James Marulanda
No se puede, por el hecho de ocupar un cargo público, invadir la historia de una forma tan irreverente como lo pretende hacer el gobernador del Quindío Roberto Jairo Jaramillo Cárdenas, en un desconocimiento casi que fatal de las identidades construidas desde hace casi dos siglos en nuestro territorio
El escudo es un emblema que hace parte de nuestros afectos y que nos ha acompañado durante nuestra existencia, no solo a nosotros, los que ocupamos hoy, de hecho, en vida, este territorio, sino de nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.
Cambiar es escudo seria resquebrajar de un tajo lo que nos infundieron desde nuestros pupitres los viejos maestros cuando nos hacían dibujar en el cuaderno de cívica este icono que mostramos con orgullo, porque representa el esfuerzo que realizaron los colonizadores de la tierra por construir una sociedad y una civilización donde vivir.
Hay que unir las voces de los verdaderos quindianos para decir: fuera los embelecos con el sofisma desgastado que dizque es un atentado a la ecología. A quienes elaboraron el adefesio que nos quieren imponer será la historia quien los juzgue y seguramente que las generaciones venideras sabrán perdonar.
Pero los legados no se deben tocar. De llegar a ocurrir tal adefesio seguramente que sería un disparate y un atentado contra quienes hemos sabido llevar con sentimiento patrio los símbolos que queremos por siempre conservar.