INVESTIGACIÓN / En UQ investigan cómo la mala disposición de antibióticos propaga la resistencia antimicrobiana

18 marzo 2024 12:17 am

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Desechar medicamentos vencidos parece una tarea fácil: bastaría con diluirlos y echarlos al inodoro o depositarlos en el recipiente de la basura. Por lo menos, esta es el proceso más común en muchos de los hogares colombianos. Sin embargo, esto tiene unas implicaciones negativas en la salud pública.

“Esa agua en la que fue diluida y los lixiviados de esa basura en la que fue depositado el medicamento, llegan en pequeñas cantidades a lugares en los que las bacterias comienzan a procesar los componentes de esos fármacos y se van a adaptando a ellos. Cuando, por cosas del azar, entramos en contacto con esas bacterias y, existe la necesidad de combatirlas, se hace difícil un tratamiento”, explica Johanny Aguillón Osma, docente de planta del programa de Biología de la Universidad del Quindío.

Además, agrega, que una bacteria se reproduce en promedio cada 20 minutos, y es exponencial. “Entonces yo arranco con una bacteria, a los 20 minutos tengo dos, a los 40 minutos tengo cuatro, a la hora tengo 8 y así sucesivamente”.

Para el integrante del Grupo de Investigación en Ciencias Básicas y Educación, GICBE, el problema se agrava con el uso inadecuado de antibióticos por parte de la población. La automedicación y el mal uso de estos medicamentos no solo aumentan el riesgo de resistencia bacteriana, sino que también contribuyen a la contaminación ambiental al desechar los medicamentos vencidos de manera incorrecta.

A lo anterior se suma un dato importante: las bacterias tienen la capacidad de comunicarse entre sí y transferir información genética de forma horizontal, lo que les permite desarrollar resistencia a los antibióticos de manera más eficiente. Este intercambio de información se lleva a cabo a través de pequeñas secuencias de ADN llamadas plásmidos, que permiten a las bacterias adquirir características que las hacen más resistentes a los tratamientos farmacológicos.

“Imaginemos una bacteria que es resistente a la penicilina. Cuando interactúa con otra bacteria que está siendo atacada con este mismo medicamento, ella puede darle información de cómo resistirlo y, así, le ayuda a desarrollar estrategias evolutivas que la van a hacer más fuerte de ahí en adelante”.

En un contexto donde la resistencia bacteriana se convierte en una amenaza cada vez más grave para la salud pública a nivel mundial, surge la preocupación sobre cómo las bacterias están aprovechando la automedicación para propagar resistencia a los tratamientos antimicrobianos.

Expertos internacionales de la salud, advierten que el uso indiscriminado de antibióticos ha generado un escenario preocupante, con bacterias que superan la efectividad de los tratamientos disponibles. Se estima que más de 700 mil personas mueren cada año debido a infecciones causadas por bacterias resistentes a los antimicrobianos, y esta cifra podría alcanzar los 10 millones de decesos en los próximos 25 años, según proyecciones de la Organización Mundial de la Salud.

En el informe de la OMS, publicado en el 2021, también se revela que bacterias como Klebsiella pneumoniae o Acinetobacter spp muestran niveles alarmantes de resistencia, superando el 50% en algunos casos, lo que dificulta aún más el tratamiento de enfermedades infecciosas comunes.

Tanto Klebsiella pneumoniae como Acinetobacter spp pueden causar infecciones graves en pacientes hospitalizados y con inmunológicos debilitados. Algunas de las enfermedades producidas por tales bacterias son la neumonía, infecciones del tracto urinario y el torrente sanguíneo.

Ante esta situación, se hace necesario implementar medidas más estrictas para regular el uso de antibióticos y promover una mayor conciencia sobre la importancia de utilizar estos medicamentos de manera responsable. Además, es fundamental desarrollar nuevas estrategias terapéuticas, como la búsqueda de componentes antimicrobianos en plantas medicinales, que puedan combatir las infecciones sin generar resistencia en las bacterias.

“Desde la Universidad del Quindío se está trabajando con plantas medicinales para buscar componentes que tengan a esa actividad antimicrobiana que no sean procesados normalmente por las bacterias, generando así nuevas moléculas antibióticas”, resalta Aguillón Osma.

También se destaca la importancia de la educación en la prevención y el uso adecuado de antibióticos, tanto en el ámbito escolar como en la población en general. La correcta disposición de los medicamentos vencidos, llevándolos a hospitales o clínicas para su adecuada eliminación, también juega un papel crucial en la lucha contra la resistencia bacteriana y la protección del medio ambiente.

Ante la creciente amenaza que representa la resistencia bacteriana, es necesario un enfoque integral que involucre a todos los actores: desde los profesionales de la salud hasta los individuos en sus hogares, para frenar el avance de este problema y garantizar la eficacia de los tratamientos antimicrobianos en el futuro.

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