Nada sucede al azar

5 agosto 2023 10:23 pm

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Agostino Abate

Cuando el escritor comienza su obra, la pluma no sabe lo que tiene en mente el que la usa. Cuando el pintor toma en sus manos el pincel, el pincel no tiene idea de lo que saldrá de la mente del artista. Cuando el escultor da sus primeros golpes de cincel, el cincel no imagina la obra que comenzó con finos golpes en el mármol.

Cuando llegué por primera vez en enero de 1990 a la Universidad del Quindío me sentía como una pluma, un pincel o un cincel en las manos de Dios, el artista, porque primero, nunca había imaginado trabajar en la Universidad del Quindío y segundo porque había que inventar la forma de acercar el Evangelio a la cultura y esa tarea, por lo menos en esta época postmoderna definida por el pensamiento débil y líquido, no es fácil ni tiene paradigmas para imitar o para copiar.

Sin embargo, guiado por la fantasía de semejante artista, confieso que durante casi treinta años he vivido la Universidad, buscando ser cada día persona de diálogo partiendo del prerrequisito, sine qua non, que hay que aprender a oír al interlocutor. Siempre. También sus extravagancias o impertinencias porque a menudo bajo ese ropaje o la metáfora se esconde la verdad

Desafortunadamente la sociedad contemporánea se hizo insensible a las razones de la Verdad, porque cree mas en la verdad que proclaman las mayorías o las encuestas o las fake news o los poderosos medios de comunicación, Sin embargo, la sociedad contemporánea todavía tiene sensibilidad a las razones de la caridad y de la solidaridad. Este es el camino que está llevando de nuevo los hombres de hoy a amar la Verdad.

En 1992 unos estudiantes pertenecientes a un movimiento estudiantil denominado “Movimiento Nueva Juventud Universitaria” recogieron cientos de firmas pidiendo a la Universidad un lote para la construcción de una Capilla bajo el lema que se hizo viral en el ambiente universitario de la época: “Somos un pueblo. No creemos en el capitalismo salvaje. Nunca fuimos hijos de Marx. Somos jóvenes del 2000. Creemos en la cultura del dar. Estamos abiertos al diálogo. Pregonamos la no violencia. Queremos una universidad libre y pluralista. Somos un pueblo de creyentes. Queremos una Capilla Universitaria. Nuestra ética nace de la escucha de la Palabra”.

Entregado al comité pro-capilla por parte de la Universidad un lote en el campus universitario, comenzaron las actividades para recoger fondos para la construcción, pues estaba claro que no se le pediría ni un peso a la Universidad. Y así fue.  Nació así en 1996 la Parroquia Universitaria de Pentecostés y desde ella se forjaron tres fundaciones para que la caridad ejercida desde la parroquia fuera organizada.

 

En marzo de 1992, era más o menos la una de la tarde, presencié una escena bastante impactante: observé a un estudiante recoger unas guayabas. El campus universitario de la época era muy parecido a un pastizal y tenía muchos guayabos produciendo. Pisó las guayabas, las introdujo en una botella de gaseosa litro, la sacudió. Frente a mis ojos había preparado su almuerzo. Cocinaba agua con guayaba. ¿Te recuerdas J.J.? 

La semana siguiente un grupo de 17 estudiantes comenzó a almorzar en la sede del Movimiento Nueva Juventud Universitaria ubicada diagonal al restaurante La Fogata. Por turno uno de ellos no iba a clase y preparaba el almuerzo a sus compañeros. Luego se consiguió como cocinero a un estudiante de modalidad nocturna de Contaduría. Era de Buenaventura. A los pocos días nos cansó su reiterativo arroz con coco y se contrató a Mariela madre de una estudiante.

Colaboraban económicamente a la causa los mismos estudiantes, pero más que todo docentes, administrativos y jubilados de la Universidad del Quindío con generosos descuentos por nómina. Durante diez años se pagó arrendamiento en los distintos lugares donde el comedor estudiantil hubo que mudarse. Con 250 usuarios que colaboraban por cada almuerzo tres cientos pesos, llenos de deudas, en 2003 la Universidad ofreció en comodato el local donde funciona el actual Restaurante Estudiantil de la Fundación Providencia 2000 que este año se propone alcanzar los 1000 almuerzos diarios.

Desde el exterior personas e instituciones se ofrecían continuamente para apadrinar niños en situación de pobreza extrema. Reiterada era la respuesta: nuestro trabajo se desarrolla en una Universidad, apadrinen a estudiantes universitarios. Muchos de ellos se beneficiaron. Un día se enteraron del asunto unas estudiantes. “Nosotras beneficiadas con becas del exterior podemos dedicarnos al apadrinamiento de los niños”. Nace la Fundación Huahuacuna cuya finalidad es el trabajo con niños en estado de vulnerabilidad. Su labor se basa en apadrinamientos nacionales e internacionales a niños en edad escolar, lográndose brindarles entre otros, apoyo para educación, salud, vestido y calzado, complementos alimenticios y actividades de esparcimiento.

El mismo nombre nos da indicios de una linda analogía. Huahua en lengua quechua significa el hijo de la madre o la forma en que la madre llama a su hijo, y su terminación cuna da el plural, por ende, Huahuacuna significa: los niños.

Al finalizar el proceso de apadrinamiento que involucra directamente a la familia, cada niño se caracteriza por tener valores cristianos, sentido de pertenencia hacia sí mismo, su familia, la fundación y el país. Los niños, algunos ahora universitarios, son reconocidos por ser personas críticas y propositivas al mejoramiento de la sociedad; ciudadanos responsables y preocupados por su bienestar y el de sus familias.

Durante una reunión familiar con ocasión de celebrar la liberación de un ingeniero secuestrado por las Farc, tuve la ocasión de encontrarme con Maximiliano que había heredado la responsabilidad de llevar adelante una obra social con adultos mayores, sacados de la calle, creada por el franciscano Fray Alberto González Gaviria. Me comentó los sentimientos del P. Alberto antes de morir. Ese día la Fundación Providencia 2000 y la Fundación Huahuacuna tuvieron como hermana la Fundación Géros.

La Fundación Géros, por un envejecimiento exitoso, nació en octubre de 2006, y la conformaron desde su comienzo personas dotadas de un gran espíritu cívico como la gerontóloga Ángela. La Fundación tiene como objeto social: propiciar y desarrollar acciones con el fin de mejorar el bienestar de vida de adultos. Esto se hace a través de programas y proyectos que contribuyen a dicho fin, permitiendo además la participación de los familiares en actividades específicas de la Fundación.

La Fundación Géros nació con el sueño y el deseo de brindar apoyo a personas mayores teniendo como meta la de construir para ellos un hogar y así garantizarles el sustento y una mejor calidad de vida. Sin embargo, no se trata de asegurarle mero alojamiento o alimentación ni de hacer asistencialismo sino de prestarles una atención profesional junto al desarrollo de actividades laborales aptas para su edad.

Se trata de líneas de acción solidarias relacionadas con un fragmento social desatendido y vulnerable como son las personas mayores.

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