Falleció Jaime Rico Salazar, el último gran historiador musical (Primera parte)

13 junio 2023 11:36 pm

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Por: Álvaro Mejía Mejía.

Jaime Rico Salazar nació en Anserma, Caldas, también llamada Santa Ana de los Caballeros, población fundada por el mariscal Robledo, el 15 de agosto de 1539. Su epifanía también se produjo un día 15, pero de julio de 1937.

Desde muy joven se radicó en Bogotá con su familia, ciudad donde obtuvo el título de bachiller en el Colegio Santo Tomás de Aquino y se hizo profesional en la Universidad Nacional de Colombia. Luego, trabajaría por 15 años en la industria farmacéutica como visitar médico, ocupación que lo llevó a Costa Rica en 1970, país donde inició su larga carrera como investigador musical.

Aprendió a tocar guitarra a los 41 años, y en Costa Rica adoptó un novedoso método para su aprendizaje, que dejó plasmado en uno de sus libros, el que aplicó con eficacia en sus academias musicales.

Jaime Rico fue editor de su propia revista, “Nostalgias musicales”, que tuvo diez ediciones. Desde allí, logró restaurar un importante número de obras musicales del ayer para deleite del publico amante de la buena música.

Entrevistó a decenas de músicos vivos. Con algunos de ellos tuvo amistad fraterna. Así mismo, visitaba y tenía largas charlas con familiares y amigos de artistas fallecidos, lo que lo llevó a adquirir varios de los papeles y documentos que hacían parte de los archivos privados de músicos relevantes. Eso lo ponía por encima de muchos investigadores musicales.

Se deleitaba contando cómo habían llegado hasta sus manos los archivos privados de esos músicos o determinados instrumentos musicales de tales personajes, que fueron conformando una selecta y original colección.

Aprendió al lado del periodista y hombre de discos Hernán Restrepo Duque. Pero su forma de investigar era tan profunda, que en sus escritos llegó a corregir las afirmaciones que el mismo Duque y la tradición daban por ciertas. Era un ratón de biblioteca. En Nueva York, México, Colombia, Panamá, Costa Rica o la Habana se le veía en las bibliotecas hurgando los libros en procura del dato preciso o la fotografía adecuada.

Tenía todas las referencias, con numeración exacta, de los discos de la RCA VICTOR y, por lo tanto, sabía la fecha exacta de las grabaciones y los datos técnicos de estas.

Era contundente cuando hablaba. Convenía no llevarle la contraria, porque seguro uno terminaba corregido o regañado, además con pruebas irrefutables que él mismo poseía. A los santandereanos les mostraba la partida de bautismo de José A. Morales, en donde se prueba que no era oriundo de Socorro, Santander, sino de Tocaima, Cundinamarca. A los tolimenses les probó que Pedro Morales Pino nació en Cartago y no en el departamento musical de Colombia. Esa circunstancia, no obstante, le decía yo al maestro, no decía mucho, porque Arnulfo Briceño, el compositor de “¡Ay!, mi llanura” no nació en el Llano, sino en Villa Sucre, Norte de Santander. Fulgencio García, compositor de la “Gata golosa”, no era oriundo de Bogotá, sino en Purificación Tolima. Alberto Castilla, compositor del “Bunde Tolimense”, no nació en Ibagué, sino en Buenaventura. Todos ellos al haber compuesto canciones representativas se hicieron hijos de las regiones que amaron y a las que dejaron sus mejores canciones.

Sus investigaciones sobre Pedro Morales Pino, Jorge Añez Avendaño, Alcides Briceño, Pelón y Marín, Alejandro Wills, Alberto Escobar, Luis A. Calvo, José A Morales, entre los nuestros, son sencillamente insuperables, entre otras cosas, porque logró obtener documentos personales de esos maestros de la música.

En el bolero nadie sabía más que él. Sus compositores, sus autores, sus intérpretes. Siguió el periplo del doctor Alfonso Ortiz Tirado y Juan Arvizu, grandes voces del bolero, quienes al regresar a México fueron desconocidos por su larga ausencia de la madre patria.

Escribió más de 50 obras monumentales de historia musical. Es difícil encontrar alguien más fecundo en este campo. Destacamos algunas de ellas: "Carlos Gardel, su vida y sus canciones", "Los instrumentos de la Orquesta Sinfónica", "Las canciones más bellas de Costa Rica", "Las canciones más bellas de Panamá", "Las canciones más bellas de Colombia", "Cien años de Boleros", "La Canción Colombiana, su Historia, sus Compositores y sus Mejores Intérpretes", “Julio Flórez. Su vida y sus poemas”, “Las canciones cuentas su historia”, “Dr. Alfonso Ortiz Tirado. El cantor de América”, “Las canciones de José A. Morales L.”, “La vida de Rafael Hernández”, “Francisco Paredes Herrera. El rey de los pasillos”, “Grandes voces de la canción popular”, “Pedro Morales Pino”, “El bolero en Colombia”, “La vida de Luis A. Calvo”, “Diccionario de la canción popular de Colombia”, “Carlos Vieco O.”, “Álvaro Dalmar”, “Pedro Morales Pino y la Lira Colombiana con Wills y Escobar”, “Curso audiovisual de guitarra (8 libros)”, “Discografía de la Canción Popular”,  “La vida artística de Jorge Añez A (Briceño y Añez)”, “Los duetos en la canción colombiana”, “Las canciones de Costa Rica y sus compositores”, “Cien años en la historia de las canciones colombianas”, “Grandes voces de la canción popular: Juan Arvizu, Margarita Cueto y Carlos Mejía”, entre otras no menos importantes.  

De sus "Cien años de boleros" se han publicado seis ediciones. De "La canción colombiana, su Historia, sus Compositores, y sus Mejores Intérpretes" fue lanzada al público a finales de 2004, con el auspicio de FUNMÚSICA. La más reciente edición consta de 2 tomos impresos en papel fino, pasta dura, abundante material fotográfico y la letra de las más representativas canciones colombianas con sus acordes para guitarra.

Por sus valiosos aportes a la música colombiana fue condecorado por el municipio de Anserma con la “Orden Ocuzca”, como hijo ilustre; por la gobernación de Caldas con la “Orden Alejandro Gutiérrez”, medalla Aquilino Villegas y en Rionegro Antioquia con la “Orden del arriero”.

El pasado 9 de junio, falleció el maestro Jaime Rico Salazar de un infarto fulminante en Costa Rica, donde vivía desde hace años con su hija, quien siempre estaba pendiente de él.

Su deceso es una pérdida invaluable para la música de América Latina. Hemos perdido físicamente al último gran investigador musical. Las autoridades de la cultura deben recoger su legado para las presentes y futuras generaciones.

En la segunda parte presentaré una crónica sobre el último viaje a Colombia del maestro Jaime Rico Salazar y nuestro encuentro inolvidable.

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