Desplazamiento forzoso, también de animales

24 octubre 2022 7:43 pm

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Por Miguel Ángel Rojas Arias

 

Hace un par de meses hallé una pareja de micos perezosos en la vereda Camino Nacional del municipio de Salento a 3.100 metros de altura sobre el nivel del mar, con una temperatura promedio, hasta hace poco, de 12 grados aproximadamente. Estos animales los conocimos, tradicionalmente, en la zona templada de Armenia, lugar que tiene 1.500 metros de altura y una temperatura media, hasta hace poco de 21 grados centígrados. ¿Por qué estos animales a semejante altura? Porque el clima ha variado en los últimos treinta años en el Quindío.

Según un estudio realizado por profesores de la Universidad del Quindío, denominado Variabilidad de la precipitación y la temperatura en la cuenca hidrográfica del río Quindío, hoy las lluvias tienen períodos mucho más largos y con más cantidad de agua, y el verano o sequía también es ahora mucho más prolongada. La temperatura viene aumentando y se piensa que al 2050 habrá crecido en un 0.5 por ciento, diferenciación igual a la que se presenta en casi todo el país.

Los profesores Pedro León García Reinoso y Elkin Aníbal Monsalve Durán, de la facultad de Ingeniería; y César Augusto Bustamante Toro, docente del programa de Licenciatura en Biología y Educación Ambiental encontraron evidencias en torno a la mutabilidad en la calidad y cantidad de agua en este departamento. El estudio se hizo con la información sobre lluvias y temperatura arrojada por las estaciones hidro-meteorológicas ubicadas en aeropuerto El Edén desde 1949 por el Ideam, y en el año 1971 por la CRQ y Cenicafé en La Bella, Paraguaycito, el Cedral y Cumbarco. 

El  régimen de precipitaciones muestra cambios importantes, que provocarán aguaceros con lluvias más abundantes, es decir, los períodos húmedos serán más húmedos y los secos serán más severos. A futuro, el Quindío tendrá un poco más de lluvias con relación a las que tiene hoy, por lo menos hasta el año 2050, pero igualmente habrá períodos más secos y prolongados a los que se presentan en la actualidad. Un estudio reciente indica que el Quindío, en unos años, se parecerá al Chocó, porque lloverá como en ese departamento.

El calentamiento local ha provocado el desplazamiento de una importante parte de la fauna del Quindío desde las antiguas zonas templadas de los municipios del centro: Armenia, Calarcá, Montenegro, Circasia, hacia franjas considerablemente más altas, como Salento y Filandia. Muchos adultos residentes hacen más de treinta años en la región aseguran que desde la mitad de la década del ochenta del siglo XX, no volvieron a ver nieves perpetuas en el nevado del Quindío. Las variaciones hacen prever que para el año 2027 el 41% de la población residente en la región no contaría con disponibilidad suficiente de agua para su consumo, según los investigadores.

Las causas son ya evidentes: producción de gas carbónico, deforestación, desaparición de los bosques primarios en la zona media del departamento, así como el cambio de la caficultura tradicional de sombrío por aquella a sol pleno, por una parte; y por la otra, la transformación de los cafetales en potreros. Sin contar con lo peor que nos puede llegar, la megaminería a cielo abierto y la explotación petrolera.

Esta investigación, aunque ya tiene algunos años, no deja de ser una voz de alerta, mucho más cuando hoy vemos esa realidad con la severa temporada de lluvias que está vigente. ¿Qué vamos a hacer? ¿Está siendo considerado este estudio para los planes de desarrollo del Departamento y de cada municipio del Quindío? Y lo más importante: ¿vamos a seguir planeando la región a cuatro años, en vez de hacer una proyección a largo plazo, 30 años, por ejemplo?

Y a propósito, ¿estamos lo suficientemente bien preparados con los planes de prevención y atención de desastres en el Departamento y el municipio de Armenia con motivo de la ola invernal que padecemos, que según el Ideam se extenderá hasta más allá del mes de diciembre? No hay que olvidar que el tema de la atención de desastres debe afrontarse desde una política de gestión del riesgo desde el calentamiento global.

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