Por el sur, traviajando ando

23 octubre 2022 5:04 pm

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Iván Restrepo

 

Nada mejor para quienes por razones de trabajo o de placer debemos desplazarnos a otro país, el poder ingresar a este sin visa; no solamente por el placer final de poner pie en tierra foránea sino por no tener que incurrir en vueltas, trámites, gastos y más cuando se trata de alguien como ustedes y yo que vivimos en la provincia. A todo lo anterior, agréguenle el hecho de verse uno en la necesidad de tener que esperar meses (y hasta años) para obtener una visa a la cual hasta se le mira como un trofeo, precisamente por todo el esfuerzo que la misma acarrea.

La semana pasada, por razones de gestiones de índole personal, tuve que desplazarme hasta Uruguay en un viaje extenuante en donde casi que solamente me faltó montar en globo. Explico: Calarcá-Bogotá en bus el martes; 10 horas en Expreso Bolivariano (del cual soy cliente frecuente con muchos kilómetros acumulados), opción que tomé ya que el precio del boleto en avión, dizque por ser final de alta temporada, costaba un ojo de la cara. Salida Bogotá – Buenos Aires el miércoles a las 10 de la noche con llegada al destino el jueves 6 de la mañana, (no quiero dejar de anotar que el paso por inmigración tomó una hora y cuarenta minutos). Desde Ezeiza, el aeropuerto de Buenos Aires, tomé un bus de la línea “Tienda León” hasta la parada de Puerto Madero, donde caminé por la hermosa zona del puerto unas seis cuadras hasta el terminal de Buquebus para zarpar hacia Colonia de Sacramento, una hermosa ciudad en la costa uruguaya, ubicada justo al frente de Buenos Aires y que por muchas razones siempre me recuerda a Cartagena en su entorno colonial, con sus casas y sitios de ensueño. Luego de una muy corta estadía en Colonia de Sacramento abordé un bus que me trajo finalmente hasta Montevideo. Ya se podrán dar cuenta de la paliza que me di de martes hasta el jueves por la noche. Para agregar a lo del viaje, reservé un hotel en el centro de Montevideo sin mirar referencias y este descuido me pasó factura al punto tal que me retiré del mismo por razones que no vale la pena explicar. Me cambié para el Hotel Ibis de La Rambla en Montevideo y allí ya me sentí como debe ser: cómodo y limpio. Excelente servicio y una ubicación en primera línea de playa sobre el majestuoso Río de La Plata.

Es grato comprobar una vez más porqué este hermoso país Uruguay, no obstante ser tan pequeño, marca la pauta en Latinoamérica: La cultura de su gente, por los aportes a las letras universales y al arte en general. Logré terminar parcialmente mis gestiones (las cuales debo finalizar este, mi lunes de columna, el día de mi encuentro con ustedes queridos lectores).

El fin de semana decidí pasarlo en Punta del Este, lugar al que me dirigí el sábado de mañana con tan mala suerte que el clima estaba caótico, con tempestades y un frio de esos cala-huesos. Esto no fue óbice para visitar a mis amigos y compañeros del Hotel ENJOY PUNTA DEL ESTE (en mi época, CONRAD PUNTA DEL ESTE). Es grato deshacer los pasos y poder uno encontrarse con viejos amigos, cuyos nombres no voy a mencionar para no caer en el pecado de la auto omisión. Esta mañana de domingo, ya con un sol radiante, salí del Hotel Alhambra (bueno, cómodo, muy buen precio) a hacer mi recorrido habitual de unos 7 kms (el cual tenía por costumbre cuando vivía por acá), encontrándome en el recorrido con viejos amigos que recordaba de la hermosa etapa de mi vida que pasé en estos parajes de uno de los destinos más lindos que jamás haya conocido.

Una recomendación para ustedes mis queridos lectores: Si vienen a Buenos aires, salten el río hasta Montevideo y Punta del Este, estoy seguro que les va a encantar.

Hasta la próxima,

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