Aldemar Giraldo Hoyos
Dos personajes me ocupan hoy: Victoria Eugenia Dávila Hoyos (Vicky Dávila), periodista y, para algunos, escritora; conservadora por excelencia y directora de la Revista Semana y María Fernanda Cabal Molina, politóloga, senadora, igualmente, conservadora. Mucho tienen en común: conservadoras a ultranza, seguidoras de Uribe, opositoras del gobierno actual, enemigas acérrimas de la izquierda, incendiarias, guerreristas, ciegas de odio, pantalleras y dueñas de la verdad.
La primera, al ejercer lo que ella llama periodismo, utiliza la revista y los micrófonos para rendir tributo a sus señores, sembrar odio, acentuar la polarización entre los colombianos y manosear el concepto de democracia a expensas de juegos de palabras y cotilleos propios de un costurero. Imposible para ella entender lo que significa la paz, término que confunde con la comodidad que vive la clase dominante o el eterno silencio de quienes sufren opresión y discriminación.
Mal hace en mostrar habilidades que no tiene; sus imitaciones de despecho deshonran a los compositores e intérpretes de tal género musical; parecía protagonizando enfrentamientos con sus colegas para ganar popularidad, por ejemplo, con Hassan Nassar, momento en el cual le recordaron que ella había aceptado viajar en el avión presidencial, con su esposo, durante el gobierno de Juan Manuel Santos; su respuesta fue un “talegado” de insultos; esto, sin mencionar su retaliación con el grupo Prisa ante informaciones molestas para algunos directivos de “su revista”.
Por otro lado, doña María Fernanda, quien se ha criado entre el ganado y las comodidades, con antecedentes laborales ligados a compensaciones para don José Félix, no podrá olvidar el apoyo solicitado para la elección de Iguarán (doctores tiene la Santa Madre Iglesia que pueden dilucidarlo). Es una mujer de extrema derecha, alumna de don Alvaro; reactiva por naturaleza; radical a morir, irrespetuosa de figuras culturales de talla internacional (recuérdense sus expresiones a propósito de la muerte de Gabriel García Márquez por ser este cercano a Fidel Castro); en palabras de la Silla Vacía, “María Fernanda Cabal es una mala portada de la derecha”, al momento de adherirse a la tropa beligerante del expresidente. Temerosa y enemiga de los cambios, a excepción de aquellos que favorezcan a los de arriba. Mal recordadas sus afirmaciones, incluyendo las relativas a su partido y jefe por antonomasia. Su sinceridad limita con la ordinariez y el irrespeto. Da la impresión de que en la Escuela de Ciencia Política no aprendió la diferencia entre izquierda y derecha, menos, la distancia entre democracia, totalitarismo, socialismo y comunismo; lo único que interiorizó es el fundamentalismo propio de las doctrinas y las prácticas que se consideran esenciales e inamovibles en un sistema,
En palabras de un amigo mío, “todos los errores y las papayas que le sirva Petro contribuyen a pavimentar la vía de la Casa de Nariño para esta señora” (¨¡Sagrado Rostro¡ ) .
Las dos derechistas radicales, motivo de reflexión en esta columna, solo contribuyen a enrarecer el ambiente y a llenar de negativismo a nuestra querida Colombia; no dejan ver la luz que hay al otro lado del túnel; como decía mi abuelo Javier Darío: “En cuanto el periodismo se ejerce como un poder, pierde su esencia y se convierte en otro más de los poderes que se disputan el control de la sociedad”.