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Obituario  |  04 abril de 2019  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Murió Gilberto Chávez, el principal fundador de la Corporación Bolo Club de Armenia

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Un ataque fulminante al corazón se llevó a Gilberto Chávez Escobar, a la edad de 89 años. Chávez fue uno de los siete fundadores de la Corporación Bolo Club de Armenia, nacida en el año de 1965. Era el padre de la famosa escritora Gloria Chávez, residente en los Estados Unidos. Su velación se realiza en la Funeraria la Paz, en el parque Fundadores, pero en la mañana de hoy será tenido en cámara ardiente en el salón principal del Bolo Club. Sus exequias serán este jueves a las 4 de la tarde en la catedral de la Inmaculada Concepción.

La historia del Bolo y de Chávez

El juego de bolos llegó a Armenia hacia 1955, traídos e instalados en un local del marco de la plaza Bolívar, enseguida del café La Corvina, por los señores Gabriel de los Ríos, Gonzalo Toro Patiño y Nemesio Arango. Años después, un puñado de jóvenes, humillados en su amor propio, decidió reunirse, conseguir un dinero, ahorrar otro, y comprarles a los tres propietarios particulares las dos canchas y formar una sociedad de amigos amantes del juego del boliche. Esa fue la génesis de la actual Corporación Bolo Club de Armenia.

Todo comenzó por una pelea alrededor del amor por los pines y los boliches. Los muchachos se aficionaron a este deporte y organizaron un campeonato, que hicieron entre tintos y aguardientes que consumían en un café contiguo, el Caucayá, y uno que otro buñuelo que le compraban a Rubén Botero Jaramillo.

Le pidieron a los dueños de la bolera, De los Ríos, Toro y Arango que les permitiera jugar el torneo, después de las seis de la tarde. Los dueños aceptaron y los muchachos se alistaron para lo que sería el primer torneo municipal de este deporte. Corría el año de 1965. Cuando llegaron a jugar, las dos pistas estaban ocupadas por sus dueños, y se negaron a prestarlas para el torneo. “Si quieren jugar, cómprenos las canchas, o consigan unas para ustedes”, les gritó De los Ríos. Los muchachos empacaron sus boliches y sus zapatillas, y se fueron, enojados, a tomarse unos tragos al Caucayá. Y surgió la idea: “comprémosle la bolera a Gabriel de los Ríos”.

Compraron las dos pistas

Ese grupo fue liderado por un exitoso vendedor de seguros: Gilberto Chávez, secundado por seis aficionados más: Carlos Sánchez Medina, Zahir Martínez Rodas, Leonardo Guerrero, Henry Osorio, Óscar Roldan y Octavio Correa, el Tigre. Volvieron a reunirse, ‘picados’ por la humillación que les habían hecho, y nombraron una comisión para que le preguntaran a De los Ríos cuánto valían esas dos pistas. “150 pesos, me dan una cuota de 50 y me pagan los restantes 100 por cuotas”, les respondió.

Los siete jóvenes tomaron el riesgo. Reunieron de a $5, y prestaron los $15 restantes para la cuota inicial. Cada mes, sagradamente llevaban $5 pesos más, hasta que terminaron de pagar la deuda. Ahora podían organizar el campeonato, invitar a sus esposas, inventar una especie de liga, y tener un sitio de entretenimiento, en el mismo local, enseguida de la Corvina, en el marco de la plaza Bolívar. Había llegado el año 1966 y el revolcón del pueblo, convertido en capital del departamento del Quindío.

La Bolera

Los aficionados crecieron y los siete socios empezaron a recibir a nuevas personas, para financiar las actividades y expandir la bolera. Así, pensaron en trasladarla de sitio y tener no dos, sino cuatro pistas. Consiguieron la misma persona que había construido e instalado la bolera del Club Guadalajara de Buga, para que viniera a Armenia y le anexara dos pistas más a la que funcionaba en la Corvina. Cada uno de los siete socios fundadores se comprometió a traer diez socios más, para lograr los recursos del nuevo proyecto. Alquilaron el local de la casa de don Rubiel Cárdenas, donde había funcionado la Caja Agraria, en la mitad de la cuadra de la carrera 14 entre calles 21 y 22 y allí instalaron lo que en adelante se conoció como La Bolera, con cuatro pistas, cuyos pines eran parados por cuatro adolescentes que se escondían detrás del hueco final de la cancha.

Se pasaron para la nueva sede en el año de 1969, la fiesta de inauguración duró toda la noche y la madrugada del día siguiente. Los borrachitos terminaron en La Última Curva, donde Rubén Botero Jaramillo ya no vendía solo buñuelos, sino la mejor chuleta de cerdo del recién creado departamento del Quindío.

El Bolo Club

Los socios siguieron soñando: había que hacer una bolera con doce pistas. Llegaron los setenta, y volvieron a convocar a nuevos socios para que crecieran las finanzas. Fue entonces cuando compraron un terreno en la avenida Bolívar, frente al parque Los Fundadores, y crearon un club parecido a aquellos que tenían los ricos de la ciudad: América y Campestre, así nació la Corporación Bolo Club. Al principio fue solo una ramada, a la que acudían los socios a planear la construcción del edificio, hacían comitivas, asados y pequeños eventos para recolectar dinero. Hasta que levantaron el nuevo edificio, con 12 pistas de bolo, una pista de baile, un bar restaurante y una piscina. Lo lograron, con el tesón de estos siete muchachos, que un día se sintieron heridos en su amor propio del boliche y los pines, que fueron su vida. En 1977 inauguraron la primera parte de su club, el que siempre consideraron su segunda casa.

Las bolicheras

Las esposas de los siete socios fundadores fueron fundamentales en la creación y el crecimiento de la Corporación. Jugaron a los bolos como ellos, y consiguieron medallas nacionales, como ellos, que le dieron lustre al departamento del Quindío. Dos de ellas, Nubia Tobón de Martínez, y Fanny Gálvez de Sánchez, lo recuerdan hoy con la nostalgia de sus esposos fallecidos, pero con la convicción de haber contribuido a la construcción del Bolo Club. “Nada más hermoso que recordar hoy, cuando se celebran los 50 años del Bolo en Armenia, a mi esposo Carlos Sánchez y a sus amigos, luchando a brazo partido, convencidos de crear un espacio de recreación y deporte para ellos, para nuestros hijos, pero sobre todo para la sociedad quindiana”, rememora Fanny Gálvez, mirando la foto en que acaricia el boliche, como un trofeo. Y dice: “Para Carlos Sánchez Medina, mi esposo, una de las insignias del juego de bolo en el Quindío, su vida fue un boliche. Lo practicó desde joven en la primera bolera de Armenia. Yo sé que Carlos Sánchez hubiera querido estar en la celebración, pero su corazón se lo impidió”.

Paz en la tumba de Gilberto Chávez, fundador del Bolo Club, y nuestras sentidas condolencias a sus familiares.

 

Los siete fundadores del Bolo Club: Henry Osorio, Leonardo Guerrero, Zahir Martínez, Gilberto Chávez, Octavio Correa y Carlos Sánchez Medina.

 

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