Gilberto Zaraza Arcila
Con el esperado triunfo de Luis Inacio Lula Da Silva en Brasil, el país más grande y más poblado de América Latina, se consolida la mayoría de gobernantes progresistas que permitirán concretar la anhelada unidad latinoamericana. Por primera vez 11 países los más representativos de este continente tienen presidentes de izquierda. Es la oportunidad histórica de avanzar en el propósito de alcanzar la unidad, la integración y la cooperación internacional, política, económica y cultural para lograr el crecimiento y desarrollo económico regional, que permitan aumentar el bienestar y calidad de vida de sus habitantes y poder superar el subdesarrollo, la desigualdad y la exclusión social.
La ambiciosa propuesta lograría la cohesión de 46 países con 640 millones de habitantes y una extensión de más de 18.526.000 kilómetros cuadrados, con los que se conformaría un bloque con las mismas pretensiones que logró la Unión Europea. Esta unión se podría formalizar a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) creada en el 2011, o en su defecto a través de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) creado en el 2008. Pero que hasta la fecha no han logrado concretar sus objetivos iniciales, porque Estados unidos y presidentes de derecha han bloqueado o debilitados estos organismos.
La división y la desunión de los países de este continente, son la causa del atraso. Lo que posibilita que sean presa fácil del imperio norteamericano, para darles tratamiento de colonias o patio trasero. Por eso la larga tradición de invasiones, golpes de Estado, imposición de gobernantes y nocivas recetas tributarias a través del FMI y BM, tratados de libre comercio leoninos, explotación de nuestros recursos naturales, pérdida de soberanía, etc. Y sin ninguna autoridad moral se arroga el derecho de descalificarnos o descertificarnos en materia de derechos humanos y de lucha contra las drogas. Y de bloquear económica, financiera y comercialmente a los países cuyos presidentes no entreguen la soberanía o sigan sus instrucciones.
La unión hace la fuerza. Actuando unidos en un solo bloque de países, se puede tener mayor poder de negociación y lograr mejores resultados que de manera individual. Esta unión debe incluir los siguientes objetivos: Establecer una moneda común, que le da solidez y evita quedar a merced de la devaluación que promueve Estados Unidos cuando eleva sus tasas de interés para debilitar las economías de los países con gobernantes progresistas. Eliminar barreras fronterizas y comerciales para permitir la libre circulación de personas, mercancías y capitales, lo que incluye el derecho a vivir, estudiar y trabajar en cualquier país de la unión, brindando mayores oportunidades de formación, trabajo y un mejor futuro. Fijar un arancel aduanero común frente a países por fuera de la unión. Concertar una política exterior conjunta. Aprobar acuerdos de cooperación judicial para perseguir y repatriar delincuentes. De defensa de la democracia y el Estado de derecho. De respeto irrestricto a los derechos humanos. En seguridad, de defensa y asistencia recíproca. La defensa de los recursos naturales para reducir los efectos del cambio climático. Lucha conjunta contra el hambre, el desempleo, la corrupción, la impunidad, y el tráfico de estupefacientes. Concertar grandes proyectos de infraestructura en materia vial, energética, de comunicaciones, etc., que sin el concurso de todos los países, jamás se podrían realizar.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en su último periodo de sesiones realizado el mes pasado en Argentina, acaba de proponer transformaciones estructurales al modelo de desarrollo económico, que permitan un desarrollo productivo sostenible e inclusivo, para poder salir del subdesarrollo, y sacar de la dramática situación de pobreza al 38% de la población y de la pobreza extrema (miseria) al 13.8%.
Brasil, México y Colombia con el liderazgo de Lula, López Obrador y Petro podrán sacar por fin adelante esta loable iniciativa. Mientras tanto, Estados Unidos utilizará todo su poder e influencia para oponerse. Pero si no es posible la unidad latinoamericana, se tienen las mayorías para lograrla en Suramérica. Es el momento del cambio y hay que aprovecharlo.