Roberto Estefan Chehab
Saber que tenemos una energía inagotable, creer que podemos ajustar los procesos de acuerdo con los contextos y las circunstancias; entender que la vida significa movimiento constante, debe ser alentador. Nada es igual, aunque se parezca y cada día es una oportunidad con sorpresas, opciones, retos que no necesariamente se habían contemplado. Existe en nosotros una fuerza maravillosa que siempre está potencialmente lista para sumarse a lo nuevo, lo no construido; a lo que pude llegar a ser. El punto de referencia hacia el futuro no bebe ser el pasado. ¿Cuántas veces escuchamos a alguien lamentarse al expresar “¿será que si voy a volver a sentir como antes?” o “creo que ya no soy capaz” o “la vida me cambió mucho… tantos golpes lo enfrían a uno”. Y claro que la experiencia genera aprendizaje y aprender se traduce en cambiar modelos o “guiones”. Y por eso nunca somos como antes. Es muy lógico entender cuan difíciles pueden ser los momentos que significaron fracasos producto de la ingenuidad, la falta de experiencia o la excesiva confianza. ¿Y…? ¿nos conformaremos con una decisión derrotista, con un pesimismo y una atrofia espiritual simplemente porque el miedo a continuar con ilusión y descubrimiento de posibilidades infinitas se convierte en una condena a la parálisis de la voluntad?. Entonces podríamos afirmar que mientras haya una posibilidad de tomar decisiones está inmersa la decisión de seguir apostándole a cualquier cosa que deseemos. ¿Qué culpa tiene lo que no ha llegado? ¿O es que el derrotero de la existencia se cifra en tres o cuatro decisiones que no condujeron a lo que se soñó? Y yo afirmo que no es así. El ser humano desea ser feliz mientras haya vida, así sea que esa aspiración se esconda en las almas de muchas personas que han quedado ancladas, cansadas y sin esperanza porque la rabia, el miedo y la tristeza siguen reinando en sus corazones ávidos de cambio y un nuevo aire: la buena noticia es que cualquier ancla se puede liberar. Nada es para siempre mientras asome un nuevo día porque ayer no sinónimo de siempre y el futuro tampoco lo es. Dentro las probabilidades siempre asoman el poder cuidar y trabajar por lo que se va encontrando como valioso y en ese punto es lindo trabajar para que el presente se proyecte como un nuevo presente y eso se repita muchas veces: se puede cultivar un árbol, con paciencia, amor, dedicación y a eso se refiere el abuelo que le dice a su nieto: reguémoslo juntos, gocemos de él y así, quizás, cuando yo ya no esté, tu seguirás disfrutándolo igual. De eso se trata ser y moverse mientras haya vida en algo. Todos los nuevos días hay “juventud” para algo, siempre y cuando el libre albedrio no sea quemar las naves y sentarse a ver de lejos como con esas cenizas se decide una quietud prematura. La edad cronológica implica un cumulo de experiencias, un deterioro del sistema biológico mas no debe incluirse en eso una actitud de desesperanza y derrota cuando todavía hay un sol que brilla, un corazón que siente y un espíritu cuya energía tiene fuerzas que vale la pena aprovechar para compartir con seres amados, con creatividad, con enseñanza y compañía. “ Si jeunesse savait,, si vieillesse pouvait “ (Si la juventud supiera, si la vejez pudiera) frase poderosa. Lo importante es entender que la juventud puede hoy mas que la vejez de mañana y hoy se es mas joven que mañana: de alguna manera siempre hay una posibilidad de juventud para nuevos sueños y que hermoso llegar hasta el final construyendo, aportando, amando. Somos pasajeros, pero solo nos vamos una vez: el día que toca, mientras tanto, nacemos todos los días.