Las elecciones que pasaron

10 noviembre 2023 12:00 am

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James Padilla Mottoa

En mi época de periodista activo siempre quise poner distancia entre la política y mi ejercicio profesional, simplemente por cuestión de gustos y porque no me parecía correcto aprovechar un pequeño reconocimiento que pudiera tener en la sociedad para andar por esos caminos tan sinuosos. Hice una sola excepción para atender un pedido expreso de mi amigo Henry Gómez Tabares en su campaña y en su arribo a la gobernación del departamento para colaborarle en el asesoramiento en la parte deportiva y realizar las mesas de trabajo para la creación del Instituto Departamental del Deporte y la Recreación, hoy Indeportes.

Huelga decir que ahora me tocó vivir muy de cerca esa experiencia de la competencia electoral por la candidatura de mi hijo a la alcaldía de Armenia. Y les confieso que terminé asqueado por lo que descubro como prácticas corrientes, no para procurar electores, sino para denostar, calumniar y agraviar a los contendientes, especialmente a aquellos que toman la delantera en eso que llaman la intención de voto.

De todo eso me queda una reflexión: ¿Cómo pretenden los directivos de una campaña presentar a su líder como una persona idónea para ocupar una posición destacada en la comunidad, cuando se acepta este tipo de prácticas?

Motivo de controversia fueron los famosos debates. Resultaron debates en todas partes: televisión regional, asociaciones gremiales y emisoras virtuales. Todos los medios son importantes, pero la incidencia de los debates requiere de características muy especiales: espacio con tiempo preferencial, parámetros rigurosos y claros para los participantes, un moderador que pueda acreditarse como hombre suficiente y capaz en el análisis político y muy ducho en la conducción de este tipo de programas. No se puede menospreciar nada ni a nadie, pero creo que un debate, un lunes, en horario de recetas de cocina o telenovelas mexicanas, no se compadece con la trascendencia del tema y de los personajes. Además, las reglas que se fijaron no fueron claras y quedaba la libertad para los que estaban irremisiblemente perdidos, a fin de que aprovecharan su momento, no para presentar programas, sino para caerle en gavilla al candidato principal. Eso lo sabemos muy bien los que nos curtimos tantos años en el ejercicio periodístico.

Hubo decisiones muy acertadas y que me sorprendieron gratamente por parte del alcalde electo de Armenia: nada de cierres ruidosos de campaña, como siempre se ha acostumbrado, cero agravios a los contrincantes y ninguna respuesta a los insultos o calumnias y finalmente una celebración tranquila, sin escándalo, y en el seno familiar, de un triunfo categórico. Aquí lo que importa no es la persona, lo que verdaderamente interesa es el mejor futuro para nuestra ciudad. Si otros no han podido digerir una derrota, ese es problema de ellos. También les digo: el tiempo señalará un nuevo estilo para gobernar a la capital quindiana.

Por conveniencia en articulación de propósitos y de políticas, lo mejor hubiera sido la elección de un gobernador de la misma estructura política del alcalde de Armenia. Sin embargo, ¿el nuevo gobernador dónde y cómo irá a gobernar? Las mayorías son contrarias en Asamblea y grupo de alcaldes del departamento, entonces sólo le quedará como territorio el llamado palacio departamental.

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