Irene y Marcelo habitaron un país sin tiempo llamado Nosotros que los protegió de la fealdad y la hostilidad del mundo. Más de veinte años de matrimonio en el que hicieron el
amor a diario con la misma pasión y entrega que la primera vez. Una pasión sin fisuras en la que cada día era nuevo, único e irrepetible. Un mundo de cuidados mutuos y profundas complicidades que los mantenía en los márgenes de todo conflicto exterior. Incluso la extraordinaria conexión que unía a la pareja fue un obstáculo para su vida social, por la envidia no del todo sana y la incomodidad que generaban en su
entorno más cercano.
Pero cuando la implacable enfermedad se lleva a Marcelo por delante, Irene descubre que sin ese ser que iluminaba sus días nada tiene sentido. Ni siquiera todo el dinero que su marido le ha dejado, que había ganado con una lucrativa tienda de muebles de calidad, porque los muebles son la materialización del amor con los que toda pareja viste su hogar. Y a sus cincuenta años, la atractiva e inquieta viuda se rebela contra ese destino absurdo y sin sentido.
El célebre soneto de Francisco de Quevedo «Amor constante, más allá de la muerte» que le recitaba su madre y que declamaron al unísono con Marce en la primera cita funciona como una especie de enigmático sortilegio. Irene no admite su pérdida y con la fuerza indestructible de su amor se propone desafiar a la muerte, al tiempo y al olvido.
Se monta en un tren rumbo a Málaga al encuentro del Mediterráneo, ese mar eterno e inabarcable cuya contemplación la sosiega porque en él encuentra la equivalencia de su pasión, y desde allí emprenderá, a lomos de un lujoso BMW de alquiler, una lasciva road movie en la que se lanza en busca de lo imposible o quizá de lo sublime que ha llegado a conocer y experimentar. Se trata de evocar a su amado Marcelo, de recuperarlo de cuerpo presente encarnado en la piel de cada nuevo amante, ya sea hombre o mujer, a través de un obsesivo ritual amoroso con el que llega incluso a contemplar el rostro de su marido en los breves segundos del orgasmo.
Y en la utópica construcción de ese Nosotros, marcada por la ausencia en este caso, una imposible variante de la gran épica a la que todo gran amor se enfrenta, Irene se pierde sin remedio en las profundidades de su alma, a medida que se suceden los enclaves de la costa mediterránea: Cambrils, Aiguablava, Sète, Niza, Cerdeña… Porque poco a poco iremos descubriendo, en ese portentoso ejercicio de recuerdo e invocación del amor de su vida, a fin de revivir a su amado Marcelo apenas un instante efímero del presente, que las fronteras entre realidad y fantasía comienzan a desdibujarse. Y, sobre todo, que la inexorable soledad le impone a Irene su «ley severa», como decía el poeta, y su desgarro.
De eso trata Nosotros, la magistral nueva novela de Manuel Vilas (Barbastro, 1962), ganadora del prestigioso Premio Nadal 2023. Una obra de exquisita factura, tan conmovedora como contundente, que toma su título del famoso bolero del compositor cubano Pedro Junco interpretado por Los Panchos.
En buena medida melodramática, como el inmortal género musical al que rinde tributo, Nosotros es una novela que no solo habla de la enorme dificultad de construir día a día ese plural a la que se enfrenta indefectiblemente toda pasión, sino que también plantea una exploración de los límites del sentimiento amoroso atravesado por lo ineluctable.
Pero a la vez es una exploración cargada de sorpresas, con un inesperado giro final, que permite, como reconocía el mismo autor en el discurso de recepción del Premio Nadal, leer también esta novela como una suerte de thriller existencial.
En ese sentido, la obra también propone con sutil eficacia una reivindicación del gran poder de la ficción como un puntal imprescindible de la realidad, como aquello que nos ayuda a vivir. Un honesto reconocimiento de la fantasía con la que los seres humanos nos asomamos a los abismos de la existencia y a los acantilados de la intimidad.
La misma fantasía que nos resguarda aunque solo sea momentáneamente de la soledad. En definitiva, quizá la gran apuesta de Manuel Vilas no sea más que una defensa apasionada de las novelas de amor, porque son las novelas de amor las que nos permiten, al leerlas, poner en práctica y protagonizar nosotros mismos las grandes historias de amor.
La poesía y el arte:
Plagada de símbolos omnipresentes como el poderoso Mediterráneo o el inevitable paso del tiempo a través de lujosos relojes de pulsera Cartier o Patek Philippe que puntúan las peripecias de la protagonista, la novela también propone una encarnizada defensa del arte y la poesía no solo como los más genuinos instrumentos del amor y la pasión, sino también como las únicas armas de las que disponemos los humanos para combatir la mezquindad, la fealdad y la crueldad del mundo.
No en vano Irene, aunque carezca en buena medida de un verdadero talento, ocupa los años de su relación amorosa componiendo poemas de amor y pintando escenas cotidianas de la vida en pareja, como una manera de vivir su amor dos veces o de experimentar un amor en segundo grado, quizá una especie de amor al amor.
Por su parte, Marcelo tampoco es ajeno a la pulsión estética, ya que la lleva en la sangre. Su padre fue muy amigo de Federico Fellini y un gran artista de los decorados cinematográficos que trabajó codo con codo con el cineasta en los célebres estudios de Cinecittà. Esa misma sensibilidad y pasión estética es la que dedicará Marcelo a los muebles de calidad, como la materialización del amor de toda pareja.
Pero, sobre todo, la poesía es la gran protagonista de esta novela de amor. No solo porque Manuel Vilas sea también un gran poeta y la lírica impregna hasta lo más profundo de su prosa; sino porque además la obra también se plantea en su estructura como una suerte de glosa o desarrollo y comentario en extenso del conocido soneto de Quevedo «Amor constante, más allá de la muerte». Y ello sin contar con los versos de grandes poetas como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Jaime Salinas, Jorge Manrique, Paul Valéry y un largo etcétera que puntean de un modo magistral los giros de la trama.
Sobre Manuel Vilas:
Es autor de seis poemarios y su obra lírica se ha compilado en Amor: Poesía reunida 1988-2010 (2010), en Poesía completa (1980-2018) (2016) y en Una sola vida (2022). Su obra narrativa la inicia España, a la que le siguen Aire nuestro, Los inmortales, El luminoso regalo y los libros de relatos Zeta y Setecientos millones de rinocerontes. Es autor del libro de viajes América, de Listen to me y de Lou Reed era español.
Su novela Ordesa (2018) fue traducida a más de veinte lenguas y elegida libro del año por Babelia y obtuvo el Premio Femina, concedido en Francia a la mejor novela extranjera. Alegría (2019), traducida a varias lenguas, fue novela finalista del Premio Planeta. En 2021 publica Los besos. Nosotros es su novela más reciente y ha sido galardonada con el Premio Nadal de Novela 2023. Colabora en El País y otros medios.