Roberto Estefan Chehab
Papá, mamá, que cantidad de cosas feas veo todos los días. Estoy confundido. Esos noticieros en la televisión le dedican la mayoría del tiempo a contarnos sobre asesinos, cárceles espantosas que más parecen campos de concentración, políticos que roban, gente armada en la montaña en vez de portar un azadón, inundaciones, minas que explotan, gente llorando al lado de los cuerpos de sus seres queridos; muchos bosques y campos destrozados, que ahora parecen un pedazo de desierto, pero no de arena dorada: de maleza y leña pudriéndose en un suelo que fue fértil y hermoso. Ríos enloquecidos por recobrar su cauce robado, muchas veces malolientes cuando fueron fuentes de agua pura. Playas llenas de basura y residuos de toda clase. Criminales sacándole los dientes a la autoridad en señal de desafío cada vez más encarnizado y cínico. Negociadores de paz con odio en el corazón, llenos de resentimiento y manejados cual títeres de teatrino, sin inspirar el más mínimo sentimiento de objetividad y serenidad en sus corazones ¿así cual paz? Personas que hoy se jactan de gobernantes, lo cual supone un compromiso por el bienestar de todos, pero que se la pasan insultándose, gritando, amenazando porque solo quieren que se les dé la razón a cualquier “idea” propia, desechando, descalificando lo que se les oponga o cuestione. Malinterpretaciones sobre el respeto por las diferencias: ahora respetar se traduce en intentar imponer un orden que no tiene asidero: solo hay dos sexos, no hay unos, unas y unes. Hay femenino y masculino, lo cual soporta la decisión en la forma de vivir de quien se sienta identificado, por cualquiera de las dos opciones, sin que eso traduzca “crear” un nuevo espacio. Si un masculino prefiere ser, vivir y comportarse como femenino o viceversa, es respetable pero no significa la imposición de un nuevo “genero”. Simplemente debe respetar y, obvio, ser respetado. Y ¿qué es eso de una patria que lidera mundialmente la paz y la defensa de la vida? Lo que yo veo es a un grupo de bandidos a los que para nada le importa la paz ni la vida: solo el dinero, obtenido como sea, sin moral, sin trabajo honesto, sin compasión, sin reato de conciencia a la hora de engañar, burlarse y obtener beneficios que les dé un respiro, un nuevo aire, para reorganizarse y fortalecer cada vez más su criminal manera de obtener poder y riqueza ¿y eso es negociable? o ¿conveniente para le progresismo? ¿y porque oigo al presidente hablar a veces bonito, a veces raro, como descoordinado, a veces amenazante y otras mirando como feo, y suspirando como si se sintiera un dios. ¿Y qué es eso de la oposición? Porque un día no se pueden ni ver unos con otros y después aparecen como de muy amigos, hablando de mermeladas y cosas así, que son sabrosas, pero para ellos. ¿Y por qué oigo decir que esa oposición se esfuma al negociar ministerios o gerencias o embajadas? Y si en nuestro país hay tanta gente preparada y brillante, en el anonimato, el olvido, ¿por qué nacionalizan a una extranjera y acto seguido le dan un cargo en el gobierno? ¿es que los colombianos somos ineptos, brutos, incompetentes y hay que importar gente sin sentido de patria, ni pertenencia? ¿para qué? ¿por qué?, ¿o la cosa va en la misma línea de las mermeladas, las agendas perversas, en las que la patria está por debajo de filosofías políticas con un plan preconcebido para generar el caos y después sobre ruinas, quejas y desesperanza intentar retocar un territorio humillado, improductivo, empobrecido que solo pueda aceptar lo que “le den” para no sucumbir en los escombros de lo que alguna vez se pareció a los bosques, los campos, los ríos destruidos? Yo siempre pensé que la patria y su honor están por encima de todo. ¿Por qué dice la gente que aquí le va mejor al criminal que al ciudadano honesto? ¿eso es el cambio tan esperado? No creo. ¿será que todo eso me lo soñé? ¿Qué tuve una espantosa pesadilla cubana, venezolana, nicaragüense? [email protected]