domingo 16 Nov 2025
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Opiniones de un observador crítico

4 noviembre 2022 6:11 pm
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Libardo García Gallego

 

Esta vez estoy molesto en Armenia por la velocidad y bullicio de la movilidad urbana, así como por el manejo de las basuras.

En cuanto a lo primero, de un momento a otro el ruido es ensordecedor, miro hacia la calle y veo un loco motociclista que va sobre una sola rueda haciendo un pique a lo largo de más de una cuadra. Esto lo he visto muchas veces desde el frente del templo católico del Barrio Granada hasta la glorieta más cercana y dizque han colocado en ese barrio casi 50 cámaras de vigilancia pública, ante lo cual me pregunto: ¿Entonces para qué sirven esas cámaras si no pueden detectar las placas y el alto o bajo ruido de los automotores?

Siguiendo con los motociclistas: ¿Cuáles son las normas de tránsito para ellos: por qué lado pueden adelantarse a otro vehículo o por ambos lados?, ¿cuál es la velocidad máxima y cuántos decibeles son permitidos en áreas urbanas?, ¿debe o no aceptarse el zigzagueo?, se hacen muchos comparendos?, ¿etc.?

Otra cosa que me parece grave es cómo las calles céntricas de Armenia se convirtieron en un enorme parqueadero; hay calles donde no caben más de dos vehículos mal parqueados, así que bloquean la vía y no dejan espacio para transitar, ni siquiera los peatones. Obvio que no hay inversión en parqueaderos públicos y hacen falta vías porque los recursos para éstas fueron a parar a los bancos de los administradores corruptos.

En cuanto al manejo de las basuras se nos pide clasificarlas en casa y para ello venden recipientes con tres espacios con el fin de no revolver residuos orgánicos con plásticos y vidrios, papeles y cartón, pero para qué se clasifican en la casa cuando los carros recolectores mezclan todo, observo que de establecimientos públicos sacan canecas llenas de basura y los trabajadores, atletas por demás, las arrojan mezcladas al camión. Se necesitarían también clasificar los automotores o sus compartimientos para que esta norma se aplicara correctamente. En el conjunto donde resido varios propietarios las clasifican, pero no hay sino un contenedor, así que esto sólo ayuda a los muchachos recolectores.

Los encargados de separar las basuras son los gallinazos y los recicladores habitantes de calle quienes en cada esquina se pelean por las sobras alimenticias y por todo aquello que pueda servirles para obtener su porción de vicio u otras necesidades.

Lo único que no se ve es la acción de la administración pública para superar estas deficiencias en el centro de una de las regiones más turísticas del país.

Claro que este despelote descrito brevemente se extiende por todo el Quindío. Lo que el turismo más promociona es carestía y desorden.

 

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