James Padilla Mottoa
Bueno, ya nos echamos la bendición y nos fuimos adelante con los Juegos Nacionales y Paranacionales. Como dicen por ahí: «lo que fue, fue» y ya no hay más qué hacer. Los escenarios avanzan en estos últimos días; unos estarán listos y los otros serán para los Juegos del año 2030, tal vez.
El antiguo Parque de Recreación Popular, ubicado en el sur de la ciudad, en la vía a La Tebaida, quedará con unas obras deportivas que podrán constituir un Centro Deportivo de grandes proporciones. Pero no será así no más: estas obras se construyen allí como la satisfacción de una necesidad planteada por el gran compromiso adquirido cuando se pidieron los Juegos. Sin embargo, pienso que no han tenido una debida planeación. Con varios escenarios de primer nivel (pista de BMX, bolera municipal y complejo acuático), todo el predio ha tenido que tratarse como un gran emporio deportivo, con todas las de la ley: readecuación de todo lo que se tenía y no va a ser intervenido, proyección de las obras de urbanismo y dentro de este concepto la seguridad de toda la población que tendrá que ver con las obras deportivas.
La doble calzada Armenia-Club Campestre dejó sin retorno, ni puente peatonal a las personas residentes o población flotante del sector. Ni se crea que todos van a guardar el cuidado respectivo para acceder al que ahora será un Parque Deportivo y esto será un riesgo grandísimo que se habrá de correr.
Todo el complejo carece del cerramiento mínimo. Ha sido siempre una vergüenza esa carencia en el parque; a tal punto que cuando era simplemente el lugar de recreación, los vándalos hicieron cantidad de huecos en la pobre malla del perímetro, para ingresar por ahí en condición de colados. Esa fue una de las causas por la que también se le hizo insostenible el manejo del parque a la Sociedad de Mejoras Públicas, entidad que estuvo al frente de ese sitio por varios años.
En una esquina del parque está una casa desvencijada por el abandono y el tiempo, que fuera otrora tienda que surtía a muchas personas, especialmente a los habitantes de El Rhin y otras veredas vecinas. Siempre fue objeto predilecto de los amigos de lo ajeno que sacaron corriendo a todos los que quisieron hacer en ese lugar su emprendimiento. Después, en el abandono, se ha constituido en albergue de toda clase de malandrines, quienes, huelga decirlo, primero la desvalijaron. No sabemos, en este caos, qué va a pasar con esa casa, ubicada en lugar estratégico del complejo deportivo. Será una decisión del alcalde en la que no podrá tener el mínimo margen de error. Allí se necesita ubicar la seguridad de todo el sector; no cabe otra cosa porque no sólo será la atención y seguridad para los deportistas que van a estar utilizando los escenarios, sino la de todas las áreas circundantes, más una población de 36 mil personas que llegarán con el complejo habitacional La Bretaña, el cual se construye en la actualidad.
Los ciudadanos estamos muy contentos con los escenarios nuevos que vamos a tener en Armenia, pero no podemos pasar por alto la falta de planeación en el complejo que han querido montar, en donde quedan muchos interrogantes que no se resuelven todavía…