Texto quiere decir tejido. El texto es un tejido de ideas y de sentires; tejido de recuerdos y de imágenes. Escribir es tejer con los hilos de la memoria viva. Quien escribe está tejiendo la trama de la historia, el sentido de la vida. La historia es, por tanto, tejido de relatos. La metáfora textil de la escritura toca las fibras de la vida en común. Se llama “tejido social” al modo de organización de una comunidad. El tejido social define un modo de ser, un ethos. Cuando este tejido se rompe, la comunidad sufre y entonces corre el riesgo de desangrarse.
He aquí el valor simbólico de las tejedoras, las costureras y las escritoras. Manos que cierran las heridas causadas por la violencia, la injusticia y la ignorancia, con hilos de amor, sabiduría y resiliencia. Porque si el texto es tejido, significa que la escritura reúne lo que estaba separado, salva del olvido y reconcilia el presente con el pasado en una imagen del futuro. La re-escritura del texto social ayuda a cicatrizar. La historia se inscribe en el cuerpo, deja marcas en él, como las cicatrices, que son testimonio de experiencias trascendentes. Por ello no se trata de ocultar las costuras del tejido por simple vanidad. Al contrario, hay que hacer visible el papel que cumplen las puntadas en la recuperación de nuestras heridas. En últimas, todos y todas somos una colcha de retazos. Y la historia de nuestras vidas, nuestro texto, una “colcha de relatos”.
Noviembre de 2023.