La Escuela Nacional de la Calidad del Café, que hace parte del SENA Quindío, sigue cautivando a los apasionados del grano, y lo hace cruzando esas fronteras con el sabor del café de calidad y sus historias, una de ellas es la de Natalia Noguera Garzón, aprendiz de la institución.

Ella es fisioterapeuta, pero la vida le ha permitido ser una apasionada del café. Y lo hace por el sentir de darle mayor reconocimiento a a Colombia por medio de esta bebida.

“Estaba estudiando gastronomía en el SENA y abrieron la Escuela Nacional de la Calidad del Café, y desde ahí soy aprendiz, porque, de hecho, actualmente me formo en el SENA. Digo que soy egresada pero realmente nunca he dejado de aprender de la mano de esta Entidad”.

Ha hecho parte de todos los cursos básicos que dictan en la Escuela Nacional de la Calidad del Café, en el Quindío. Estos conocimientos le han permitido estar más cerca del cultivo y del proceso, viendo de primera mano y disfrutando del resultado:

“No soy caficultora de décima generación, no soy tostadora de cuarta generación, realmente mi acercamiento con el café lo tuve en el SENA, pero fue suficiente para crear mi libro titulado, ‘Manual para Coffee Lovers’ , y así crear la marca que he denominado,‘Una Loca Suelta Tomando Café’.

Inspirada por lo que ha aprendido y escrito en su libro, se dedica a transmitir su pasión a otros que viven en la misma frecuencia del conocimiento cafetero. Un camino disciplinado que le ha llevado a convertirse en juez nacional e internacional en competencias de café.

“Yo era aprendiz del SENA. Un día fui voluntaria y vi a todos los jueces entrando con su tablita y su mandil y dije: yo voy a ser uno de ellos, y así fue, logré certificarme, y empecé a chulear sueños gracias al café” recuerda.

Con su maleta llena de saberes que parece nunca termina de llenarse, llegó a Ecuador, donde aplaudieron la existencia y los procesos de la Escuela liderada por el SENA.

“Todos querían venir a Colombia a aprender de café, gratis. Y es que para mí la Escuela es un eslabón fundamental en la ampliación de la cultura alrededor del café, no solo desde el conocimiento sino desde el sentimiento, desde el amor que los instructores le ponen a sus clases. Yo le debo todo a la Escuela, es una fortuna contar con ella”, asegura Natalia.

Su más reciente visita a la Escuela Nacional la llevó a conversar con los futuros egresados de estas áreas, para que ellos también reconozcan las grandes oportunidades que hay detrás de una taza de café. Escenarios diversos donde ellos serán el relevo generacional de nuestro territorio, desde el campo hasta las grandes tiendas de cafés especiales.