Álvaro Ayala Tamayo
Los hechos dicen que alguna entidad deberá encargarse prontamente de expedir un pasaporte sexual a los hombres. Todos los días amanecemos con un feminicidio, un ataque sexual, un aprovechamiento de un jefe a una empleada, o, todos los anteriores.
Si en Colombia llueve, en el exterior no escampa. El Rey de Inglaterra acaba de defenestrar y echar del Palacio al tal Andrés. Ya no tiene títulos, pero si prontuario. Le tiene miedo porque solo ve el mundo por la bragueta, y, lo peor, le encantan las menores de edad.
Ahí cerquita está Dani Álvez, el futbolista con más títulos deportivos del mundo. Su entorno está alarmado porque duerme poco y anda deprimido. Deberían preocuparse más por la víctima. ¿Cómo se encontrará la mujer que atacó? ¿Será qué duerme tranquila después de sufrir tan infame delito?
Los hechos actuales, los miles de casos denunciados en los despachos judiciales, los callados y los que desconocemos, son un campanazo de alerta para advertir que los hombres estamos mal.
Los ataques no sólo son hacia las mujeres. Aquí en Colombia es ampliamente reconocido un individuo con apellido Sanabria, famoso por atacar hombres jóvenes. En la Fiscalía tiene denuncias por depredador sexual. Dizque está durmiendo, el expediente, en varias gavetas de un despacho y ningún fiscal acosa para moverlo. Tiene muchos amigos en el poder judicial. Ha sido profesor de varios personajes influyentes del país y pertenece al anillo de intocables. Ya aparecerá un fiscal con agallas y le moverá el proceso. Para precluirle o imputarle cargos. Para hacerle justicia, no para lincharlo mediáticamente.
Los casos del gringo contra Valentina y la niña de Pitalito; como muchos otros, todavía nos tienen arrugada el alma.
Así como se piden antecedentes judiciales a quien aspira a un cargo público o privado, tocará tramitar un paz y salvo sexual. Una especie de pasaporte o carné que acredite conducta en este tipo de situaciones.
Triste y doloroso decirlo, pero es la realidad. Va contra el sentido común, el derecho, la presunción de inocencia, y contra todo, pero hay que hacer algo que les produzca consecuencias porque, no temen a la ley.
Con ese carné evitaríamos escándalos como el sucedido recientemente con el profesor De Currea Lugo, quien del anonimato saltó al desprestigio de las páginas judiciales por tener guardado un ataque sexual, engañoso, doloso y pervertido a una alumna, menor de edad.
El malandrín, bravucón, desafiante, arrogante, sin muestras de arrepentimiento y cínico, estaba tramitando los documentos para embajador de Colombia en Emiratos Árabes Unidos.
Inició la campaña electoral. Los que tengan pasado por abuso sexual, es mejor que no se lancen para que no tengan problemas. ¡Están advertidos!