El penúltimo capítulo del volumen Textos recobrados. 1956-1986 (Jorge Luis Borges, Random House, 2011) recoge varias entrevistas al Minotauro del Sur. Edito aquí, sin comillas, algunas de sus respuestas:
No creo en un Dios-juez. Si lo entendemos como un propósito moral o mental en el universo, creo en Él. Tampoco creo en un Dios-creador porque no lo veo en el principio del proceso cósmico. Posiblemente está en el fin, en el punto hacia el cual tiende el universo, una idea que se parece mucho a la admirable frase de Bernard Shaw: God is in the making, Dios está haciéndose.
Sin embargo, creo en fantasmas. Me acosan los demonios de san Agustín: “Dios, defiéndeme de mí”, y el de Rafael Cansinos Assens: “Señor, que no haya tanta belleza”.
Nunca he sido del todo poeta. También la crítica es algo accidental en mi obra. Quiero que me juzguen por los cuentos fantásticos. Soy muy feliz haciéndolos… Claro que la poesía es un trabajo más íntimo. Siento que me expreso plenamente en el Poema de los dones, el Poema conjetural… Límites.
¿Un aforismo? Tal vez este, de Chesterton: “Nada fracasa tanto como el éxito”.
A las ideas filosóficas y religiosas las estimo por su valor estético. Nunca pretendí entenderlas del todo. Es imposible.
Almafuerte era inculto y desordenado (peor, semiculto) pero defendió ideas éticas originales y es el único poeta genial de la literatura argentina.
¿Neruda? Un protomacho: “Amo a Lorca… con un amor viril, claro”. ¡Qué miserable!
Mis héroes son los que no se preocupan mucho por su felicidad o desventura.
La elegancia consiste en no tomarse demasiado en serio. La vanidad gravita fatalmente hacia el ridículo.
La virtud más alta descansa sobre dos pilares, la ética y la inteligencia.
A mis ochentitantos, tengo dos sueños: encontrar un amor y escribir una página que me justifique.
Prefiero la leche al whisky, escribo versos rimados, veo películas de vaqueros y soy conservador. En suma, soy un viejo de mierda.
Detesto la estupidez y la crueldad, que suelen ir juntas.
Seré candidato vitalicio al Premio Nobel y moriré como candidato.
¿Qué estoy leyendo? No leo, releo: Las mil y una noches, Historia de la filosofía occidental, de Bertrand Russell. Los últimos cuentos de Kipling y la segunda parte del Quijote, más íntima y tranquila que la primera.
Octavio Paz dice que Estados Unidos es la proa de Occidente. Tiene razón, por desgracia.
¡Qué le vamos a hacer! Trato de no ser borgiano. Ser borgiano es una mala costumbre.
En la página 335 Borges cita la frase de san Agustín: “Dios no hizo al mundo en el tiempo sino con el tiempo”. Nunca, en la vasta historia de las lenguas, dos simples preposiciones dijeron tanto. Aquí significan que crear el mundo es crear el tiempo y resuelven una pregunta incómoda: ¿qué hizo Dios antes de crear el mundo? ¿Bostezó durante siete eternidades? Si el mundo y el tiempo fueron creados de manera simultánea, no tiene sentido hablar de un tiempo anterior a la Creación.
P. S. 1. La astrofísica actual coincide de manera pasmosa con la intuición del obispo de Hipona: el espacio y el tiempo emergieron como una vibración de la nada en t = 0, hace 13.500 millones de años. El lector escéptico dirá que esto no es ciencia sino magia; un milagro, una fractura de la lógica. Tiene razón, el big bang es magia religiosa, pero es lo que hay, querido lector.
P. S. 2. Hay una respuesta de Borges que parece pensada para los textos de inteligencia artificial de hoy: “La poesía cibernética es una hipótesis melancólica. La literatura no es un juego combinatorio. Si no está respaldado por la emoción, el texto carece de valor”.
Borges dixit.