Simón González Garcés
El Eje Cafetero comprende en nuestra nación colombiana, una de las zonas más importantes tanto a nivel de producción, como cultural y símbolo de la nación, hay mucha más belleza que solo café y paisajes verdes
El Eje Cafetero, qué bello paisaje poseemos desde el Valle del Cauca, pasando por Quindío, Risaralda, Caldas y llegar hasta el Tolima, nuestro grandioso Eje Cafetero. Qué orgullo es saber que por nuestro país hay una zona bella, como todas, pero esta, en especial resalta más por sus paisajes y sus interminables turistas, que recorren por sus verdes fondos y sus cordilleras que al parecer no tienen fin, es casi como que una de las caras y sellos de la nación colombiana.
Además, la producción del café, es uno de los principales productos de nuestra nación, exportando de los cafés más exquisitos habidos en nuestro planeta a todas sus partes y zonas, deleitado por aquellos que conocen bien del café, así como un exquisito café brasileño o un buen café congoleño. Así mismo, poseemos desde grandes ciudades como Pereira y Manizales, o pueblitos preciosos y acogedores que recuerdan a épocas antiguas y ya pasadas, como puede ser Génova en el Quindío, o Pensilvania, Caldas.
Gente importante y grandes personalidades como la cuyabra Carmelina Soto, y nuestros bellos campesinos y caficultores tan llenos de historia, llenos de vida y de tradiciones de eras que tampoco son muy recientes. Hago mención de esto, ya que muchas personas solo recuerdan las capitales y algún que otro pueblo donde hay paisajes muy bonitos, pero este eje, es muchísimo más, un sinfín de cosas que hacer, de gente muy amable y leal, de campesinos que día a día trabajan sus tierras por el bien de nosotros, y de la nación en sí, de mucha historia, ritos, tradiciones, educación y sabiduría.
Ojalá no nos olvidemos de esto también, además de solo el café de una buena finca y de Salento o Ibagué.
Rememorar eras del Viejo Caldas, en el cual mi abuela y mis antiguos familiares vieron su juventud, ver al noble campesino en su lucha contra el sol y el agua, los grandes centros de comercio en las capitales y ciudades más grandes, las artesanías, riquezas culturales, edificaciones coloniales y de las primeras eras de la república, comidas y platos como una buena bandeja paisa, unas lentejas, los ricos tamales y un buen sancocho, solo acompañan el sinfín de descubrimientos que lleva esta gran región, el Paisaje Cultural Cafetero, más allá de las grandes fincas y sus nombradas capitales. Un descubrimiento que quizás, no tendrá fin.
En afirmación a lo anteriormente mencionado, la UNESCO declaró al eje como patrimonio de la humanidad en el año 2011 bajo la administración de Juan Manuel Santos Calderón, qué gran orgullo fue tal momento, el reconocimiento de este gran patrimonio que posee la zona.
La Federación Nacional de Cafeteros, bajo su insigne de Juan Valdez, ha logrado alcanzar gran parte del mundo vendiendo el café colombiano y la representación del campesino común y pero también al eje, con la imagen del campesino normal con su poncho, su sombrero vueltiao y si no me equivoco, una distinguida mula acompañándole.
Pero a raíz de tanta belleza, me surge la enorme pregunta de… ¿De verdad los campesinos y caficultores tienen una buena vida?, en vez de desgastarse hasta la muerte por producir el tan anhelado café o productos agrícolas, ¿Se son resaltados todos los pueblos?, o solo se esmeran en cuidar los dónde toda la gente va, y a los demás que se los coma el viento, y finalmente, ¿Son orgullosos sus habitantes de ser parte del Paisaje Cultural Cafetero?
Es una pregunta que me surge al ver la imagen de la federación y las banderas tan características al viento de los departamentos y municipios, viendo en algunos, un cartel en plena entrada mencionando en letras mayúsculas: “PAISAJE CULTURAL CAFETERO”.
REVISTA JUVENTUD
Una nota de cristal de: Simón González Garcés.
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