Les quedan cuatro meses a los mandatarios elegidos hace cuatro años para dirigir los destinos de los municipios y departamentos. En el caso del Quindío, lo que se observa es un afán tenaz por tratar de terminar las obras que prometieron y que no han podido cumplir durante tres años y ocho meses de mandato.
El afán corresponde a dos elementales hechos. Primero, tratar de inaugurar las obras y poner la placa de reconocimiento para quede en el registro de la historia. Y, dos, ejecutar los dineros que están en los presupuestos para no dejarles nada a los sucesores. Esta es una práctica recurrente en todos los gobiernos, tanto de la nación como de los territorios.
Hay un sabio dicho que le escuchamos en Armenia a un viejo quindiano, que ya no está entre nosotros, Aníbal Jaramillo, el señor del almacén Valher, decía: “No se afane mijo que, si no se llenó comiendo, menos lamiendo”. O aquello de que del ‘afán no queda sino el cansancio”. En Armenia vemos varias obras, especialmente en las calles, que causan grandes trancones, y que se ejecutan a la vez porque el tiempo se acabó.
Lo mismo sucede en el departamento del Quindío. Por ejemplo, la obra de la vía Circasia-Montenegro debió de entregarse en el mes de noviembre de 2022, pero se amplió el plazo para febrero de 2023, y ahora se ha hecho no solo una adición, se cambió al contratista, sino que se dio otro plazo hasta diciembre de este año. Difícilmente se verá terminada, con todos sus elementos, es decir, el asfalto completo, las bermas hechas, los desagües, los empalmes para ingresar a las veredas y la señalización, tanto de piso como aérea.
En Armenia sucede algo parecido con la más importante obra de este gobierno, el empalme del Portal del Quindío-Avenida Centenario sobre la calle 19 Norte, que implica un puente sobre la quebrada La Florida. El gobierno ha dicho que entregará la obra en diciembre, pero todo parece que no se alcanzará a terminar en su totalidad, y seguramente quedarán trabajos pendientes para el próximo año, otra administración.
Hoy, los alcaldes y gobernadores están apurando a los contratistas, cuando esas obras pudieron haberse empezado por lo menos al año de sus mandatos, para lograr una terminación completa, de calidad y a tiempo. Y, sobre todo, que las veedurías de las obras tengan suficiente información para poder realizar su trabajo con amplitud y seriedad. Seguramente que, por los afanes, muchas cosas quedarán pendientes o mal hechas, y lo peor, vendrán las denuncias de sobrecostos, lo que ha generado en el pasado graves consecuencias para los exmandatarios.
Una de las principales herramientas de un gobernante es la planeación, a través del conocimiento y la información. Y sobre estas herramientas hay un gran despliegue al comienzo de los mandatos, pero infortunadamente, a la hora de la ejecución, esa planeación no se ve reflejada. Ojalá las experiencias presentes y las del pasado sean ejemplo para los gobernadores y alcaldes que llegarán el próximo año.