El gobierno departamental y los municipales, como las autoridades militares y de Policía han minimizado el anuncio de las disidencias de las Farc y su comandante Iván Mordiscos de extender sus operaciones de guerra al territorio del Quindío. Han dicho que el Quindío es un remanso de paz, que aquí no hay presencia guerrillera, y que los panfletos aparecidos en diferentes veredas de Salento y Calarcá hacen parte de delincuentes que quieren aprovechar el anuncio para extorsionar y robar.
Hay aquí una profunda equivocación por parte de estas autoridades. Es cierto que no hay presencia guerrillera, hasta la fecha, eso no se niega, pero lo que sí es verdad es el anuncio de su llegada. Y los panfletos sí tienen origen en ese anuncio, pues ¿qué más son las disidencias de las Farc, si no delincuencia común, extorsionistas, secuestradores, violadores de derechos humanos y narcotraficantes?
Aquí hay cuatro análisis profundos que se deben tener en cuenta: Primero, hay un importante corredor de montaña que une los departamentos de Huila, Tolima, Valle y Quindío, a donde se ha movido la disidencia, no porque se sientan agrandados, fortalecidos, sino porque están siendo perseguidos por el Ejército en las regiones del Caquetá y los Llanos Orientales. En las últimas semanas han tenido varias bajas y capturas importantes de sus cabecillas. Y este corredor es perfecto para protegerse.
Lo segundo es que, dentro del proceso de paz total que les está ofreciendo el gobierno del presidente Petro, ellos pretenden llegar a las negociaciones fortalecidos, mostrar muy bien los ‘dientes’ con un número mayor de frentes de combate, y para eso se están reorganizando como lo dice su anuncio en el comando en el centro del país. Como dijo Otty Patiño (lástima que lo haya dicho tan mal y sin cerebro político) se están reorganizando para sentarse a negociar en mejores condiciones.
Lo tercero es que los gobiernos territoriales del Quindío, el Ejército y la Policía no pueden ver este anuncio como algo pasajero solamente, sino que se deben activar todas las alertas, incluyendo las de prevención de los ciudadanos en los viajes cercanos y lejanos, en los patrullajes y en la atención a las comunidades más vulnerables. No es con palmaditas en la espalda a los campesinos que se les convence seguir de este lado de la institucionalidad, sino con hechos reales que se vean reflejados en el mejoramiento de sus condiciones de vida y de justicia, sin permitir la impunidad.
Y como cuarto punto hay que analizar estos anuncios de las disidencias de las Farc y de otros grupos armados al margen de la ley, como una estrategia política con miras a las próximas elecciones en Colombia. Se trata de la estrategia política del miedo, de meterle terror a la población para volver a los días aciagos donde se activaron el paramilitarismo, los falsos positivos, los ejércitos privados al servicio de los ‘dueños’ del país y las ejecuciones extrajudiciales, que tanto dolor le han producido al país.
Frente a los anuncios: Reflexión. Y en la reflexión, alistamiento de primer grado para detener el ingreso de esos males al Quindío; pero también no dejarse asustar, ni amedrentar, ni permitir la política del miedo como estrategia electoral.