Roberto Estefan Chehab
La tranquilidad debe ser un propósito constante en cualquier situación del camino de la vida. Me estoy refiriendo a la “vocecita esa” que le han enseñado a uno desde niño, y habla solo a tu oído, a tu alma, a tu ser más íntimo: en mi caso, me dijeron que se llama “la voz de la conciencia”. Y, el concepto es muy importante pues significa hacer las cosas honestamente, con seriedad, constancia y amor. Indudablemente es imposible evitar las vicisitudes, innumerables, variadas e inagotables que se llegan durante la vida: no hay propósito que no se acompañe de situaciones estresantes, de por sí el estrés es necesario para mover al espíritu, las que en ocasiones nos quitan el sueño y hacen parecer que el sendero se torna difícil. Los nubarrones y las tormentas son frecuentes y pueden movilizar sensaciones de gran desasosiego, tristeza y desesperanza ¿Quién no ha tenido momentos así? Pero también es real la aparición de un nuevo rayo de luz que va despejando la confusión hasta devolver la calma y restaurar la fuerza para seguir adelante. En la lucha que supone avanzar, progresar e ir cumpliendo con las responsabilidades y el logro de las metas nunca falta el aprendizaje: para aprender es imprescindible tener disposición a tolerar la frustración como también el aplomo que mantenga erguido al espíritu, a veces cansado y asustado. “La constancia vence lo que la dicha no alcanza” reza un antiguo refrán. ¡Ah! Como ayudan en ciertos momentos esos breves aforismos pues están llenos de sabiduría y solo hay que meditar sobre el cumulo de experiencias ancestrales que llevaron a escribirlos. Si se es constante en un propósito valioso, seguro llegaran resultados valiosos. No siempre el efecto será la obtención de las cosas como se imaginaron, pero finalmente será un buen balance que finalmente es lo verdaderamente impórtate. Todo lo anterior para soportar el concepto de tranquilidad al que me estoy refiriendo: no planteo la ausencia de momentos duros con sus crisis, miedos; tampoco pretendo esbozar una teoría de nirvana total: el solo hecho de vivir supone cambios permanentes, tentaciones, caídas, tropiezos, desengaños y frustrantes momentos, pero así también como el ave Fénix, resurgir con fuerza y resiliencia pus vivir es exactamente eso: evolución, flexibilidad, fuerza y alegría. No podría uno saber que es la calma sin conocer la tormenta. Y entonces ¿a que me refiero con la tranquilidad como propósito fundamental? El tema es sencillo: así sea que no logremos muchos sueños, o que se nos trunquen proyectos, o fracasemos varias veces, debemos aceptar que es necesario cambiar el rumbo sin que ello signifique una derrota del vivir: la verdad es que eso se llama vivir y en esa hermosa oportunidad que tenemos sobre este planeta lo mas importante es ser virtuosos y no irnos en contra de nuestros valores, nuestros principios: respetar la vida, la lealtad hacia lo sano y verdaderamente valioso sin confundir ser leal con cohonestar con el error del otro por mas afecto que se le tenga; no inmiscuirse en cosas sucias y mucho menos perseguirlas como el gran objetivo creyendo que darán felicidad: amigo, le aseguro que la base de la felicidad, así sea que se este atravesando por un momento difícil, es la paz, la tranquilidad de conciencia, el reconocimiento de que a pesar de los resultados inmediatos, el verdadero balance se traduce en tener la conciencia tranquila. A esa tranquilidad me refiero y lo invito a reflexionar hoy sobre ese tema: las deudas se pagan o se negocian, la salud se cuida o finalmente se acepta la enfermedad, los amores van y vienen porque nadie es propiedad de nadie, el deber se cumple o no se cumple; al final lo que permite un verdadero sosiego es saber que se tiene tranquila la conciencia. En personas buenas, sanas, sencillas, no puede haber felicidad o alegría si la conciencia reclama así sea que el resto del mundo aplauda. [email protected]