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04 junio de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Los Quimbaya y la defensa de su territorio

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Imagen informe especial

Por: Jorge Hernán Velásquez Restrepo, Carlos Alberto Mora Buitrago y Roberto Restrepo Ramírez

En artículos anteriores vimos como los Quimbaya que encontraron los españoles durante la conquista de nuestro territorio fueron muy diferentes de los Quimbaya Arqueológicos o del período temprano, que tuvieron el máximo esplendor de su cultura hacia finales del siglo X (año 1.000 d.C.). El Tesoro Quimbaya al que nos hemos referido en nuestros artículos pertenece a los primeros.

El segundo tipo de Quimbayas; o sea, los Quimbaya Etnohistóricos o del periodo tardío, fueron un tipo de pobladores de nuestro territorio, producto de mezclas de los Quimbaya Arqueológicos y las tribus de los caribes y pijaos, que los invadieron y con quienes se mezclaron. No obstante, la invasión que finalmente los aniquiló fue la de los españoles, en el siglo XVI, a raíz de la conquista.

Como es bien sabido, las primeras aproximaciones de los españoles a la hoya del Quindío se realizaron a través de avanzadas de españoles comandadas por Sebastián de Belalcázar y Jorge Robledo, con quien inicialmente se estableció una relación pacífica, llegando inclusive a recibirlo con presentes de oro, que despertaron en los europeos una ambición desmedida por someterlos y encontrar sus riquezas. Como es de suponer, inicialmente parte del sometimiento consistía en tributos y sometimiento para labores domésticas y laborales, situación que duró poco por la urgencia que tenían los conquistadores de llegar pronto a lucrarse de una manera desmedida de sus riquezas.

Fue así como los principales caciques de nuestra etnia realizaron reuniones con sus caciques y los de otras etnias como la de los pijaos, para hacerles frente y expulsar a los invasores. En estas reuniones tuvieron gran influencia dos caciques del más alto rango: Tacurumbí y Consota, en cuyo honor posteriormente se nombraron dos ríos de la región: el río Tacurumbí, hoy Chinchiná, situado entre las actuales poblaciones de Manizales y Villamaría y es el que marca el costado sur de la hoya del Quindío; y, el otro, el Consota, que conserva aún su nombre y es el que cruza de oriente a occidente el costado sur de la actual ciudad de Pereira.

En el anterior mapa, elaborado por el Dr. Sebastián Martínez Botero, con base en G. A. de la Roche en 1843 y datos de asentamientos índígenas de Juan Friede, se puede observar el actual Río Consota. El Río Chinchiná, que no aparece en el mapa, quedaría ubicado por encima del Río Otún del mapa.

La región fue una de las más densamente pobladas de la Colombia indígena del siglo XVI, pues únicamente la provincia de Cartago tendría de 60.000 a 80.000 naturales (Friede, 1963), lo cual contrasta con la alta densidad de la población actual, siendo una de las regiones más densamente pobladas del país y con una alta tasa de crecimiento actual

Las principales confrontaciones de que se tiene noticia al principio del siglo XVI, son las de 1.542 y 1.557, a las cuales se refiere el profesor Friede. La primera, originada principalmente por las acciones despiadadas del capitán Muñoz, donde los registros documentales dan cuenta de la muerte de 70 indios (yanaconas y esclavos), 12 españoles no encomenderos, 12 esclavos negros y solo 2 encomenderos españoles (Friede, 1963:50). También se mataron a perros y caballos, tanto para evitar que el ruido que pudieran generar los delataran, como también porque generalmente se constituían en armas mortíferas en su contra. Los esclavos muertos de su misma etnia fueron principalmente aquellos que servían de intérpretes o aquellos que eran espías que daban información a los peninsulares (Friede, 1.963).

La rebelión de 1.542 se fraguó en juntas de guerra que fueron convocadas por distintos caciques. En el análisis de los documentos respectivos, el profesor Friede halló que las iniciativas eran dadas unas veces por la confederación del norte (Tacurumbí) y otras por la del sur (Consota), y que mientras había unas juntas bélicas que reunían a los de una u otra fracción étnica, otras convocaban a toda la etnia. La autoridad superior que estaba por encima de los caciques locales era Tacurumbí (Friede, 1.963).

En la revuelta de 1.557 volvieron a suceder hechos similares a la de 1.542 que vienen a mostrar que, a pesar de no haber sido muy exitosos en la primera contienda, todavía existían sentimientos de unidad de las etnias. En dicha revuelta en Cartago fueron dados de muerte tres doctrineros, contra las cuales no se atentó en la contienda de 1.542. El motivo inmediato para que estallara esta revuelta Quimbaya de 1.557 fue aparentemente la represión encarnizada que realizó el teniente de gobernador Andrés Gómez a través de toda la jurisdicción de Cartago y Anserma. Concretamente se le acusó de haber “entrado a mano armada en los pueblos Yugymanso (o Yuguanco) y Oruma…” (Friede, 1963:73).

La década de 1.550 a 1.560 se registra como el período más intenso de explotación por parte de los encomenderos, no obstante las protestas de los curas indigenistas, que adquirieron toda su vigencia.

Durante la contienda de 1.557 a las autoridades de Cartago les tocó pedir refuerzos de Cali y Antioquia para contener el ataque, el cual contó, del lado de los nativos, con aliados panches, carrapas y pijaos que también interceptaron vías de acceso a la población.

En 25 años, la población de las etnias comarcanas de Cartago desciende notablemente (Friede, 1963), y para el siglo XVII prácticamente se da por extinguida la etnia Quimbaya y la existencia de pozos, paucuras, irras, etc. Solo los armas resisten un poco más, pero también terminan siendo abatidos. Las acciones de Juan de Borja (llamado “el pacificador” de los Pijaos), en la primera mitad del siglo XVII fueron definitivas para el total exterminio de Los Quimbaya.

A continuación se puede observar la imagen de una parte del informe del inventario de indios y mestizos que en el año de 1.777 presentó el Sr. Francisco Moreno y Escandón a la corona española:

Como se puede observar en ese informe, en el año de 1.777 solo subsistían 28 indios Quimbayas: 13 en Pindaná de los Cerrillos (para diferenciar dicha población del actual Cerrito, Valle); y 13 en el actual municipio de Toro, Valle.

Fue así como se extinguió prácticamente la etnia Quimbaya, (tan solo subsistieron unos pocos que emigraron a las selvas del Chocó), dejando el territorio abandonado por alrededor de 200 años, durante los cuales se volvió a convertir el territorio en una selva impenetrable, por la vegetación abundante de guaduales que dificultaban grandemente el tránsito a través de él. Es por esto que el poblamiento de la hoya del Quindío fue tardío, siendo hoy una de las regiones de más reciente poblamiento, reconocida hoy en día como una de las de mayor biodiversidad del país y del planeta.

Presentamos a continuación algunas imágenes de las vitrinas del Field Museum en Chicago, Estados Unidos, donde se aprecia que la orfebrería del período tardío correspondió principalmente a pendientes y objetos relativamente pequeños, en comparación con los poporos y objetos de tamaño apreciable elaborados en oro característicos de la orfebrería del período temprano o Quimbayas Arqueologicos.

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