James Padilla Mottoa
Se toreó el avispero en la gruta del fútbol profesional colombiano. Sí, porque ha sido una gruta en donde se reúnen unos señores que fueron elegidos a perpetuidad para regir los destinos del fútbol en general y del rentando, en particular. En medio de señalamientos, reclamos y demás, todos han venido haciéndose pasito porque a ninguno le conviene un escándalo que llegue a consumir el manejo maloliente del fútbol profesional. Hasta que le tocaron los intereses a uno de los llamados grandes, como es el América de Cali, y ahí sí saltaron todos a denunciar algo podrido que ha estado ahí, debajo de la mesa donde se máquina todo lo que debe ser y no ser, en materia de este tipo de espectáculos.
Esto es un secreto a voces; desde el máximo organismo regente del fútbol mundial hasta las más humildes asociaciones de carácter regional, todos van en pos del dinero, sea como sea. O ¿creen ustedes que el llamado Fifa Gate, mediante la intervención de la justicia norteamericana y que dejó en la cárcel a unos cuantos dirigentes mundiales y regionales, fue un caso aislado y particular que ha quedado totalmente superado? No, esa fue apenas una pequeña parte visible de los oscuros procederes de estos magnates del fútbol.
Sabemos todos que el fútbol es una gran empresa que produce mucho dinero y que cada día inventan más y más torneos y partidos para sacarle jugo al negocio, pero por lo menos aspiramos, aficionados y periodistas, que nos dejen, aunque sea la ilusión de un juego limpio, sin torcidos.
Efectivamente lo del partido Envigado- América fue una cosa que dejó al descubierto el lado oscuro en el que se mueven dirigentes, árbitros, comisión arbitral y jugadores. Algo tan grave que, si se atreven a seguir tirando de la alfombra, van a encontrar tanta porquería que fácilmente podría venirse abajo todo este tinglado que se llama fútbol profesional colombiano.
El árbitro Ferney Trujillo, culpable; los del Var, más culpables, totalmente comprometidos. Pero no nos crean tan estúpidos como para tragarnos el cuento de que, con una suspensión o eliminación de estos actores, se van a apaciguar las aguas turbulentas y ya, todo tranquilo. No, lo que han dejado ver es que detrás de todo esto puede haber algo monstruoso en el espeluznante terreno de las apuestas que se han tomado la carpa del fútbol en todo el mundo.
Hace un tiempo, en este mismo espacio, me refería al riesgo mayor de entregar a las casas de apuestas todo lo que tiene que ver con el espectáculo del fútbol pagado. No sólo porque se puede crear la subcultura nociva del juego, que conduce a la ludopatía, sino que aparecen los fantasmas que conviven en ese ambiente y corrompen la naturaleza de la competencia.
Un viejo amigo mío, zorro curtido en las aventuras de este deporte, me decía, a propósito del escándalo surgido, algo que me parece, por lo menos, paradójico: «cómo así que el América pone el grito en el cielo por lo ocurrido; sería bueno que le preguntaran a sus directivos sobre lo que pasó con el ascenso de ese equipo en el famoso partido del Pascual ante el Deportes Quindío».
También se me viene a la memoria aquel partido de apertura de una cuadrangular semifinal del torneo en Villavicencio frente a Llaneros, cuando varios jugadores del Quindío, asiduos asistentes a una casa de apuestas, propiciaron una estruendosa derrota del milagroso 0 a 5. En ese juego y cuando perdía el visitante por 4 a 0 un grupo de fanáticos que había viajado hasta esa ciudad se metió a la cancha y hasta con armas blancas, amenazaron a los jugadores perdedores. Dicen las historias de ese partido que el árbitro, como era natural y reglamentario ante esos hechos, iba a declarar terminado el partido por falta de garantías, y varios jugadores cafeteros le suplicaron al juez que no lo hiciera que les diera la oportunidad…del otro gol, porque habían apostado a que perdían por 5 a 0, como efectivamente sucedió.
Lo recuerdo clarito porque ese fue el motivo que me hizo renunciar a la participación en el programa de televisión Cafegol, y por ahí derecho, prácticamente, a la carrera profesional de mi vida.
De manera que esto es muy viejo y todos los saben; los periodistas callan porque tienen que defender su trabajo; ¿no ven que los medios también tienen el patrocinio de las apuestas?