Carlos Alberto Garzón Espinel
En una columna anterior hice referencia a la propuesta de la economista inglesa Kate Raworth sobre la "economía del donut" o "rosquilla" como un modelo que busca el crecimiento financiero junto con el bienestar de tod@s. Este modelo propone un esquema visual para el desarrollo sostenible, con forma de donut, dentro de cuyos límites se pueda desarrollar un estilo de vida digno, justo y sostenible como solución a la crisis global.
El modelo de la Economía del Donut busca ser una alternativa disruptiva frente a la teoría económica clásica imperante, al plantear la idea de límites planetarios al crecimiento económico, a partir de los conceptos complementarios de límites sociales y límites ecológicos. En mi texto, propuse la homologación de dicha teoría o modelo al ordenamiento territorial bajo la denominación del "ordenamiento territorial del donut", para comprender los elementos y conceptos que puedan establecer las limitaciones al crecimiento físico-espacial o huella urbana.
Sigo considerando que el enfoque actual del ordenamiento territorial en Colombia no contribuye a una lectura integral del modelo de ocupación o de ordenamiento territorial, convirtiéndolo en un aspecto gaseoso, lineal o indeterminado, lo que dificulta su implementación y consolidación.
En cuanto al modelo de ocupación, me refiero a la forma en que la población, las actividades económicas y las infraestructuras se distribuyen en el territorio. En términos de ordenamiento territorial, el modelo de ocupación puede ser utilizado para analizar y planificar el uso del suelo, la ubicación de las actividades económicas y la localización de la población en función de factores como la accesibilidad, la disponibilidad de recursos y la sostenibilidad ambiental. El modelo de ocupación también puede ser utilizado para evaluar los impactos de las políticas de desarrollo territorial y para identificar áreas donde se requiere intervención para mejorar la calidad de vida de la población y promover un desarrollo territorial equilibrado y sostenible.
En nuestra propuesta del "ordenamiento territorial del roscón" se plantea mirar el modelo de ocupación del territorio estableciendo una zona (el roscón) hacia donde deberían tender a confluir diferentes aspectos que tienen una dinámica territorial propia, mediante indicadores adecuados que den cuenta de la situación respecto del "roscón". Los límites los establecen el techo ecológico hacía afuera y el comportamiento y respuesta social hacia adentro, quedando en el medio la zona social y espacialmente equitativa, justa y segura, económicamente eficiente y ambientalmente sostenible y regenerativa.
La inteligencia artificial (IA) puede desempeñar un papel crucial en la implementación de la economía y el ordenamiento territorial del donut. La IA puede ayudar a analizar y comprender patrones y tendencias en el uso del territorio, permitiendo una mejor planificación y gestión de los recursos. Además, la IA puede contribuir a la monitorización y evaluación de las políticas y proyectos relacionados con el ordenamiento territorial, lo que podría mejorar su implementación y eficacia en el logro de un desarrollo equilibrado y sostenible. Por lo tanto, la IA puede ser una herramienta valiosa para las empresas que quieran adaptarse a este nuevo modelo de economía y ordenamiento territorial y aprovechar sus oportunidades y beneficios. Aquellas empresas que se adapten a esta nueva forma de pensar y actuar en términos de sostenibilidad y equidad podrían tener una ventaja comparativa y competitiva en un mercado cada vez más consciente del impacto ambiental y social de las actividades económicas.
¿Qué tan dispuestos estamos para explorar nuevas formas de pensar y actuar en el ordenamiento territorial y la economía?, ¿Cómo incidirá la IA en todo esto?
Arquitecto Carlos Alberto Garzón Espinel
Magister en Planeamiento Urbano
Consultor en Urbanismo y Ordenamiento Territorial
Co-director del Laboratorio de la Ciudad, el Territorio y el Paisaje