Émerson Castaño
“Manual del buen populista”. Así titularon una columna en el diario LA PATRIA, en Manizales.
“El populismo en América Latina es endémico. Se sufre en todas las latitudes de nuestro continente que parece no encontrar cura para esta terrible enfermedad. Éste ha dado origen a las dictaduras en Venezuela y Nicaragua, a los interminables ciclos de pésimos gobiernos en la Argentina, a la incertidumbre política que se experimenta de manera cíclica en Perú, a los levantamientos constantes en Ecuador, al manejo autocrático del Salvador y, ahora, a la eterna incertidumbre que vive Colombia…”, escribe el autor en el primer párrafo.
En otra columna señalan: “En ultimas, es la estructura psicológica del poder la que hay que desentrañar, pues esta es la que permite los abusos de ayer, de hoy, de mañana. También es urgente revisar este asunto tan serio a todos los niveles, pues no hace falta ser Putin, Ortega, Orban, Modin, Kim Jon Un, para establecer relaciones de dominio y sometimiento con la sociedad. Hasta el alcalde del pueblo más pequeño puede convertirse en un tirano que maneja su municipio como su reino y con vasallos…”.
Termina la segunda columna de opinión diciendo el riesgo inminente que tiene Colombia para los próximos años de ser gobernada por un tirano. Mientras terminaba de leerlas, otras noticias registraban inundaciones en todo el país. E incluso, el gobernador de Caldas alertaba al gobierno nacional sobre inundaciones y deslizamiento de tierra en municipios caldenses.
Ningún otro columnista se refería a las causas del fenómeno climático que golpea al país. Sus ideas están encaminadas (como lo están un grupo de reconocidos medios de comunicación) en impactar a un gran número de mentes con el fin de hacerles creer que Petro “va a destruir el país”. Están más preocupados por un “comunismo” inexistente que por el cambio climático que nos está destruyendo.
Quizás podrían ellos estar convencidos de que el problema de cambio climático se debe al avance de lo que la opinión de derecha llama “comunismo” en América Latina. No falta el incauto que piense que las lluvias se deben al “mal gobierno de Petro” y a la reciente elección de Lula como presidente de Brasil.
Nos formamos también ideas que nos construye mundos ficticios, y dejamos de lado el verdadero problema que impacta negativamente el planeta. Hasta los que se autodenominan como los más aptos para hablar de lo que viene ocurriendo en el planeta, consideran que todo hay que dejarlo en manos de Dios. De hecho, en 2019, una senadora republicana (Michele Bachamann) consideró “que no ocurrirá elevación del mar como consecuencia del cambio climático…”. y agrega después: “Dios dice que nunca seremos inundados”.
A pesar que se resiste en aceptar lo grave del tema, agrega: “Bueno, podría ser real, pero si lo es, es el castigo que Dios nos envía por haber permitido el matrimonio homosexual”.
Se le suma al problema al cambio climático la reducida conciencia de un grueso sector de la población que no estarían dispuestos a cambiar su ritmo de vida para evitar posibles contaminantes al ambiente. Tampoco la industria estaría dispuesta a reducir su producción por amor al planeta. Otros del sector productivo están pensando que es una buena oportunidad para producir sombrillas a gran escala. “Las adversidades son también oportunidades”, afirman.
El año que viene concluyendo, hechos sociales marcaron la diferencia. Tenemos un presidente de izquierda y una derecha que aún no lo ha podido asimilar. Un año político turbulento. Pero mientras siguen pensando que vamos por el camino del “comunismo”, las lluvias no van a parar.