Rogelio Guevara Villamil
Es indiscutible que la politiquería está profundamente enquistada en las entrañas del país; esa práctica corrupta ha llevado a Colombia a un grado de descomposición nunca pensado a tal punto que en las pasadas elecciones presidenciales faltó poco para que a esta hora tuviéramos como primer mandatario a un monigote cuestionado por la inoperante cuando no vergonzosa justicia nuestra; recordemos que decía que él se limpiaba el trasero con ella, que se enriqueció de manera non sancta, pero nada de eso fue óbice para que una gran cantidad de colombianos lo quisiera como presidente.
Uno de los que mejor maneja los hilos de la politiquería- porque política es otra cosa- es César Gaviria; de ingrata recordación en su paso por la casa de Nariño. ¿recuerdan la apertura económica? La economía que ya venía maltrecha entró en fase terminal porque empezaron a entrar productos de todas partes; el campo se arruinó y los tratados de libre comercio le dieron la estocada final.
El pacto histórico, partido de gobierno, no alcanzó el número de congresistas que le diera el respaldo al presidente para presentar y asegurar sus iniciativas en el gobierno del cambio; era necesario hacer alianzas con los distintos partidos y tal vez con el que primero habló fue con Gaviria quien ni corto ni perezoso le dijo que su partido lo respaldaba si le daba los ministerios de hacienda y defensa (claro no existe la ley del algo por nada) a lo que Petro dijo “no quiere sino la plata y las armas”, en ese momento no hubo acuerdo, pero siguieron conversando, armaron mesas de trabajo y la reforma tributaria, aunque “peluqueada” pasó. Todo hacía prever que al seguir dialogando, escuchando propuestas, haciendo ajustes, modificando algunos puntos, las siguientes, salud y laboral no presentaran mayores contratiempos; pero después de que habían dicho tener un consenso de más del 90% el jefe del liberalismo dijo que su partido no apoyaba la reforma a la salud y tras él Dilian Francisca y los conservadores, o sea, que la salud de los colombianos está en manos de los politiqueros.
La verdad es que no se alcanza a entender cómo la corrupción de la que hablé al comienzo se haya empotrado de tal manera en esta sociedad y cuando llega alguien a combatirla, los que la han fomentado y permitido con el disfraz de gente bien que tienen ante el imaginario popular apoyados en los grandes medios de comunicación y con la ayuda de los entes de control inician campañas de desprestigio y falsa información para torpedear la depuración de las instituciones corroídas por la ambición desbocada. Recordemos que quien pregonaba la paz con legalidad entregó un país saqueado y sumido en le ilegalidad; he aquí algunos botones de muestra: la SAE ( sociedad de activos especiales), los bienes incautados a la mafia. El funcionario designado por el presidente Petro encontró un desorden tal, que no encontraba la forma de empezar; no se sabía cuántos bienes había, mansiones arrendadas a precios irrisorios, no se llevaba un proceso contable, mejor dicho caos total.
Sin embargo, cuando intervino y le metió la mano al negociado hecho con el aval del presidente Duque entre la empresa triple A y la alcaldía de Barranquilla, la procuradora que con frecuencia confunde justicia con persecución, lo suspendió del cargo porque él detuvo el negocio fraudulento del que fue garante el presidente; la empresa fue vendida a la alcaldía por la tercera parte de su valor real. Entonces, es muy, pero muy difícil luchar contra esos monstruos para tratar de devolverle la dignidad a nuestra amada patria. Seguiremos con la UNP.
ROGELIO GUEVARA VILLAMIL. Armenia, marzo 30 de 2023.