Johan Andrés Rodríguez Lugo
Sí, realmente nos pensamos a Calarcá sentados en el café La Tertulia. Ahí mantenemos, ahí conversamos, ahí decimos y hasta nos ilusionamos con el porvenir. Para nadie es un secreto, aunque lo intenten usar en contra de quienes solemos encontrarnos en esta esquina del parque principal de Calarcá. Es un sitio estratégico para conversar sobre lo que sucede en el municipio. Y no solo lo hacemos nosotros, es decir, mis amigos y yo, lo hacen concejales, diputados, comerciantes, cafeteros, terratenientes y, para vergüenza nuestra, hasta el mismo Popeye estuvo sentado en esa esquina, quizás, tomando decisiones o proponiendo cosas. El espacio es tan cotidiano, cómodo y concurrido que siempre hay alguien sentado, tomando café, hablando de cosas y mirando hacia el edificio del concejo, la administración o la alcaldía para dar bendiciones, agradecimientos o madrazos.
Hay otros cafés y cafeterías en Calarcá, por supuesto: Idilio, Origen, Selva Negra, La Cascada, Simón Simón, Boinas Rojas, Momos, El Taz Taz, Las Caleñas, La Ruana, La Hacienda La Pradera, Frida, El Farol, ah no, este último ya no existe, y bueno, los que me falten por nombrar. Hay muchos cafés y cafeterías en Calarcá, pero en La Tertulia es en donde suceden estas cosas, por ejemplo, tener la posibilidad de presenciar desde la distancia uno de los fiascos publicitarios más vergonzosos que recuerdo a mi corta edad: La celebración de la finalización de un contrato que estuvo desangrando por años al municipio. Lo que me parece curioso de esto no es el resultado, que era inminente, todos sabían que no se podía repetir el contrato de operación, sino las formas, esas cosas intangibles que logran llamar la atención ya sea para admirar, o como en este caso, despreciar, porque sin duda esa fue la sensación: Una vergüenza.
Pensarse un municipio no es fácil, claro está, hace más de 8 años junto a Sebastián Ramos escribimos las primeras anotaciones sobre lo que queríamos que fuera Calarcá, durante meses estuvimos pensando, rayando, preguntándole a amigos y a familiares sobre lo que pensaban del municipio. Luego, para el año 2019, hicimos una serie de actividades y propuestas en donde le pedimos a los calarqueños que nos contaran lo que se soñaban, lo llamamos “Tu idea para Calarcá”, con este insumo nos sentamos a leer y a encontrar otras cosas sobre nuestro imaginario de los requerimientos y esperanzas, de las ausencias y los quereres, de los sueños y expectativas que tenían, o tienen aún quienes quieren un municipio diferente. Desde ese momento hasta la campaña misma teníamos claro que sin duda este año iba a suceder el final de la contratación por parte de las empresas públicas del municipio con el esperpento llamado Multipropósito que lo único relevante que tenía era el jingle que sonaba cada lunes, miércoles o viernes, por mi casa, cuando la basura anunciaba su recolección.
Y es que este tema era tan claro que incluso, en uno de los debates que se hicieron con los candidatos a la alcaldía de Calarcá, se les preguntó si volverían a contratar los servicios de la extinta empresa y TODOS respondieron con un rotundo NO, lo que deja el sinsabor y la mofa a la noticia que posteriormente se publicó en las redes sociales de la Alcaldía de Calarcá en donde se decía con bombos y platillos: “El alcalde Luis Alberto Balsero le ha devuelto los servicios públicos a los calarqueños”. Desde aquí les decimos: mentirosos. Sobre todo, por lo que vino luego, otra noticia rimbombante en donde se intentaba mostrar que Kurt Wartski Patiño también era el salvador inminente de las empresas calarqueñas. Pero entonces nos preguntamos: ¿Cómo podrá el mismo Gerente que estuvo más de 10 años en la empresa privada que le hizo mal al municipio y que ahora está, curiosamente, en la empresa pública salvar a los calarqueños?, ¿Va a cuestionar lo que él mismo hizo? Espero que al menos, por respeto, don Kurt haya cambiado la oficina de lugar porque es que ni los colores institucionales se modificaron.
Cómo es posible, entonces, que se atrevan a engañar de esta manera a los habitantes de un municipio que se ha retrasado nuevamente en sus formas y procesos. Cómo es posible que no tengan vergüenza por un electorado que no se ha visto representado ni siquiera en la forma en que se manejó la pandemia, porque alcalde, no se nos olvidan los escándalos de los mercados, ni sus ausencias y sus malas decisiones. Cómo es posible que algo tan básico como simplemente aceptar que desde hace años se habían tomado malas decisiones ahora sea motivo de orgullo y se celebre cual fiestas de junio con carros adornados de bombas, desfiles de motos (de los propios contratistas a quienes ni para la gasolina les dan), personas con pitos y aplaudiendo condicionados a un contrato o a una promesa contractual y luego lo peor, lo más asqueroso de todo, la quemada de recursos públicos en juegos pirotécnicos que solo permiten comprobar esos vicios mafiosos que provocan desprecio rotundo en quienes intentamos comprender y visibilizar la forma en que se han adueñado del municipio para nada.
Lo más ofensivo de todo, además de tanto, es que las comunicaciones de la alcaldía se han encargado de inflar la supuesta gestión del alcalde Balsero de una manera tan vergonzosa que lo único que han logrado es demostrar que durante su gobierno las decisiones han sido cuestionables. Hace poco se atrevieron, desde la misma página de la alcaldía, a publicar una “noticia” en donde decían que 80.000 calarqueños estaban esperando que el Concejo aceptara un endeudamiento municipal para comprar maquinaria amarilla y “poder seguir mejorando las vías del municipio”. No nos falten al respeto de esta manera, por favor, de acuerdo a los datos estadísticos la población calarqueña no alcanza este número de habitantes, se habla de un total proyectado de 78.779* y ni siquiera el censo electoral llega a este número de calarqueños, pues de acuerdo a la registraduría, los habilitados para votar son 59.107** y ni siquiera el actual alcalde con sus formas pudo sacar una votación tan alta.
Soy un romántico de la política, y sin duda, con todo esto, compruebo que vivo en una construcción calarqueña de antaño que ya no existe. Creo que me quedé en la ilusión de grandeza que me contaba mamá, en el recuerdo de progreso al que asistió don Papá y en el pasado cultural y representativo que le dieron en algún momento el carácter de municipio insignia del departamento. Vivimos de un ayer que ya no es y de una “cuna de poetas” que ya no balancea grandes letras literarias ni tampoco procura la trascendencia de los espacios. Un municipio que ya no le apuesta a la cultura, ni a la industria, ni a la educación. Vivimos del recuerdo, de la ilusión, de la desesperanza, viendo cómo a diario se toman decisiones que en nada les aportan a las necesidades locales y que simplemente son la sumatoria de cosas que retrasan el final de uno de los peores gobiernos que ha tenido la Villa del Cacique, que para nuestra vergüenza no han sido pocos.
Pero bueno, quizás ellos tengan razón, ¿Cómo me atrevo a decir tantas cosas si simplemente soy uno más de los que se sienta desde La Tertulia a pensar el municipio y a suponer lo que nosotros haríamos si estuviéramos en ese poder? Porque claro, varios la tienen clara, nos gritan que decimos lo que decimos porque no estamos tomando decisiones y no nos hemos contaminado, y pues bueno, razón tendrán, mientras nos dejen demostrar lo contrario seguiré esperando que se enfríe este intenso que acabo de pedir. ¡Salud!
*https://observatorio.quindio.gov.co/images/fichas_basicas_municipales/Calarca_FBM_2019.pdf
**https://www.registraduria.gov.co/?page=auxiliares_delegaciones&delegacion=quindio&id_rubrique=557&seccion=68&auxiliar=684