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Cultura  |  05 mayo de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Maquetas del recuerdo

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Un texto de Asdrúbal Martínez Salazar, publicado en el libro, Colcha de relatos, del Taller Literario Café y Letras Renata.

Don Asdrúbal Martínez Salazar es un hombre de hablar pausado con una historia a flor de labio, porque según sus propias palabras, “para escribir no soy bueno” y creyendo en sus palabras, caemos en cuenta de que, si bien sus manos no escriben, aun así, son de artista.

Artista muy especial que se dedicó desde hace unos años a conservar vivos los recuerdos de la colonización antioqueña, cuya arquitectura admira, y que nos dejó los hermosos recuerdos que la modernidad ha intentado convertir en vestigios.

“Comencé con esto durante la pandemia; resulta que a mi hermano se lo llevó el Covid 19 y a mí me ordenaron una cuarentena muy rígida. Como muchos, no podía salir ni a la esquina, y miré durante meses el pueblo por la ventana”.

Atendió al llamado de “café&letras renata”, pues considera importante que la cultura de Circasia se dé a conocer.

“Empecé a trabajar con las maquetas para no enloquecerme con el aislamiento porque, es que mire le cuento: Siendo joven me casé “dizque para vivir mejor”, pero el tiempo dijo otra cosa y hoy vivo solo, porque nos separamos y los muchachos se fueron con ella para Medellín.

Yo fui supervisor de obras del Instituto de Crédito Territorial, durante cuarenta años, y cuando me retiré me dediqué a comprar lotes o casas viejas para hacer edificios, o lo que fuera, así duré otros quince años, hasta que ya quise retirarme y en esas estaba cuando llegó la pandemia del Covid 19.

Vivía con mi hermano; como ya les dije, el Covid lo mató y yo quedé solo en la casa. Fue cuando me puse a pensar en todo lo que había tumbado y reconstruido de otra forma y recordé que el Banco Central Hipotecario había hecho unos libros sobre la colonización antioqueña en esta región. Traía fotos antiguas de patios, portadas, balcones y caí en cuenta de que había una forma de rescatar todos esos recuerdos.

Eso no solo debía quedar escrito; yo podía contribuir a la historia con algo tangible y me dediqué a rescatar recuerdos y a eternizar otros de esa arquitectura colonial que tanto me gusta. Gracias a Dios encontré quien me trajera los materiales porque, afortunadamente, hay amigos y gente que lo estima a uno   y cuando iban a Armenia me preguntaban “¿Qué le traigo?

Ya con madera, fotos y otras ayudas, comencé mi tarea con la reproducción de las casas del marco de la plaza de Circasia y del templo de “Nuestra Señora del Rosario” de Circasia, que como sabemos, se quemó y ahora lo están reconstruyendo diferente. Cuando la mostré se vendió y tocó hacer siete más, de las cuales doné una para que la rifaran como ayuda para las obras; el señor Obispo no lo permitió y la dejó como atracción de la iglesia.

También tengo maquetas de la iglesia “Inmaculada Concepción” de mi pueblo, Aguadas, Caldas, que hice cuando cumplió doscientos años. He reproducido las iglesias de todos los pueblos del Quindío y por eso se despertó el interés de la alcaldía por mi obra. Fue cuando a mi casa llegó dos veces Telecafé a grabar el programa, “Andanzas con el Mono Cabuya”.

Aquí me dan stand gratuito para las fiestas aniversarias, y le cuento que he visto gente llorar cuando ven una réplica exacta de cómo eran los templos antes de ser renovados.

A veces me llaman de la Casa de la Cultura, a preguntarme qué tengo nuevo o de otras partes como de Salento, donde hice la Estación de Policía, la Casa Cural y en fin, que tiempo es lo que me ha faltado para reconstruir tanta arquitectura que la modernidad intenta desaparecer.

He tenido exposición en la plazoleta que está al lado de la catedral de Armenia, y por eso creo que me llaman de diferentes partes del mundo, como de Australia, para adquirir recuerdos creados por mis manos.

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