Juan Fernández Cerón
La realidad y la experiencia vivencial, motivadora de cambios, desborda nuestros conocimientos.
El saber existir es la filosofía que aporta conocimientos, creatividad, innovación, nuevas filosofías, en el humanismo de nuestra época, exigiendo una verdadera renovación o transformación pedagógica, para no depender únicamente de técnicas, sino, de nuestra forma de pensar, de nuestras ideas que son filosóficas en la medida que expresen realmente una concepción real de hombre, de ser humano, de sociedad, de medio ambiente y por supuesto de la vida.
“El hombre no aprende solo para vivir, sino además para existir, y existir no es solamente vivir, la noción de existencia constituye el punto de partida de la pedagogía y de la filosofía” S. Delein.
Existir es estar en el mundo, es el factor fundamental, primario y estructural de la existencia, o sea estar viviendo con el mundo material, con el otro, lo otro y consigo mismo, que van a ser los factores en todo proceso de aprendizaje y comportamiento humano.
Es de aquí que debe partir una persona, una sociedad y las instituciones con calidad humana, que nos lleve a saber existir para construir, reorganizar, reconceptualizar, prácticas y las experiencias
En nuestro sistema colombiano la formación está al servicio de la politiquería, donde los iletrados ignorantes buscan dictar leyes sin sentido pedagógico, buscando que los maestros como verdaderos pedagogos no dispongan de tiempo para crearla, innovarla, reorientarla, reorganizarla, autoevaluarla, apoyados con fundamentos filosóficos y pedagógicos humanos, con su experiencia vivencial humana y social.
Un sistema, con una concepción mercantilista, consumista, elitista, con proceso que se basan en su poder economicista personal impuesto, la formación pedagógica para ellos es un gasto, cuyo interés es seguir patrocinado la ignorancia, un docente desvalorizado, con discriminación social, para exterminar el verdadero derecho social
A esta crisis total, a un mundo deshumanizado, un sistema violento, se hace fundamental reflexionar, buscar un nuevo enfoque pedagógico que considere al ser humano como ser valioso, talentoso, creativo, activo, social, persona que se interese por el cambio transformacional de la realidad que se vive, que impulse una formación ética integral, de conciencia social y personal, con un ser humano pensante, motivado, creativo para tener un comportamiento integral humano, que sea pilar de una sociedad y de un sistema digno.
En medio de diversas situaciones de crisis y el abandono del valor humano, la pedagogía es cada día más necesaria con mayor frecuencia, e interés. El hecho mismo de escuchar y cuestionarnos sobre nuestra forma de existir, los conflictos y crisis que se viven, es el inicio de efecto de transformación, de cambio como persona y como sociedad.
Albert Eistein nos manifiesta que: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y de los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”
Es oportuno entonces, avanzar en la reflexión dialógica pedagógica, con las políticas oficiales, que generen procesos y experiencias para llevarlos al debate público, de que es y qué se entiende por pedagogía, ser humano, sociedad, qué saberes se necesitan, para generar procesos y experiencias, que saberes y formación son necesarios, para llevarlos a la inferencia pública. Esta reflexión dia-lógica, nos lleva a realizarnos como pedagogos y dejar de creer que pedagogía es solo para ser maestro de escuela, esto es una ingenua idea, porque ni siquiera sabemos cuánto ignoramos.
La realidad exige padres de familia, ciudadanos, personas, escuelas, gobiernos, medios y una sociedad con capacidad pedagógica, capaces de trabajar al mismo tiempo muchos aspectos de los problemas y las situaciones, es decir, debemos ser competentes para manejar los problemas, crisis y conflictos, que nuestra tradición formativa, ha cultivado muy poco la capacidad de crítica, de reflexión y creatividad.
El aspecto cambiante de la realidad exige el tratamiento de situaciones desconocidas, insospechadas, pero la gran mayoría busca seguridad en los conocimientos adquiridos y en los métodos y procedimientos aplicados en otras épocas. La vida, la realidad actual, tanto académica como social y humana, requiere de personas con actitud, criterios, dignidad, conciencia, creatividad, habilidades para enfrentar y resolver problemas, conflictos, crisis.
Los conflictos sociales, humanos, de saberes y comportamientos, no se pueden negar ni esconder, no hay pedagogía sin conflicto, el conflicto es el contexto que nos lleva a dialogar positiva o negativamente.
Hemos formado generaciones que se suponía iban a estar siempre ocupadas, y hoy, hay que forma, gobernantes, profesionales y trabajadores para que usen humanamente y creativamente sus profesiones, y, no solamente para el éxito personal, letrados inhumanos hacia las dimensiones de los cambios y las necesidades reales en que se vive.
Los cambios de toda índole que se producen en el mundo, la velocidad de los mismos y la evidencia y reconocimiento caduco de la dignidad del ser humano, reducido a ser útil para otro, sin reconocer su dignidad profesional y personal en sus procedimientos, exige pedagogos; recordemos que pedagogos somos todos, porque todos somos maestros de la vida, para que haya una búsqueda permanente de nuevos saberes y de nuevas formas de ser y de estar en el mundo. Todos trabajamos con nuestro talento humano, con asombro, curiosidad respaldada vivencialmente.
La Constitución colombiana y la Ley General de educación surgieron del conocimiento de la realidad colombiana y el buen criterio concertado en norma nacional, el sistema del ser social, acto para los infantes, la adolescencia, la juventud, los adultos y la sociedad en general
Esas normas son instrumentos concertados para dar respuesta a preguntas provenientes de la realidad dentro de la cual la sociedad y las instituciones, deben hacer presencia en el contexto de la vida regional y nacional.
El desarrollo de esos pactos genera un movimiento que desestabiliza las concepciones y las prácticas pedagógicas que fueron desarrolladas en otro contexto y que entonces tuvieron sentido y fueron eficaces. Es decir, que la transformación ideológica, científica, laboral, valorativa y tecnológica del mundo afecta necesariamente el campo de la pedagogía y de la educación, tanto escolar como extraescolar, social.
Esa desestabilización se manifiesta de diversas y, a veces, de contradictorias maneras: entusiasmo y compromiso, desconcierto ante las nuevas propuestas, resistencia al cambio, despliegue de iniciativas transformadoras, reforma tras reforma sin participación, rígidas, despliegue de iniciativas de acomodación aislada, ante preguntas como:
- ¿Cuál es la función del ser humano y una sociedad?
- ¿Qué es lo fundamental que quiere y necesita lograr el ser humano en preescolar, en educación básica, en educación media, en educación formal y no formal, en educación superior, en educación social?
- ¿Cuál es el enfoque común que conviene sea trabajado de todos y para todos?
- ¿Cómo conseguir una formación igualitaria que despeje las diferencias sociales, económicas, corruptas, inhumanas y de escolaridad?
- ¿Cómo conseguir formar en valores y adquirir los principios y criterios básicos para orientar la vida?
- ¿Cómo entender, crear y ejercer la autonomía y libertad para pensar por sí mismo?
- ¿Cómo ser autónomos, libres, críticos, creativos, innovadores en las regiones y en las instituciones y, al mismo tiempo, alcanzar propósitos y competencias personales, sociales, institucionales?
- ¿Cómo hacer de la comunidad familiar, social, institucional, un espacio y un ambiente interactuante en las concertaciones políticas, pedagógicas?
- ¿Cómo se desarrollan las prácticas, para lograr la experiencia como formación permanente para el cambio?
- ¿Cómo lograr que el sistema genere una sociedad educada y educadora?
- ¿Cómo ser pedagogo hoy, como pasar de humano a un verdadero ser humano?
Las respuestas que se daban antes a estas preguntas y a muchas otras que se derivan o se relacionan con ellas, han perdido actualidad y por consiguiente su pertinencia y su validez. Entonces es lógico inferir la necesidad de construir nuevas preguntas y de estar atentos a las preguntas que surgen día a día y seguir preguntándole a la pregunta.
El gran desafío que afronta la sociedad es el de encontrar procedimientos adecuados para construir las preguntas en forma participativa y para que circulen socialmente. Es en el intercambio de ideas y experiencias, en el dia-logo, en el debate académico y público donde se depuran, se clarifican y se enriquecen las elaboraciones personales, sociales, grupales o institucionales, demostrando conocimiento, juicios críticos, habilidades, competencias usuales, que la sociedad y el sistema no han desarrollado al creer, que esa no es la forma de educar y trabajar.
Todo se puede alcanzar, si la sociedad y los gobiernos, regionales y nacional, toman conciencia de la magnitud y necesidades de los cambios que se requieren para debatir los fundamentos y las implicaciones hacia las dimensiones del ser humano y de los cambios, que se pueden lograr. Sin demeritar el aporte de los demás miembros de una comunidad, y deje de ser un trabajo individual solo de la escuela para transformar mi mundo y el mundo entendiéndolo, compartiéndolo, amándolo.
Un proceso pedagógico social, de crisis y de los conflictos, debe partir de los conocimientos suficientes, para desempeñarse pedagógicamente, que parta del desarrollo de problemas, conflicto y crisis en toda formación humana para impulsar procesos de cambio que den una verdadera oportunidad de vivir.
Profesar la pedagogía implica poseer una base de conocimientos sí, pero también es estar dispuesto a dejarse cuestionar cada día por las innumerables manifestaciones de la vida y del desarrollo humano que se dan en las instituciones y fuera de ellas.
Es el momento de conformar grupos para actuar, donde se vea la participación no solo de la escuela, sino de toda una comunidad: profesionales, trabajadores, medios de comunicación, iglesia, etc, para no quedarnos en el solo decir y las reunioncitas, sino en la acción para explicar a los que exigen cambios inmediatos de los desastres de la corrupción en todo sentido.