Aldemar Giraldo Hoyos
No sé si regresó o la regresaron, de todas maneras, llegó al país en avión privado del gobierno venezolano y fue recibida como una ilustre visitante; no contenta con tantos honores, dio declaraciones a la prensa y los periodistas trataron de convertirla en una figura internacional con cuatro minutos al aire, tiempo que utilizó para hacerles exigencias a la Fiscalía y a la Justicia colombiana. No parecía una deportada, sino una estrella de la farándula; su apoderado escribió a través de las redes: “Aída en camino”, tratando de presagiar el espectáculo.
Su traslado a la base de la Fuerza Aérea rememoró la visita del Papa Francisco a Colombia o la “ceremonia” de extradición de Otoniel; ojalá el 10 de marzo no se convierta en día de fiesta nacional o en un saludo especial a la bandera. Doña Aida Merlano Rebolledo, excongresista, acusada de fraude electoral y porte ilegal de armas, expresó que ha regresado para colaborar con la justicia y aclarar, de una vez por todas, la participación de los Char, Gerlein, Acuña y otros en la compra de votos en la costa Caribe. A esta viajera, recibida como VIP, le espera una nueva imputación: fuga de presos.
Da la impresión de que el prontuario se cubre con la belleza y los atuendos que porta: apretón de manos de parte de la directora de la Dijín, resistencia a que sea esposada (afortunadamente, no le pararon bolas a la defensora del pueblo) siendo este un procedimiento de policía; ayuda para portar el bolso de marca y, lógicamente, rueda de prensa, la cual fue justificada así por el general Sanabria: “todo colombiano tiene derecho a informar y ser informado”. (se “chispotió” el general).
La abogada Merlano, creo, escogió un buen momento para regresar “a responder por sus errores” y esperar a que se investiguen sus denuncias; sabemos que estamos en época preelectoral y que la cosa está que arde en la costa; la cuestión se pone como para alquilar balcón cuando se prendan los ventiladores, máxime cuando se juega el futuro político de los que han mandado por allá arriba; la excongresista dice que “ya cuenta con pruebas suficientes para defenderse” (o para acusar y cantar) y, de paso, le solicitó a don Gustavo, seguridad, pues teme por su vida, ya que fue incriminada por los Char por el delito de compra de votos y ha recibido amenazas que ella sabe de dónde provienen. Asegura que regresó voluntariamente, que su extradición no fue, realmente, una extradición; en pocas palabras, vino a mostrar la ropa y sus atuendos y a hacer una visita de cortesía en El Buen Pastor; ya le estamos debiendo plata a la señora de la “Casa Blanca”. Como decía mi abuela, Ibárruri (La Pasionaria): “Más vale condenar a cien inocentes a que se absuelva a un solo culpable”