años, el discurso que se impuso fue el promovido por Francis Fukuyama “el del fin del fin de las ideologías, lo que dejaba como único modelo económico el capitalismo neoliberal, donde dejaban el papel de estado como un simple observador de la economía, permitiendo que la mano invisible del mercado manejara todo.

En el caso colombiano se pasó de la constitución de la regeneración de 1886 a la constitución de 1991, por medio de la cual se crea una nueva carta política que guiara el país, y de la mano de la apertura democrática y el reconocimiento de una serie de derechos a los ciudadanos colombianos, vino también un periodo de privatizaciones que le quitaron al estado el control de activos y recursos estratégicos, los cuales fueron entregados al capital transnacional y a conglomerados económicos nacionales. Esto permitió cosas tales como: incluir en la carta magna varios artículos, donde se consideraba la defensa de lo privado sobre lo público, es por eso que ahora una transnacional maneja las telecomunicaciones del país, y los servicios públicos se entregaron a operadores privados.

Por décadas el papel de los medios de comunicación del país, fue defender el modelo económico, y resultaba más fácil hablar del fin del mundo, que, del cambio del modelo neoliberal, y los economistas de la escuela de Chicago se convirtieron  casi en sumos sacerdotes del mercado; y sus nociones se aplicaron a raja tabla  en todos los renglones de la economía, de esa forma los privados se hacen dueños de lo público, y se impone el credo de que el estado es incompetente e ineficaz y hay que dejar todo en manos del sector privado, de esa forma  surge la ley 100 de salud de 1993, la ley 142 de 1994 de servicios públicos, y de esa forma surgen unos intermediarios privados entre los derechos y los ciudadanos se convierten en clientes. 

 Es importante decir que los juegos de palabras son claves a la hora de imponer una ideología,  como el pensamiento neoliberal, ya que la gente que va a un hospital no es un paciente, un enfermo que debe ser tratado, sino un usuario, y esta simple palabra lo cambia todo, ya que en el caso del primero se tiene un derecho y en el otro se adquiere un servicio, esta semántica que al parecer sutil, cambia la vida de las personas y las forma de relacionarse entre sí, sin duda es a partir de palabras que los seres humanos han construido el mundo.

Era por eso que siempre en los procesos de negociación de paz con los grupos armados insurgentes en Colombia, la premisa era siempre la misma, se discute todo, pero no se toca el modelo económico, y era precisamente el modelo lo que era el punto central para abordar de forma sería la existencia de grupos armados insurgentes en Colombia, ya que a diferencia de lo que se ha vendido por la prensa del establecimiento, el país nunca se ha modernizado, las fuerzas productivas no se desarrollaron, y eso de lo que tanto se habla, el capitalismo…  en realidad en Colombia está en una fase muy primaria, y todo esto es debido a la imposibilidad de hacer una reforma agraria, donde se modernice el campo, se fortalezca la agroindustria, y de el paso de la producción de materias primas,  a la trasformación de las mismas, donde se le saque su valor agregado, luego se fortalezca el sector de servicios, y todo esto que es propio del capitalismo, en Colombia;  apenas es un proyecto que aspira a ser una realidad desde el 2022, después de que llegara el primer gobierno popular de la historia al Palacio de Nariño.

A diferencia de lo que plantean los teóricos de la derecha semi feudal, ningún estado  se desarrolla a partir de la extracción de materias primas, si eso fuera cierto, varios países del cuerno de áfrica serian potencias económicas, y es evidente que los hechos muestran lo contrario a lo que se afirma, por tanto es por medio de la transformación de las materias primas en bienes manufacturados que se logra la creación de riqueza, y para ello es necesario, poner la ciencia y la tecnológica al servicio de los pequeños y medianos productores agrarios, generar cadenas de frío que permitan que los productos del agro puedan ser almacenados, mientras son enviados a los centros de acopio, donde serán comprados por la gente de los centros urbanos y otra parte se vaya para las exportaciones.

En Colombia nos han dicho muchas mentiras y una de ellas, es que somos un país capitalista, cuando no se ha hecho la principal reforma para dejar atrás los rasgos del modelo feudal, y para ello es necesario llevar el estado, encarnado en sus instituciones, a todo el territorio nacional, también es importante una planificación seria de la economía, definir cuáles son los bienes estratégicos que deben estar bajo control del estado,  y cuáles pueden ser entregados para que sean manejados por el sector privado.

No se puede hablar de capitalismo de mercado, en un país donde la gente en el campo no cuenta con maquinaria ni tecnología, donde aún en muchas regiones del país,  no se tiene acceso a servicios públicos y en pleno siglo XXI se carece de conectividad a internet, no se tienen vías terciarias, por ello, un campo pobre no es ejemplo de ningún capitalismo, por el contrario, eso lo que muestra es rezagos de una economía semi feudal, donde aún el poder político lo determina la tenencia de la tierra, donde  gobiernan clanes familiares, los cuales bajo el linaje y los apellidos manejan los destinos de medio país. Si uno mira este modelo de gobierno de apellidos y castas, es propio de los regímenes feudales de Europa, del siglo XV al XVIII.

Otra de las grandes mentiras que se ha contado al país desde la prensa del establecimiento, es que solo hay una forma de capitalismo, debido a que se niega a propósito, el modelo de libre mercado de los países escandinavos, donde se redistribuye la riqueza, el sector privado tiene limitaciones, también el de la social democracia europea y los llamados estados de bienestar, por tanto, hay muchas formas de capitalismo e incluso en los EE, UU  hace décadas hay una ley antimonopolio que impide que un solo grupo económico controle todo un sector de la economía, es por eso que en ese país, el gobierno federal publico el 2 de julio la ley Sherman antitrust, con la cual obligo al multimillonario Jhon Davison  Rockefeller a dividir en varias partes su empresa Standard Oil, que para el momento tenía el monopolio del negocio del petróleo. 

Es claro que el mundo de hoy es globalizado y esto es producto del desarrollo de las fuerzas del mercado, por eso en un supermercado se encuentran productos venidos del otro lado del mundo, sin embargo, como lo dejo claro el mismo ex presidente Donald Trump, no se puede permitir que los productos importados desplacen la mano de obra local, era por ello que este supremacista blanco, hablaba de hacer grande a los Estados Unidos de nuevo, y por ello; fue votado por la población que producto de la desindustrialización y la deslocalización de las empresas, que enviaron  a otros países sus cadenas de montaje, donde pagaban sueldos más bajos y producir era más barato, y fueron dejando una gran masa obrera de estadunidenses sin empleo en varios estados, en especial en lo que es llamado el cinturón del óxido.

Ante este mundo donde se enfrentan los globalistas y los nacionalistas económicos, los tótems y los tabús del mercado han sido cuestionados, lo dejo claro Reino Unido con la aprobación del Brexit en 2016, lo que significo nada menos y nada más que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, enviando un mensaje al mundo de que todo ha cambiado.  Ya que el librecambismo nace justo en este antiguo imperio colonial, al ser una Isla impuso el comercio a través de su armada al resto del mundo, incluso se recuerda como obligo a los chinos a comprar el opio que vendían, llevando esa sociedad a la degradación por varias décadas, y cuando el emperador que también era adicto al opio, decidió prohibir su venta, los británicos no tuvieron problema, en declarar lo que la historia conoce como la guerra del opio.

Ante este mundo cambiante, dice el profesor de posgrado de la UNAM y autor de varios libros de geopolítica, Alfredo Jalife Rahme, “no se puede seguir hablando de las viejas categorías de izquierda y derecha propias del siglo XX, ya que no se puede pensar que Vladímir Putin es un comunista soviético, ni menos que la China comunista  sea un proyecto económico socialista, ya que es la fábrica del mundo y actualmente la mayor potencia económica del globo”, estamos entonces ante un mundo multipolar, donde surgen nuevas potencias mundiales que disputan el tablero de ajedrez global y donde la lucha es en varios frentes por áreas de influencia y zonas de seguridad de cada de una de estas potencias. Esa es una de las razones de la guerra de ucrania, la tensión entre China y Estados Unidos por el control de la isla de Taiwán, las presiones que se hacen desde el departamento de estado de EE, UU en contra de Venezuela y Nicaragua que son aliados en esta zona de Rusia y de China.

Hay que dejar atrás la ingenuidad a la que lleva la ideología que considera que un imperio busca liberar otros pueblos, precisamente para serlo, debe mantener a otros países como neo colonias, en este juego de ajedrez de geopolítica, discursos como los derechos humanos no son determinantes, ya que estos los violan tanto los chinos, como los rusos y ni se diga los estados unidos, que tienen una larga historia de apoyos a gobiernos sanguinarios; basta citar su respaldo acérrimo a las monarquías saudíes y las teocracias del emirato, como diría un cineasta “esos son regímenes totalitarios, pero son nuestros aliados y defienden nuestros intereses”.

Este es el mundo real más allá de la ideología, un juego donde tres superpotencias se disputan la hegemonía, cada una pensando en sus intereses y trabajando de forma constante en aplastar al otro.  Sin embargo, tal como parece, el mundo ya no se gobierna por un hegemon y ahora hay tres grandes bloques, cada uno diferente, y la democracia de mercado occidental ya no es la única, ni sus criterios ni principios, es entonces este siglo XXI un mundo complejo, convulsionado, y donde América Latina es solo un observador, ya que al carecer de un proyecto económico colectivo, no puede hacer otra cosa que ponerse de uno u otro lado, y buscando  negociar lo mejor posible para evitar ser sometido en este mundo multipolar.

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