Carlos Alberto Agudelo Arcila
Umberto
SILENCIO DEL LUNES en el sendero de la espiga por nacer. Silencio próvido del rocío sobre la flor símbolo del alma. Silencio de semanas en el plato vacío del vagabundo. Silencio en el parque donde el viento trina la tarde del desahuciado. Gritos sin fin desde ventanales de hierba. LUNES DEL SILENCIO el grito se escabulle entre el ramaje de la escoba la basura se entrelaza con maullidos del oriente de la casa de Umberto el escritor sin fin. Umberto reclama para sí silencios y más silencios para llenar la copa y beber el aliento de la majestuosidad del universo. La cama se inunda de cantos asombrosos y ladridos para llevar a la biblioteca donde crecieron los 319 huesos de Mahón. Mahón sube las escalas del infinito no sin antes despedirse y agradecerle al mundo el haber nacido. Ladridos suyos lo despiden se quedan de patas paradas en el cuarto escalón todavía se escucha Padre nuestro que estás en el cielo santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo de perros. Danos hay nuestro hueso de cada día perdona nuestros ladridos que te ofenden como también nosotros perdonamos a ladridos ofensivos no nos dejes caer en la tentación de no ladrar y líbranos del amo hostil.
Carlos Alberto
LA VID SE aleja tarde arriba. Hombres y mujeres saborean el siglo del canto inusual. La ráfaga de viento se refugia en la hondura del día. Seis ricos pasan el ojo de la guja cientos de camellos cargados con ajonjolí y piedras preciosas y oro de todos los horizontes siguen sus pasos. Tropieza contra su propia sombra la sombra del maullido no se hace esperar salta da contra el paraíso de los gatos. Siete vidas y golpes con las patas traseras llegan al tejado último del pueblo. La vida es así. Todo se diluye en un sermón o en un cuento atómico. Se disuelve la materia viva el crepitar de la hoja a mitad del aire de una novela imposible de entender. Risotada genuina en el establo donde se celebra la misa de los parásitos. Yo no pecador en cada sentido labios abiertos se inundan del trigo de los horizontes. Rubio manantial desperdigado en picos con sed. Una tarde gris se va río abajo la tarde sucumbe en la gota blanda más allá de la piedra donde el solsticio resuelve sus tiempos cortos sus tiempos largos.
Umberto
El crepúsculo más cercano de la tienda de don Vicente interviene en ortodoxias cuando Jesucristo le dice a María Magdalena En verdad te digo que esta misma noche antes que los pájaros del mundo canten me negarás tres veces. De pronto se abre la cortina Por los siglos de los siglos amén. Este viento de sombras en el festín se torna pensamiento escrito en el devenir del casco de buey y la cola de caballo y la espinaca y el perejil y el jengibre y… Festín en las sombras del viento este. Nace la cebolla en la huerta de lo innegable.
Carlos Alberto
Sí. No. Sí extenso como la luz de una luciérnaga perdida en el crepitar de la hoja difunta bajo sombras de pasos que huyen de la sombrilla solitaria bajo la tempestad. No extraviado en la lenteja del plato donde el negro más negro parte en tramos perfectos el sendero de mármoles grabado en espigas de la palabra crucificada a fuego lento. Sí-No en aquella sopa crucificada con la parábola de Mateo 25- 31…
*Capítulo de la novela surrealista MARTES DE NUNCA LLEGAR.