Carlos Alberto Agudelo Arcila
BAJO la tempestad gozar rotos de sombrillas.
QUE una palabra tuya pueda llegar a silenciar tu propio mundo.
POR el solo hecho de ir a una escuela para convertirme en un delirante más del conocimiento que despersonaliza, mi edad de oro de la infancia, parodiando a Novalis, se transformó en edad de metal corroído.
EL pesimista observa con negativismo hasta su propia sombra.
LOS “dioses” tienen derecho a rumiar el mundo en compañía del hombre desolado.
SILENCIOS sabios e idiotas silenciosos…
PSEUDOINTELECTUALES bufos cuando buscan subir la vara de premio del lenguaje vacío.
SI la desgracia ajena no nos importa es porque poseemos un ego repudiable.
ODIAMOS o amamos según nuestras defectos o virtudes.
EL arte es una policromía de virtudes.
LA mediocridad es jerga del imbécil.
LA sabiduría se torna luz fisiológica.
CIERTAS personas como campo de gravedad de la estulticia.
EJERCER la capacidad de no decir algo. Promulgar el mutismo genuino. Ser desarmador de palabras en comisuras de labios necios.
VICIOS que engendran demencia antipoética.
CEREBROS confinados en un firmamento de neuronas sin resplandor.
NADA más lejos de uno mismo que uno mismo.
MENTIRAS camaleónicas, con el don de convertirse en verdad repetida.
EL conocimiento es “cosa” estrambótica en el mediocre.
PARA el simulador la inteligencia es sinónimo de abismo del pensamiento.