James Padilla Mottoa
Si todo puede cumplirse como se ha programado y las circunstancias climáticas nos ayudan, mañana sábado en el estadio San José vamos a estar todos los que, de maneras diversas, hemos hecho parte de la gran familia del equipo profesional Deportes Quindío.
La cita es ineludible porque nos convoca un motivo mayor de solidaridad con un amigo que fue figura del fútbol, que vistió los colores de nuestro amado equipo y que hoy, en sus años viejos, está requiriendo del apoyo y la respuesta positiva de todos aquellos que han sido hinchas o soporte emocional de aquel equipo que llegó a unirnos en una cofradía de pasiones e ilusiones.
Vamos a reunirnos en nuestro inolvidable estadio San José para rodear con gesto fraterno al gran Higidio Hinestroza, el arquero de las atrapadas imposibles, un felino en los pórticos de varios equipos nacionales, empezando por ese Quindío de finales de la década de los 60, justo el equipo que anduvo en devaneos con la gloria, una gloria esquiva y traicionera que se escapó, quién sabe dónde, en una tarde en la que se cruzó un árbitro cualquiera.
Hinestroza, por sus condiciones profesionales fue llamado a equipos de enorme prestigio como Atlético Nacional, Atlético Bucaramanga, Cúcuta Deportivo y otros, dejando huella como enorme deportista, pero más allá, la impronta del hombre honesto y cordial que todos conocemos.
Tumaqueño de origen y quindiano por convicción y amor, fue y volvió siempre a esta tierra que le dio abrigo, que lo lanzó en el ambiente tan competido del fútbol y que le dio un hogar lindo que conserva como la única riqueza que atesora.
Dicen que el tiempo no perdona y esa es una verdad irrefutable. Todos estamos sometidos a la sentencia de los años que, de diferentes maneras, siempre nos pasa factura por el simple hecho de haber vivido. Como Higidio es del tiempo en que los profesionales del fútbol ganaban poco y ahorraban menos, el ocaso lo tomó con los bolsillos flacos y con unos males físcos que no imaginábamos que pudieran castigarlo. No es el caso de aquellos que lo tuvieron todo y una mala vida hizo que ese todo se fuera por el escurridero, no. Este personaje que hoy nos llama fue un hombre muy íntegro, de vida mesurada y tranquila, a pesar de su sangre Pacífico y el color moreno de su piel. Simplemente no acumuló riquezas que nunca tuvo; trashumante del fútbol, arquero espectacular, no tuvo la suerte que otros sí tuvieron en abundancia.
Quiero compartirles un recuerdo, una anécdota para ilustrar las frases que intentan describir al protagonista de esta nota: una vez fuimos con el Deportes Quindío a Bogotá para enfrentar al muy encumbrado Millonarios del técnico Texeira. Un "embajador" que metía miedo con figuras como Valdomiro Vanz Franco y el goleador Mario de Queiroz. Pocos minutos antes de partir para el estadio, el técnico Severiano Ramos, muy amigo mío y conocedor de mi amistad con el arquero Hinestroza, se acercó y me dijo: "Hoy va tu negro Hinestroza y vamos a ver qué es lo que nos da". Cuando arrancó el partido, que no se jugó en El Campín, ese Millonarios fue una tromba frente al pórtico cafetero; remates de todos los flancos, mano a manos de De Queiroz salvados una y otra vez por la figura tumaqueña. Valdomiro ensayaba sus mortíferos remates ante la suficiencia de Hinestroza y un clima de desconfianza y frustración empezaba a percibirse en las huestes azules. Luego recurrieron a un arma innoble y De Queiroz se llevó a nuestro arquero por delante y le causó una lesión de hombro que le impidió salir para el segundo tiempo.
Teníamos como suplente un joven arquero palmirano llamado Sofonías Cañizales, carente de experiencia, sin minutos de juego y presa de los nervios. Para qué les sigo contando con detalles: fue un banquete el de aquella tarde para el rival; para Valdomiro, De Queiroz y toda su banda. Aquel partido quedó 4 a 0, pero ese primer tiempo fue la expresión máxima que vi en la actuación de un portero.
Esa ha sido una de mis especiales anécdotas en ese periplo interminable de nuestra ilusión por una victoria del Quindío, con un protagonista querido y admirado. Ese hombre es el que ahora nos llama porque necesita del calor y la esperanza que le podemos entregar sus amigos. Ese deportista integral es Higidio Hinestroz, a quien tendremos que darle razones para seguir luchando y también nuestra ayuda material. Nos veremos desde la 1 p.m. en el viejo San José…