Hasta mañana, ciudad de la eterna primavera.
La eterna de los borrachos filósofos.
La tacita de la jerga.
En la eterna de los culebreros y cuenteros.
Rebusque con cara de paisa.
Esta es la eterna.
Selva con olor a desvare.
[Alcolirycoz]
Johan Andrés Rodríguez Lugo
Hace más de cinco años no visitaba Medellín. La última vez, como ahora, fue por temas académicos. Anteriormente participé de los talleres del festival GABO que ahora por cuestiones logísticas y políticas fue trasladado a la capital del país. Esta vez tuve la oportunidad de ser ponente en el Congreso Internacional de Comunicación Estratégica “Inspirar para crear, crear para inspirar”, con una ponencia que titulé “Caricatura, periodismo y pandemia”, un proyecto en el que trabajo hace 2 años. El Congreso fue organizado por la Universidad de Medellín y su Facultad de Comunicación a quienes desde este espacio aplaudo por la excelente logística y el espacio tan gratificante que nos permitieron a los invitados y acompañantes. ¡Gracias!
Lo que me gusta de salir del Quindío, y de sus escenarios académicos, es que reafirmo que todo lo que hacemos en la región es valeroso, aunque es poco y con ausencias demuestra que podemos. Me he encontrado con personas que reniegan de nuestro departamento, de nuestros espacios, de nuestras formas, pero hacen muy poco por cambiar eso y aunque tienen razón, también lo que hacemos – con lo que tenemos – es importante. Muchos sienten envidia de lo que sucede allá, pero pocos hacen que eso ocurra aquí.
No me considero paisa, claro está, aunque mi relación con Antioquia es importante hace mucho reconozco que nosotros también contamos nuestra historia y que, por algún motivo, así fuera capricho, nuestros antepasados fundadores decidieron separar el territorio y “montar rancho aparte” porque algo veían aquí. ¿Y por qué menciono esto tan regionalista? Porque sin duda lo que resalta en los medellinenses y antioqueños es el amor por su tierra, por sus formas y sus procesos. Reconocen lo que fue, lo que es y lo que será. Saben, respetan y cuidan su ciudad. Si miramos para este lado, bueno, mejor les cuento lo que les quiero mostrar.
El tema de la inspiración fue central en el Congreso. Lo que trae la segunda pregunta de este espacio: ¿Qué o quién los inspira?, mientras se responden, continúo.
Hubo algo que me llamó mucho la atención: En el saludo protocolario proyectaron el video con el himno de Antioquia*, desde la primera escena comprendí qué los hace ser lo que son, aunque a muchos les parezca sobrevalorado mencionar “la grandeza antioqueña” sin duda la forma en que se encuentran y se reconocen en el trabajo constante y en la industria ha sido el pilar de su cultura. Cada escena mostraba más a las empresas y a sus trabajadores, que, digamos, el rostro de los políticos abrazando niños, abrazando personas o abrazando periodistas. Cada uno de los clips del video era una afirmación de que la gestión del empleo y del progreso es lo que permite a un territorio, entre otras cosas claro, trascender y generar un estilo de vida promisorio. Y sí, también está lo otro, lo que no se muestra, lo que sabemos: la muerte, el narcotráfico, la malicia indígena, el “perrenque de los paisas” que hasta montaron tiendas en el tapón del Darién, pero bueno, de esto conversaré más adelante.
De la conferencia con Guillermo Arturo Prieto, es decir, Pirry, me llamó la atención que muchos de los estudiantes que estaban a mi lado no lo conocían o no sabían realmente quién era. Me sentí viejo. En el primer momento de la charla mostró apartes de su viaje al volcán de Marum, en el archipiélago de Vanuatu en Oceanía, una experiencia de vida o muerte como nos acostumbró a ver en sus formatos. La charla se llamó “Mi amigo el miedo” y versó sobre la tesis de cuántas cosas perdemos por miedo a perder. No lo negaré, fue una charla TED, pero sin duda regresar a pensarnos cuántas cosas tememos y cuántas de esas omitimos solo por terror a fallar es importante, es más, hacer esta columna me genera mucho miedo y, sin embargo, aquí la leen. Me quedé en esa idea, porque, aunque nos invitó a ser estoicos en nuestras formas, esas expresiones de “tú puedes”, “todo es posible”, “trabaja más”, “madruga más”, a veces en Colombia solo quedan en eso: una palabra enarbolada que habita un teatro. Aunque se pueda, la realidad es otra cosa.
Daniel Samper Ospina, el bufón de la opinión, la otra vergüenza de los Samper, dijo algo que me pareció importante: No hay mejor momento en la historia para estudiar comunicación que ahora. La tecnología, decía, ha mostrado que está todo por hacer en este tema y que debemos ser estratégicos en el uso o el abuso de la misma. Asistir a su stand up “Polombia” es, entre otras cosas, la recopilación de esas fotos que narran esta Colombia atropellada por los “emblemas nacionales” que dicen cosas en televisión, toman decisiones en el Congreso y twittean para mantenerse en la escena. Lo que resalto de Samper, a pesar de los odios y amores que muchos tienen, es que sin duda ha sabido leer el momento. En su charla recordó lo que fue la visita de Germán Garmendia a la Feria del Libro de Bogotá en el 2016 cuando pocos conocían el término youtuber y que fue el inicio de su cambio a la tecnología pues ahora es un youtuber de 40 y aunque parezca patético, ha dado resultado y ha demostrado que no podemos resistirnos al avance tecnológico ni ver las redes sociales como cosas de niños. Hay un mundo por explorar y mucho por hacer.
Mi charla favorita fue la de Federico Ríos, el fotógrafo colombiano que trabaja para el New York Times y que ya nos acostumbró a su mirada específica sobre los temas cortopunzantes del país. Es reconocido, entre otras cosas, por haber retratado a las FARC por más de 10 años. Él afirma que no buscó romantizar el conflicto, sino visibilizar lo que este generaba en otros colombianos que también, como los del centro urbano, tenían ganas de vivir o sobrevivir. Su charla es un momento de tensión y un aterrizaje a la realidad. Mostró algunas imágenes de los reportajes que han publicado sobre el paso en el Tapón del Darién. Junto a la periodista Julie Turkewitz estuvieron acompañando a los inmigrantes, en su mayoría venezolanos, en este camino vertiginoso que muchos a duras penas reconocemos por las noticias. Es algo que pasa en este momento, ahora, miles de personas caminan y mueren entre Colombia y Panamá, y los que lograron llegar al final están caminando y muriendo cerca a México y Estados Unidos**.
¿Ya pensaron en lo que los inspira o en quien los inspira? Creo que es importante reconocer esto, a veces perdemos el rumbo y basta con volver a esas canciones, esas obras de arte, esos textos, poemas, paisajes, olores, sabores, formas, sonidos, personas, artistas, “exitosos”, a nuestros mismos padres o abuelos, a todo esto, que nos hace ser y hacer lo que somos. Leí esta semana en redes que a veces no somos conscientes que estamos inspirando a otros con lo que hacemos, yo me siento orgulloso de muchos de mis amigos que han logrado sus sueños, que viajan, trabajan, hacen lo que aman. También me inspira escuchar las experiencias, aprender de los errores, reconocerme en los demás como una equivocación constante que se fortalece con cada aprendizaje. No sé si la vida entonces sea un laboratorio de errores, pero fallar sin duda es lo que nos permite ver resultados. No sé si la invitación sea a que fallemos más seguido o a que sigamos intentándolo. Tal vez resulte, tal vez no, total la única certeza es la muerte, el final.
*https://www.youtube.com/watch?v=muIAdNEIHhw
** https://www.nytimes.com/es/2022/11/09/espanol/darien-selva-estados-unidos.html
*** https://www.nytimes.com/2022/10/07/world/americas/venezuelan-migrants-us-border.html