Poco se podían imaginar las tropas anglofrancesas al atravesar los muros de la Ciudad Prohibida de China, durante la Segunda Guerra del Opio de 1860, que dentro del complejo palaciego encontrarían, entre sus muchas riquezas de porcelana y joyas de piedras preciosas, un grupo de cinco perros de abundante pelo y pequeño tamaño en una habitación del Antiguo Palacio de Verano del emperador.
Este grupo de perros no fueron ajenos al saqueo, y los soldados se repartieron a dichos animales. Uno de los cinco pequineses acabó en manos del capitán Dunne, que se lo llevó a Inglaterra y se lo entregó a la reina Victoria como obsequio, quien lo rebautizó como Looty. Y este fue el primer ejemplar de la raza conocido por el mundo occidental.
Antes de ello, y cuyos registros históricos se han podido rastrear hasta el siglo VIII, los pekineses, considerados sagrados y conocidos por perros león, solo podían estar en posesión de la familia imperial y el daño o robo causado a uno de estos perros se castigaba con la muerte.
El exótico origen de la raza hizo que su popularidad no tardara en propagarse, y para el cambio de siglo ya era una raza común en países occidentales, aunque con el paso de las décadas, su éxito ha ido decreciendo eclipsado por otras razas caninas orientales como el shih tzu y el carlino.
Hay numerosas leyendas asociadas a la raza, como la que establece su origen en la historia de amor entre un león y un mono tití. Ante la desigualdad de sus tamaños, los dioses intervinieron y les hicieron iguales. De su unión, nacieron los pekineses.
Su carácter es muy especial y poco recomendable para inexpertos o personas sin conocimientos de la raza. De comportamiento altivo, independiente y orgulloso, están, sin embargo, muy predispuestos para el juego y son excelentes en el adiestramiento. Hacen gala de una considerable naturaleza protectora. En la convivencia con niños pequeños, se recomienda la supervisión de adultos pues los pekineses son perros con baja tolerancia al juego brusco y a la manipulación excesiva.
Su pelo requiere un mantenimiento diario con cepillados y baños regulares para mantenerlo saludable, y ante tal abundancia de pelo, los golpes de calor son frecuentes si se exponen a altas temperaturas, por lo que necesitan mayor supervisión en climas cálidos y proporcionarles entornos frescos. Se admiten todos los colores, excepto el albino y el color hígado.
El pequinés ya era chato y mostraba el trastorno del crecimiento conocido como acondroplasia cuando fue descubierto en el interior de la Ciudad Prohibida, pero a lo largo del siglo XX su braquicefalia se ha extremado en las líneas de exposición, especialmente norteamericanas, y actualmente carecen totalmente de hocico, con la nariz insertada muy alta entre los ojos. Esto, por supuesto, conlleva graves problemas de salud cardíacos, oculares y respiratorios que limitan su vida, así como la acondroplasia implica que haya que prestar especial atención a las lesiones espinales, y se debe evitar que un pekinés realice ejercicios de impacto, salten desde los muebles y hay que ayudarles a subir y bajar escaleras para no forzar su anatomía.