¿Dios?

17 marzo 2023 2:59 am

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Roberto Estefan Chehab

Inquietud permanente en la vida de los seres racionales: entender el principio de todas las cosas. Apasionante el tema siempre y cuando no se trate de una conducta arrogante y desafiante: hasta ahora ha sido imposible y así, creo, seguirá siendo. En la Biblia, el tema de Adán y Eva, tan lleno de interpretaciones desviadas, claramente plantea la prohibición de comer la fruta del árbol del conocimiento y al desobedecer a esa única condición, el “homo sapiens” se atrevió a desafiar al creador, con las consecuencias ya conocidas. La connotación sexual no es per se el “pecado original”. Dios creo a la hembra y el macho, no solo humanos, el concepto de la reproducción no se puede ligar al pecado. Al darle al humano la característica de ser racional, por alguna razón también le marcó el límite, no de intentar comprender, investigar, estudiar, producir: el mensaje parece ser: “no trate de igualar al creador, no desafíe su poder” y, en esa desobediencia estriba la consecuencia de haber sido arrojados del paraíso en el que se supone todo era normal, tranquilo hermoso: perpetuar las especies a través de su unión y por ende viviendo la sexualidad, no tenía ni tiene porque ser pecado, no había malicia, no existía misterio ni vergüenza por la desnudez, como aún no la hay entre los animales irracionales.. Tal vez muchos de los lectores tengan diversas opiniones, ideas, creencias o negación sobre lo comentado anteriormente y sin embargo se yergue una interesante realidad: nadie ha sido capaz de llegar al conocimiento del principio ni del final pues el universo es absolutamente infinito, tal como lo es, al menos para mí, Dios. Muchas cosas que causan miedo o impotencia tienen un camino en la conducta humana: la negación. A veces esa negación da una tregua al individuo para que se calme y retome el tema o la situación que aparece de tal manera que la acepte y la enfrente más adecuadamente. Así ocurre con tantas personas que en algún momento niegan a Dios, mientras se percatan y analizan que es lo que de Él esperan, ¿cómo se encontraron con su concepto y quien lo enseñó? Puesto que la manera de introducir esos temas en la vida de los niños no es siempre la adecuada: ¿de dónde salió la fotografía o la imagen de Dios, barbado, grandote, amenazador, huraño y castigador? ¿O es que es tan complejo el tema, para el cerebro y la inteligencia del hombre qué hay que darle alguna forma humana para intentar entenderlo? Ahí en ese detalle vemos la limitación infranqueable al pretender igualarse a Él. De manera coherente se puede no creer, o al menos manifestarlo, pero es muy distinto a negarlo porque no se puede negar lo que se ignora: no es lo mismo aceptar lo que “no sé” o “no entiendo” a afirmar que algo no existe simplemente porque no lo encuentro o no me gusta. Lo honesto sería aceptar que “yo no creo que exista” a afirmar que realmente no existe. Hay un abismo entre los dos conceptos. Apartarse de Dios, no es pecado, pero puede significar gran soledad. Muchos pensadores, filósofos, estudiosos afirman no creer, pero no pueden afirmar que no existe. Y la existencia de Dios se infiere a través de la obra inconmensurable de la creación del universo y todo lo que lo compone. La energía que lo mantiene, la maravilla que no deja de asombrar; el reto inagotable que supone. Al leer algo de física cuántica, por ejemplo, se despierta una sensación de confusión e incredulidad al ver cuantas cosas suceden que desafían los principios universales conocidos. Pero hay algo muy claro: se nos permitió formar parte de una maravillosa creación a la que debemos respetar, cuidar, amar. No podemos ir en contravía de lo que mantiene la armonía, los principios, los valores. No podemos equiparar al bien con el mal hasta el punto de acomodarlos a nuestras conveniencias políticas, sociales, individuales. Y yo creo que en nuestra patria hay un fantasma que intenta destruir a la familia, a la vida, los principios y valores sociales. ¿con que intención? Pié[email protected]      

 

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