Guillermo Salazar Jiménez
Sin pedagogía la “paz grande” no será posible, Rusbel Caminante lo advirtió mientras imaginaba el despertar de Salzburgo, Austria, cubierta por la neblina aquella mañana dominical del pasado 25 de septiembre. Desde la ventana de la casa sobre la montaña de El Gaisberg, el surgir de los picos altos de Los Alpes por entre la espesa niebla, lo llevó a imaginar que la paz pregonada por el actual gobierno colombiano no se verá sin una profunda transformación pedagógica.
La paz de Colombia necesita con urgencia de una nueva pedagogía que impulse el valor de la discusión y la controversia, Rusbel Caminante afirmó con el político estadounidense Hiram Johnson que “La primera víctima de la guerra es la verdad”. Por ello creyó que es necesario enseñar el valor conceptual de las diferencias para analizar los problemas y apreciar el significado de los conflictos para superarlos. El trabajo en equipo y la construcción colectiva escolar, como actividades prácticas, podrían conducir al aprender a conocernos y a los demás; a crecer con base en la confianza y la tolerancia. A respetar la pluralidad y la flexibilidad, bases claves de la convivencia.
“Se tardan veinte o más años de paz para hacer a un hombre, y bastan veinte segundos de guerra para destruirlo”, lo leyó Rusbel Caminante del rey belga Balduino y concluyó que, si bien es importante implementar una pedagogía de la paz para jóvenes, es más definitivo hacerlo cuanto antes con los niños colombianos. Pensó que en los prescolares y escuelas de hoy es necesario desterrar el predominio de las actitudes y las acciones sobre la creatividad y el espíritu libre y, así, cuando termine el actual periodo presidencial, estos colombianos con 10 y 12 años tendrán las aptitudes primarias para solidificar la futura paz.
A las 8:15 de la mañana cuando aún el azul intenso de los Alpes sobresalía sobre la blanca niebla que cubría a Salzburgo, Rusbel Caminante con Mark Twain expresó que muchas guerras se presentan porque fracasa el lenguaje. La falta de entendimiento entre actores desata pasiones para enterrar acuerdos. De aquí, la importancia de la pedagogía de la paz para detener la guerra. Necesitamos escuelas más participativas y deliberantes, continuó, sería importante fortalecer organismos colegiados de dirección y administración escolar, para que sobre el debate amplio triunfe la decisión mejor argumentada y no aquella derivada del poder de la palabra de los maestros o del poder legal de los rectores.
Rusbel Caminante afirmó que el tiempo apremia, resulta forzoso disminuir espacio al academicismo para darle fortaleza a las humanidades. al arte, al deporte y a los proyectos colectivos, donde las solidaridades afectivas fundamenten el apoyo mutuo, la confianza en la palabra y el reconocimiento del otro para reconstruir el tejido de la sociedad colombiana. La “paz grande” necesita de una pedagogía propia, lo advirtió Virginia Woolf al afirmar que “Podemos ayudarlo mejor a evitar la guerra no repitiendo sus palabras y siguiendo sus métodos, sino encontrando palabras nuevas y creando nuevos métodos.”