Por Francisco Antonio Cifuentes Sánchez
El detonante de la Primera Guerra Mundial
Hay una noticia lejana, que ya es historia universal y, es la siguiente: el joven estudiante, anarquista y nacionalista Gavrilo Princip de nacionalidad serbiobosnia, de 19 años, pretendía con sus compañeros, el fin del dominio austroúngaro y, por lo cual asesinó al archiduque Francisco Fernando de Austria y a su esposa Sofia duquesa de Hohenberg el día 28 de junio de 1914; dando lugar a la bautizada como “crisis de julio” y desatando posteriormente la Primera Guerra Mundial. Para hacer diferenciaciones del interés de este ensayo, este hecho histórico es producto del nacionalismo extremista y no es parte propiamente de un movimiento estudiantil, sino de un movimiento mucho más amplio y con pretensiones más grandes y complicadas. Y es todo un asesinato que detona una sangrienta guerra bastante larga y de cobertura mundial, en el entorno de las naciones de la segunda década de Siglo XX. Es necesario decir que los asesinatos sí se han producido de parte y parte en la confrontación entre estudiantes y fuerzas gubernamentales; pero la historia lo ha demostrado, que aquellos han sido más víctimas que victimarios. Así lo atestiguan la Masacre de Tlatelolco en México, y las de 1954, 1971 y 2020 en Colombia, entre muchas otras. Y una cosa es una guerra, otra una revolución y otra un movimiento estudiantil. Veamos.
EL MAYO FRANCÉS DE 1968
Lo sucedido en Francia, durante los meses de mayo y junio de 1968, se le conoce como Mayo Francés o simplemente “Mayo del 68”. Fue toda una revuelta estudiantil, principalmente de universitarios y a la cual posteriormente se sumaron el movimiento obrero y sindical. Inicialmente las banderas de los jóvenes estaban dirigidas contra el capitalismo, el imperialismo, el colonialismo y contra la sociedad de consumo y el autoritarismo. Así pues, se agruparon por un lado el gobierno francés en cabeza de Charles de Gaulle y los partidos políticos tradicionales y, por otro lado, la mayoría de las universidades, los sindicatos, el Partido Comunista francés, las feministas y el movimiento hippy. Además del autoritarismo señado, había un desgaste político del gobierno del General y un aumento considerable del desempleo.
En París no se estaba concibiendo propiamente la Revolución Comunista como ya se conocía en Rusia, China, la Cortina de Hierro y Cuba, sino que más bien se trataba, de una Revolución Cultural, aunque se dio la adhesión de los camaradas franceses. Eran otras ilusiones y otros valores, aunque persistía una admiración por los barbudos cubanos, al lado de un desencanto por la cruda realidad del dominio soviético en la Europa Oriental. Tampoco era una juventud católica en su acepción tradicional, más bien muy distanciada de los ritos y las creencias de sus mayores. Esto está muy bien retratado en la obra “Ni Marx Ni Jesús” del escritor francés Jean François Revel (Editorial Laffont. París. 1970), quien ensayó una teorización novedosa, justo dos años después del movimiento parisino; pero que tuvo carácter mundial, ya que se extendió por los países europeos de la República Federal Alemana, Suiza, España, Checoslovaquia e Italia y, en el continente americano en los Estados Unidos, México, Colombia, Argentina y Uruguay.
En la década del 60 hubo un cierto internacionalismo de ideas, prácticas y solidaridades principalmente cuestionando el sistema de domino europeo y norteamericano en las colonias de Asia, África y Latinoamérica. También se manifestaron fuertemente contra la Guerra del Viet Nam, principalmente en las universidades norteamericanas.
Repetimos, no fue un movimiento de naturaleza comunista; pero aún había admiración por la Revolución Cubana y sus principales dirigentes, los comandantes Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara; ya que inicialmente estaban distanciados del Partido Comunista Cubano, acababan de derrotar una dictadura tropical y pretendían construir un “Hombre Nuevo”; pero además empezaban a sufrir las consecuencias del Bloqueo de los EE.UU y, por eso despertaban mucha solidaridad. También se veía con buenos ojos a la Revolución China y a su gran líder, el filósofo y militar Mao Tse Tung, como también a su Revolución Cultural China. Así, el maoísmo se mostraba como una alternativa frente al denominado Social Imperialismo Ruso, que mostraba sus garras agresivamente en Europa del Este.
En este contexto se destacan las innovaciones frente a marxismo clásico, principalmente por parte de las contribuciones de las obras de los teóricos críticos alemanes, de la llamada Primera Generación de la Escuela de Fráncfort, entre ellos Herbert Marcuse, Max Horkheimer, Teodoro Adorno, Walter Benjamín y Erich Fromm, y los nuevos filósofos franceses como Jean Paul Sartre, Louis Althusser, Michel Foucault y Giles Deleuze. En estas corrientes de pensamiento se iba más allá de Marx, incluyéndose el psicoanálisis de Sigmund Freud. Pero Marcuse y Sartre sí fueron animadores e inspiradores del Mayo del 68. Como dijimos, también hace parte de este panorama el distanciamiento y la crítica al llamado socialimperialismo soviético y en defensa de las revueltas en la Europa Oriental, sobre todo en solidaridad con la revolución estudiantil en la Primavera de Praga. Y las reivindicaciones sexuales a partir de las obras del psicoanalista alemán Wilhelm Reich, como las contenidas en su texto La Revolución Sexual de los Jóvenes. Y la filósofa y activista francesa Simone de Beauvoir, pareja de Sartre, inspiró los inicios del feminismo con obras como El Segundo Sexo de 1949 y La Mujer Rota de 1967.
Hubo un acercamiento entre el movimiento estudiantil, el movimiento obrero de los países industrializados, los nacionalismos decolonialistas y las llamadas en ese entonces subculturas juveniles; categorías que hoy se han resignificado a la luz de los denominados movimientos sociales y culturales; como la cultura undergraund, el movimiento beatnik, el feminismo, los queer, el hipismo, el pacifismo y cierto orientalismo; lo que posteriormente daría origen al movimiento de la Nueva Era, que abrazaron muchos jóvenes e intelectuales del mundo occidental, ante los desencantos del racionalismo, las guerras y el marxismo.
El Movimiento inició en la Universidad de Nanterre, se extendió a la Universidad de la Sorbona y otros centros educativos, a la Plaza de la Sorbona y el Barrio Latino. El principal dirigente que recuerda la historia fue Danniel Conh Bendt, que con los años se convertiría en diputado del parlamento alemán en representación de Los Verdes.
Las protestas estudiantiles fueron masivas, con pedreas y barricadas y represión violenta del gobierno y las autoridades universitarias. Allí se cantaba “La Internacional”, que siendo de estirpe comunista la entonaron todos los libertarios.
El movimiento estudiantil evolucionó hacia un cierto anarquismo combinado con utopismo, con sus consignas de “Prohibido Prohibir”, “Cuanto más hago la revolución, más ganas tengo de hacer el amor” y “La Imaginación al Poder”, mientras el sistema francés se renovó con figuras como George Pompidou y François Mitterrand. Por supuesto, el poder no se lo tomaron, pero realizaron un corte en la cultura y dejaron una huella trascendental, que aún hoy anima a las nuevas culturas juveniles y a los movimientos estudiantiles, que serán intermitentes e interminables; ya que prosiguen sus causas y aparecen otras. Entre otros elementos, la llamada Revolución Cultural colocó de manifiesto la libertad sexual y el uso recreativo de alucinógenos y, una fuerte renovación del arte y la cultura y las costumbres cotidianas de la juventud. (Mayo francés o mayo del 68. Blog Dialektika.org)
En Francia algunas consecuencias importantes fueron: Reformas profundas en el sistema ante el malestar social, impulso de proyectos de regionalización y descentralización del Estado, reforma del senado y retirada de De Gaulle de la escena política.
EL MOVIMIENTO EN EE.UU.
Antes y después del 68, hubo conmoción entre la juventud estadounidense y sus centros principales fueron en los recintos de la Universidad de Harvard y la Universidad de California. Todo esto estuvo muy ligado a la lucha por Los Derechos Civiles, cuya figura sobresaliente fue el líder de color Martín Luther King, justamente asesinado en 1968. También tomaron como ícono al líder Macon X del llamado Poder Negro. Sobre este tema se escribió un libro titulado Black Power de la autoría de Richard Wright en 1954. Y fue muy importante la profesora y filósofa marxista Angela Yvonne Davis, cuya pinta ensortijada nos llegó en afiches en blanco y negro, animando la lucha estudiantil colombiana. Es decir, la lucha contra la discriminación racial hizo parte sustancial del ideario de la juventud estudiantil norteamericana, a más de otros sectores de la sociedad y la política.
En Latinoamérica hubo muchas dictaduras militares apoyadas abiertamente por los gobiernos gringos y esto fue motivo de descontento entre civilistas, pacifistas, comunistas y libertarios de toda índole, que también se pronunciaron en el norte. Pero una causa fundamental la constituye la protesta contra la Guerra de Vietnam, en la cual estaba totalmente comprometido el Estado y para la cual llevaban miles de jóvenes estadounidenses como carne de cañón en una guerra que les era distante y ajena.
En música eran seguidores de la Nueva Canción Francesa como la de George Brasens, los Beatles con la pareja sobresaliente de John Lennon y Yoko Ono y su lucha por la paz, los Rolling Stone y Bob Dylan que después sería congratulado con el Premio Nobel de la Literatura en 2016, como reconocimiento a la poética de toda una generación. Estos aires también llegaron a Colombia y era común escucharlos entre los universitarios.
En Norteamérica se inspiraron en los escritores Walt Whitman y sus Hojas de Hierba, en Jan Jack Kerouac y Los Vagabundos del Karma, en Alen Ginsberg y su famoso Aullido, en Henry David Thoreau con Walden y Desobediencia Civil. En las novelas eróticas de Henrry Miller y en los textos alucinados de William Burrough, autor de Almuerzo al Desnudo y Aldox Huxley escritor de Un Mundo Feliz. Todo esto nos llegó a Colombia, con muchos lectores entre nuestra juventud.
LA MATANZA DE TLATELOLCO
En México, el telón de fondo fueron los preparativos para los Juegos Olímpicos de México 1968; pues el gobierno estaba concentrado en eso, mientras tanto por dentro se vivía toda una conmoción social y política, dadas las injusticias sociales, la corrupción gubernamental y la perpetuación en el poder del partido político llamado PRI (Partido Revolucionario Institucional). Por consiguiente, el movimiento no solo fue estudiantil; fue político, social y estudiantil. Por lo tanto, no se levantó solo la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), sino muchas otras universidades y organizaciones sociales y políticas marginales al sistema. Sus banderas eran contra el autoritarismo y pidiendo más democracia. Sus frases más famosas según la novelista mexicana Elena Poniatowska fueron: “estos son los agitadores: ignorancia, hambre y miseria”, “porque no han hecho una manifestación en contra de sus propios prejuicios”, “en los únicos momentos en que me llevo bien con mis papas es cuando vamos al cine, poque entonces nadie habla” (La Noche de Tlatelolco. Editorial ERA, México. 1971)
Así, el movimiento fue independiente, contestatario, de resistencia civil y no parte de un complot comunista para sabotear los Juegos Olímpicos, como aducía el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, macartizando el movimiento y respondiendo con una masacre que no olvidará la historia, violando flagrantemente los Derechos Humanos, conocida como la Matanza de Tlatelolco o la de la Plaza de las Tres Culturas, con más de 300 muertos. Además de ella, hubo desapariciones, torturas, criminalización y coerción a todas las libertades civiles, sindicales y políticas. Todo ello asesorado por la Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos de Norte América.
Ya desde 1965 había un fuerte movimiento revolucionario del magisterio mejicano. Y como consecuencia de Tlatelolco se generó una actitud más crítica de la sociedad civil y el surgimiento de guerrillas urbanas y rurales. Pero en gran parte se habla de una derrota estudiantil; porque el sistema, ante la crítica mundial, se replegó y posteriormente se revitalizó. Sin embargo, todo esto entró a la historia y a la nueva cultura, como las banderas francesas y de la juventud norteamericana anti Vietnam. Es decir, todo esto ha convergido en la llamada Revolución Cultural del Mayo del 68. El primer historiador que acuñó la categoría de “Revolución Cultural” fue el escritor francés Fernand Braudel, de la llamada Escuela de los Anales; para diferenciarla sustancialmente de la “Revolución Industrial” y de la “Revolución Comunista”; acentuando los temas álgidos relacionados con la familia, las costumbres, las comunicaciones, la escuela, el sexo, las drogas y el feminismo. (Braudel, Fernand y Wallerstein, Immanuel. La Revolución Cultural Mundial de 1968. Ediciones Desde Abajo, Bogotá. 2018).