Lucimey Lima Pérez
Si bien existe un desacuerdo en cuanto a considerar la pornografía como una adicción, y además el intento de clasificarla “suave” o “problemática”, tanto más surgen legislaciones a nivel mundial. La Comisión Europea contra la pornografía infantil y abusos contra niños y adolescentes ha manifestado que es necesario incrementar la vigilancia en la Unión Europea. No faltan quienes protesten esta medida como destructiva de la privacidad online e ineficiente ante el uso paralelo de Internet no acreditado (euronews, 2022). Los Estados Unidos son altos productores de material pornográfico, y también acérrimos consumidores. En el Reino Unido han sido más estrictos y requieren certificados de edad, ya que fijan la más temprana a los 18 años. En Nueva Zelanda han acogido una medida similar que penaliza vender o mostrar material sexual antes de los 18 años. China es uno de los productores mayores de pornografía, sin embargo, también grandes consumidores a pesar de las fuertes regulaciones existentes. Brasil es una fuente de material pornográfico, con ciertas prohibiciones, basados en estudios científicos que muestran el efecto sobre la salud mental de jóvenes y de adultos. (ver New Idea, 2013). En América Latina no están actualizados los datos accesibles. Parece ser que, en Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, México y Argentina, pero no en Venezuela es “legal” (El País, Uruguay, 2004). Me excuso por lo obsoleto, pero no es fácil encontrar información completa y fidedigna, por tanto, expreso mis grandes dudas. En Australia las Leyes federales difieren de las estatales y de las territoriales, lo cual produce más confusión. De hecho, el acceso a la pornografía online se ha incrementado y la exposición ha bajado hasta los 4 años de edad (Quadara y col, Australian Institute of Family Studies, 2016). El Instituto informa que más del 90% de las imágenes sexuales se difunden en varios medios sociales por manos desconocidas. El Criminal Code 1995 es de origen federal y considera ilegal tomar, compartir, conservar y distribuir imágenes sexuales a menores de 18 años.
Sin embargo, la difusión es casi incontenible, oculta y negada. Pues ¿cómo proteger a niños y adolescentes? Es la gran cuestión, pero no la única, ¿cómo proteger a los adultos en uso, abuso o adicción? Otro tema delicado, aunque vinculados.
La educación sexual comienza en la casa, se apoya con la escuela, aunque los padres, cuidadores, u otros familiares siguen vinculados. Esta incluye: i) sexo, que se refiere a las características biológicas y a la actividad sexual; ii) sexualidad, la expresión de pensamientos, deseos, fantasías, actitudes, valores, conductas, prácticas, roles, relaciones; iii) salud sexual, el estado de bienestar físico, mental, social y existencial.
Cuando reconozcamos que no estamos hablando de conductas morales o amorales, sino de salud, entonces, quizás, algunos profesionales en el campo y otros tantos sujetos se darán cuenta.
El cuerpo humano y todas sus funciones son maravillas de la naturaleza que debemos disfrutar y cuidar. Mientras, si se ignora, trabajamos con suave ahínco para nunca herirnos.
Psiquiatra, Psicoterapeuta, Neurocientífico
Investigador Titular Emérito del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC)
Especialista en Psicoterapia y Educador en CatholicCare, Hobart, Tasmania, Australia
lucimey.limaperez@aohtas.org.au