Álvaro Ayala Tamayo
El presidente Gustavo Petro está haciendo los cambios que prometió. Trabaja en sus iniciativas para transformar el país, a su manera. Parece desnortado porque lo que necesita la sociedad es un cambio de vuelo estructural del Estado.
Lo que quiere el doctor Petro, no es lo que necesita la gente. Nos lleva al mismo sitio por otra vía. El modelo vigente y el que pretende montar no son el camino para salir de la crisis.
El mejor ejemplo lo tiene con uno de sus mejores amigos, el excongresista Gustavo Bolívar. El libretista de izquierda hizo dinero trabajando duro y no esperando subsidios del Estado. El celebriti es la prueba que desde el esfuerzo y el rebusque se puede montar un imperio. Tanto que le dio por hacer política y se dio cuenta que se estaba empobreciendo.
Sus propiedades en EEUU y Colombia las obtuvo trabajando, al punto que, se retiró del Congreso porque sus 36 millones de salario no le alcanzan ni para pagar el predial, dijo a Semana. El tipo tiene buen billete y lo hizo con trabajo duro, sin esperar desde la primera línea que el Estado le gire.
Los críticos del Bolívar le pueden decir muchas cosas, pero nunca que se tumbó un peso público. La patria no tiene futuro cuando un presidente subsidia gente menor de 30 años. Estar en esa edad y vivir como parásitos es condenarlos a la pobreza perpetua. Es estar pendientes de los procesos electorales para votar por quien les garantice el subsidio. Así vivirán pobres, arruinados, sin esperanzas y criticando todo. Amargados, negativos, conflictivos y tóxicos.
Solo falta que instauren una tutela porque no les consignan el otro adicional de la pensión y el derecho a las vacaciones.
No está bien decirles, trabajen vagos, porque es una frase de la congresista María Fernanda Cabal, a quien odian. Sí recordarles, trabajen ahora que están jóvenes y pueden aprovechar sus capacidades.