Armando Rodríguez Jaramillo
Para nadie es un secreto que nuestra sociedad tiene un bajo índice de lectura. Pero no sólo de lectura, también acusamos bajos niveles de apropiación de expresiones culturales como música, canto, danza, pintura, escultura, teatro, literatura y muchas otras que son determinantes en el desarrollo integral de los pueblos.
Tampoco es un secreto que la calidad del sistema educativo influye en los bajos niveles de lectura y en la limitada comprensión e interpretación de textos por los estudiantes, falencias que se prolongan de por vida, amén de la escasa importancia que se le brinda a este tema en los hogares. No es sino ver que en los últimos tiempos ya no hay espacios donde tener una biblioteca en casa y cultivar el amor por las letras.
Definitivamente el dominio de la lectura en una herramienta vital para generar pensamiento crítico y reflexivo y de paso difundir el conocimiento, así fue entendido en el mundo antiguo por los griegos cuando impulsaron bibliotecas como la de Alejandría en Egipto y siglos más tarde con la Casa de la Sabiduría o del Saber que fue la gran Biblioteca de Bagdad promovida por el califato abasí, esto sin hablar de la biblioteca de Córdoba en la España islámica y las de Palermo y Venecia. En el mundo moderno también resaltan bibliotecas como la del Congreso de los Estados Unidos y la Británica en Londres.
En Colombia por fortuna contamos con la Luis Ángel Arango del Banco de la República que en su sede de La Candelaria en Bogotá presta múltiples servicios para lectores e investigadores y cuenta con una intensa actividad cultural que incluye conciertos, exposiciones, conferencias, talleres y seminarios. Además, cómo no citar las redes de bibliotecas públicas de Bogotá y Medellín como ejemplos a seguir.
En nuestro caso, la necesidad de una biblioteca pública departamental ha sido un anhelo de años. Recuerdo cuando se quiso comprar el edificio donde funcionó el Club América, proceso en el que participé siendo Secretario de Planeación Departamental en 2011 en la administración de Julio César López Espinosa. Desafortunadamente no hubo acuerdo entre las partes y la iniciativa se frustró perdiéndose una oportunidad enorme para la cultura en el Quindío.
Posteriormente, con motivo del cincuentenario del departamento la nación se asoció a su conmemoración con la Ley 1803 del 01 de agosto de 2016 por medio de la cual se autorizó al Gobierno Nacional para que asignará en el Presupuesto de la Nación las partidas presupuestales necesarias a fin de ejecutar cinco proyectos de desarrollo entre los que está la Biblioteca Pública Departamental, proyecto que ha gozado de escaso interés por parte de los gobiernos de turno.
Pero como nunca es tarde para retomar propósitos como éste, la Academia de Historia del Quindío solicitó el 3 de noviembre de 2022 a la denominada Alianza por el Quindío que agrupa congresistas, gobernador, alcaldes de Armenia y de varios municipios, dirigentes gremiales y rectores de universidades bajo la coordinación de la Cámara de Comercio de Armenia y del Quindío y el Comité Intergremial la inclusión de la Biblioteca Pública Departamental entre los proyectos que se presentarían en los Diálogos Regionales Vinculantes con miras a ser incluidos en el proyecto del Plan Nacional de Desarrollo. La gestión dio frutos y con entusiasmo vemos que en el Plan Plurianual del Inversiones del Plan Nacional de Desarrollo 2022 – 2026, Colombia Potencia Mundial de la Vida, publicado el pasado 6 de febrero, aparece la Biblioteca Pública entre los 16 proyectos estratégicos para el departamento del Quindío (página 105), hecho que representa un significativo avance.
Pero como el tiempo no da espera y el balón está en nuestra cancha, el próximo paso es identificar las posibles fuentes de financiación y que el gobierno de Roberto Jairo Jaramillo Cárdenas financie los estudios y diseños para que el proyecto sea viabilizado e incluido en el presupuesto de inversiones de la nación para la vigencia 2024. Al unísono, es necesario hacer un gran acuerdo ciudadano para que la Biblioteca sea acogida por todos los candidatos a la gobernación en las elecciones que se avecinan, sin distingo de ideologías ni colores políticos, de forma que el proyecto quede en sus programas de gobierno como muestra de apoyo irrestricto a la cultura y que el gobernador elegido se comprometa a gestionar y asegurar los recursos de la Nación para que en el menor tiempo posible se inicie su construcción.
No podemos desaprovechar esta oportunidad de hacer realidad lo que prometió la Ley del Cincuentenario. Actuando sin egoísmos y sin rivalidades políticas podríamos tener en tres o cuatro años nuestra Biblioteca Pública Departamental para fomentar la lectura y disponer de un sitio con espacios para colecciones bibliográficas y audiovisuales, hemeroteca y salas de arte, de historia, de exposiciones y de conciertos entre otros servicios, y también como un lugar donde los quindianos puedan satisfacer sus necesidades de consulta, de investigación, de educación, de cultura y de ocio productivo.
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