James Padilla Mottoa
Bueno, respiramos un poco más tranquilos con el comienzo de las obras para los Juegos Nacionales y Paranacionales, de los cuales algunas competencias van a realizarse en Armenia. Por lo menos aquellos escenarios que deberá preparar la administración municipal. No se sabe a ciencia cierta qué va a pasar con los que se comprometió a tener listos el gobierno departamental, pero confiamos en que también se va a cumplir.
Respecto de la importancia de los nuevos escenarios y la recuperación de aquellos que traíamos en mal estado, no hay más que agregar… Nuestra ciudad queda dotada en esta materia como una de las primeras del país.
Hasta aquí todo bien, pero vuelven los duendecillos de la preocupación con referencia a lo que sucederá luego, cuando se apague la llama de los Juegos.
Hemos tenido acá experiencias negativas en lo tocante al mantenimiento y conservación de las obras deportivas que se han levantado para distintos certámenes que han tenido como sede a nuestra capital. Basta recordar lo acontecido con la pista del estadio de atletismo, mal cuidada y consecuentemente prácticamente acabada.
Ah, pero no sólo es el adecuado mantenimiento de esos escenarios; es también su utilización, la cantidad de deportistas que van a llegar a ellos y, por tanto, en qué medida nos van a servir para alcanzar un mayor desarrollo deportivo en la región.
Estas obras y la refacción de las ya existentes cuestan una millonada. Por eso hay que aprovechar la realización de certámenes importantes, nacionales o internacionales, para poder lograr el objetivo de tener buenos escenarios en una ciudad que en ese rubro ha sido muy favorecida.
La altísima inversión nos complace en grado sumo, pero no somos ajenos a otros compromisos que se derivan de los modernos complejos deportivos que serán entregados: tenemos que estar muy atentos a que
los nuevos escenarios se construyan de acuerdo con las más altas especificaciones técnicas en aras obtener el máximo beneficio en la preparación de deportistas y obtener aceptación internacional para potenciales competencias de ese tipo.
Existe una buena cantidad de dirigentes nacionales muy preparados en estos asuntos técnicos, los cuales deben venir a supervisar los trabajos que se adelantan para evitar posteriores dolores de cabeza.
Una vez concluidas las obras, la dirigencia local y los gobiernos municipal y departamental, tendrán que acometer una exigente labor de atraer y preparar a niños, adolescentes y jóvenes que tienen que hacer productivos estos escenarios.
Como decía un amigo, ya desaparecido, quien fue director del extinguido Coldeportes, no pretendemos tener campos o escenarios cerrados para el público, con guardias armados y en actitud inapelable. Por eso nace allí el compromiso para que todo se mantenga en óptimo estado y no suceda, por Dios, lo que registramos en el pasado reciente, cuando desadaptados ingresaron al estadio de atletismo para romper a cuchilladas la carpeta de la pista y otros, a robar las pertenencias de personal técnico y deportistas. Necesitaremos vigilancia extrema que deberán aportar las administraciones, pero también con la responsabilidad de los dirigentes y técnicos de ligas e institutos.
Hoy en día la llamada Villa Olímpica de Armenia está a merced de ladronzuelos y consumidores de drogas que asustan y ponen en riesgo permanente lo que ha costado tanto dinero y esfuerzos. Eso es algo que no puede seguir pasando. La vigilancia, seria y efectiva, debe estar incluida en el presupuesto del mantenimiento.
Los Juegos Nacionales nos sirven para salvar la infraestructura deportiva de Armenia y el Quindío. Ello solo, justifica su realización y las inversiones que se tienen que hacer para estar bien preparados. Pero las obligaciones no paran allí. Tenemos que asumir la tarea de cambiar el panorama pobre de un deporte quindiano que tendrá examen exigente con los mismos Juegos, en los que, por lo menos, debemos tener una digna presentación.