Defendamos la ciudad

21 diciembre 2023 11:18 pm

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James Padilla Mottoa 

Hay cosas que se tornan en alimento para el espíritu, especialmente en tiempos como este, en donde, querámoslo o no, uno se siente diferente porque hay algo distinto en el ambiente que antecede a la Navidad.  

Una de esas cosas es presenciar el retorno de los hijos al hogar. Como si fuera un mandato del alma, los que se fueron ayer, tienen un llamado interior para volver a encontrarse con sus cosas del terruño, con las costumbres nuestras y con los abrazos que se quedaron huérfanos en padres, hermanos y amigos. Salimos y los vemos por todas partes irradiando un gozo indescriptible. 

Infortunadamente junto a la profunda satisfacción que sentimos, hay también un gesto de rabia porque no tenemos una ciudad en orden para recibirlos como debiera ser. Nuestras calles se han convertido en un caos total. No hay lugar para una bicicleta más; los espacios destinados anteriormente para el paso de los vehículos se han transformado en parqueaderos o en sitios habituales para los comerciantes informales. 

¿Y saben qué? Lo peor. Los que denuncian inicialmente, terminan defendiendo un estado de cosas que tiene a nuestra ciudad sumida en el desorden que avergüenza ante propios y extraños 

Ruidos inaguantables, ruptura de todas las normas viales y atascos que vencen la paciencia, son algunas de las peores características que tenemos y que nos dejan la pésima imagen de un gigantesco mercado persa. 

Nunca en tantos años había visto a Armenia como hoy.  Una ciudad de paisajes que encantan cuando se mira hacia cualesquiera de los puntos cardinales, no puede verse enturbiada por este maremágnum que amenaza un futuro que hasta hace muy poco calificábamos de promisorio.  

Es urgente un cambio, pero ese cambio tiene que arrancar por la actitud personal de cada uno de los que nos sentimos comprometidos con el destino de nuestra capital. Preguntarnos y responder con sinceridad si es que deseamos ver limpia y en orden la ciudad en la que nacimos o nos acogió en momento importante de nuestro destino. Si la respuesta es positiva y eso querría decir que de verdad amamos el terruño, entonces apoyar y crear conciencia sobre lo que se ha de hacer para cambiar la cara que tenemos ahora. No debe haber lugar para posturas políticas que lleven su carga de intereses malsanos, ni campo abierto para que en la ciudad se siga teniendo una percepción concreta de inseguridad. El dejar hacer, el dejar pasar por miedo a pagar tributos en contiendas electorales, nos ha llevado a lo que ahora es una ignominia en contra de lo que decíamos era un Milagro de Ciudad.   

Hay que estar atentos cuando llegue la feria de los oportunistas a defender con aviesos intereses lo que ellos consideran su filón de periodistas espontáneos. Listos para desenmascararlos y enfrentarlos con valentía para que los buenos propósitos de cambio tengan una feliz realización. 

Los que fuimos soldados de la lucha por el bienestar y el progreso de esta ciudad, casi todos viviendo en un retiro generacional, no debemos tener miedo. Y si es necesario volver a desenterrar la palabra para confrontar a los que han creído que esto es tierra baldía y que aquí pueden posar de defensores de una sociedad, que en la realidad ha sido asaltada en sus más caros propósitos por los que echaron mano de la tecnología para acribillar con un teléfono a las gentes de bien que sí han hecho e intentan hacer todavía algo positivo para que Armenia vuelva a ser la ciudad de múltiples oportunidades para todos, en paz y en orden. [email protected]  

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