Terror en el supermercado

13 octubre 2022 6:52 pm

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James Padilla Mottoa

Antes uno iba al teatro, ojalá muy bien acompañado, para ver las promocionadas películas de suspenso o de terror, como entonces las llamábamos. Ahora no es precisamente en el teatro donde tenemos esas sensaciones de pánico y terror: es en el supermercado, tienda o granero donde solemos ir a comprar las cositas del mercado. Porque lo que entonces era un recorrido con una dosis de lúdica en el que también eran invitados los hijos, hoy en día es un pasaje aterrador.

No creo exagerar cuando digo que observar los cartelitos de los precios nos produce un sentimiento de espanto y desolación. Espanto porque las alzas dejaron de serlo simplemente para convertirse en algo que ni siquiera llegamos a imaginar en los peores sueños y desolación porque no vemos una luz salvadora en el tortuoso camino.

La última vez, presa del desconcierto, miré a mi alrededor buscando otra mirada solidaria distinta a la de mi esposa y sólo encontré la del administrador del local que con un gesto y movimiento de manos pareciera decirme: "así son las cosas y qué le vamos a hacer".

Creo que los que ya tenemos una buena cantidad de años tampoco habíamos vivido una situación igual a la que estamos registrando, disculpada con argumentos disimiles y cada cual menos convincente: Que la pandemia, que el gran paro nacional, que la guerra de Ucrania, que el huracán del Caribe, que la gripa de Ortega o la llegada del invierno. Hasta al pobre Petro le están echando la culpa de este muerto que él ya encontró, de varios días, en la sala de su administración.

Está bien que las alzas sean cosa normal y que siempre hayamos tenido que vivirlas, pero en la proporción de ahora, jamás. Las cosas, sobre todo los alimentos, subían un 6, 8 y hasta un 10 por ciento y uno rezongaba, pero terminaba aceptándolo "por esas cosas del mercado". Sin embargo, ahora, hay elementos esenciales de la canasta familiar que han subido hasta un 30, 40 o 50 por ciento. ¿Qué me dicen de la carne que se convirtió en comida para ricos, como decía mi padre? ¿Y la comida de las mascotas, el concentrado, que subió en pocos meses la bobadita del 110 por ciento?

O sea que ahora es más fácil mantener a un cuñado con solitaria que al pobre perrito de la casa.

A este paso no sabemos lo que vamos a hacer, ni qué medidas podrá instrumentar el gobierno para frenar un poco esta avalancha que no amenaza, sino que nos está sepultando de una vez, sin que alguien tire un lazo de auxilio.

La próxima será este fin de semana, por el día de quincena; vengan todos a la función, pero ármense de valor para que no sufran un colapso de pánico.

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